¿Cómo se puede explicar que en la Cámara de Diputados se haya triunfado con la indicación que prohibía el lucro en las ATE y que ahora eso desaparezca de un plumazo, y en vez de eso se nos proponga que, dentro de los próximos 5 años que vienen, se enviará un proyecto de ley para regular este tan evidente abuso con los recursos de la subvención escolar preferencial, recursos creados para ayudar a los estudiantes más vulnerables del país?
Es así. Al planeta futbol le llamó la atención la osadía de Luis Enrique este fin de semana con el Barcelona: dejó en la banca a millones de dólares, entre Messi, Neymar, Piqué y Alves, casi como jugando a perder. Como lo consignó el diario El País, Luis Enrique habría dicho antes del partido –en el que perdió sin decoro ante la Real Sociedad– que al Barça le quedaba margen de error: decepción total, pues aunque el monopolio del fútbol fue del Barça, no le rentó beneficios. Es así con cierto tipo de jugadores.
Bachelet, por ejemplo, está actuando –está jugando– como Luis Enrique.
Teniendo todo para ganar, pues ganó las elecciones presidenciales con un margen sin parangón, sumado a que su coalición ganó la Cámara y el Senado como nunca antes había sucedido, es decir, teniendo las mayorías necesarias para realizar los cambios reformistas de hondo calado que la ciudadanía y la calle esperaban en educación; además, teniendo una derecha enredada en un Penta-laberinto en el que como nunca antes habíamos tenido tanta evidencia de la relación entre el dinero y la política en nuestra derecha más conservadora y poderosa; teniéndolo todo para ganar, Bachelet está apostando para perder, compulsiva, como queriendo perder por el deseo de seguir jugando al infinito, como deseando que ocurra una nueva traición a los estudiantes bajo su aparente égida de poder cristológico, para encauzar en otro momento una nueva reforma, ahora sí, reformista de tomo y lomo.
[cita]Mejor ni les explico la indignación que produce el darse cuenta de todas las demás indicaciones que han hecho los honorables senadores a esta reforma, que desde sus inicios fue líquida, “agüita de porotos”, pero que ahora va directo a transformarse, sin paradoja, en una reforma hecha a imagen y semejanza de la baquelita, ese material tan querido por el ministro Eyzaguirre. ¿Arriendo entre pares relacionados?, pues sí, y hasta en establecimientos con fines de lucro; ¿triangulación de la subvención entre los colegios de los megasostenedores?, pues sí, no hay problema, ahora es posible; ¿disminución de los grados de consanguineidad para hacer negocios con la educación?, ¡claro!, ¡bajemos de tercer a segundo grado!… total, entre primos, todo pasando…[/cita]
Es así. Algunos juegan sólo por jugar (pero buscando perder) y Bachelet con su gobierno y su equipo de elite –los nuevos funcionarios de Palacio– lo están haciendo a la perfección: las nuevas indicaciones a la reforma educacional apoyadas por La Moneda y consensuadas en la cocina de los senadores de la Nueva Mayoría (más los no despreciables beneplácitos del Partido Comunista, Revolución Democrática, Educación 2020, el senador Navarro y a cuantos les interese salir en la nueva foto que se proyecta de manos alzadas), nos demuestran que no sólo es el conservadurismo de la Democracia Cristiana el que puja por salvaguardar el lucro de los sostenedores y dueños de las ATE en nuestro país, o que tampoco son los sectores del PPD y el PS más neoliberales o más progres los que de algún modo, por arte de magia, ahora apoyan esta reforma que de reforma le queda solo el nombre: es también Bachelet y su gobierno, que ya se compró la tesis de jugar para perder.
¿Cómo se puede explicar que en la Cámara de Diputados se haya triunfado con la indicación que prohibía el lucro en las ATE y que ahora eso desaparezca de un plumazo, y en vez de eso se nos proponga que, dentro de los próximos 5 años que vienen, se enviará un proyecto de ley para regular este tan evidente abuso con los recursos de la subvención escolar preferencial, recursos creados para ayudar a los estudiantes más vulnerables del país?, ¿es que podemos aguantar más años –siquiera 1 día más– de abusos de aquellos que lucran sin escrúpulos con la educación pública?…
Mejor ni les explico la indignación que produce el darse cuenta de todas las demás indicaciones que han hecho los honorables senadores a esta reforma, que desde sus inicios fue líquida, “agüita de porotos”, pero que ahora va directo a transformarse, sin paradoja, en una reforma hecha a imagen y semejanza de la baquelita, ese material tan querido por el ministro Eyzaguirre. ¿Arriendo entre pares relacionados?, pues sí, y hasta en establecimientos con fines de lucro; ¿triangulación de la subvención entre los colegios de los megasostenedores?, pues sí, no hay problema, ahora es posible; ¿disminución de los grados de consanguineidad para hacer negocios con la educación?, ¡claro!, ¡bajemos de tercer a segundo grado!… total, entre primos, todo pasando… Desde cierto de punto de vista es inaceptable e inentendible.
Pero si lo miramos bien –y les hacemos caso a las entretenidas chapucerías psicoanalíticas que de cuando en cuando nos entrega el rector Carlos Peña en su tribunas dominicales– es perfectamente entendible lo que está sucediendo con Bachelet. Parece empecinada en jugar para perder, tal cual analizaba Freud a Dostoievski: “Todos los detalles de su insensata conducta instintiva demuestran esto y todavía algo más. El juego le era también un medio de autocastigo. Había dado infinitas veces a su joven esposa su palabra de honor de no jugar más, y como él mismo confiesa, jamás cumplía tales promesas. Y cuando sus pérdidas hundían a ambos en la más negra miseria, Dostoievski extraía de ello una segunda satisfacción patológica…”.
Vamos directo a una segunda traición de Bachelet a los estudiantes de Chile y todo esto parece ser más bien el resultado de un adagio: que la realidad supera cualquier tipo de chapucería.