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¿Qué discute Chile con la Reforma Laboral?

Bárbara Figueroa Sandoval
Por : Bárbara Figueroa Sandoval Presidenta Central Unitaria de Trabajadores de Chile
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Nuestra máxima es y sigue siendo que, al hablar de las relaciones laborales, nos estamos pronunciando sobre la real voluntad de superar la desigualdad y avanzar hacia un Chile con mayor equidad, toda vez que el poder sindical significa mejores condiciones para hacer efectiva la justa retribución a los trabajadores, sindicalizados o no, por su aporte físico o intelectual, al proceso productivo y de desarrollo del país.


El pasado martes 17 de marzo se aprobó en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados la idea de legislar sobre el Proyecto de Ley que Moderniza el Sistema de Relaciones Laborales. Hemos pasado a una nueva etapa en el camino de la reforma laboral, que nos obliga a atender el proceso de indicaciones y ser un agente activo en el proceso del perfeccionamiento del proyecto de ley, garantizando así que esta legislación sea un avance real para los trabajadores y en la superación de la desigualdad material en nuestro país.

El día 2 de marzo, la CUT asistió a la misma Comisión a exponer sobre dicho proyecto de ley y, quizás para sorpresa de muchos, nuestra exposición partió con una extensa, pero contundente, introducción que daba cuenta del debate que enfrenta Chile al hablar del sindicalismo y de la relación entre empleadores y trabajadores organizados.

Nuestra máxima es y sigue siendo que, al hablar de las relaciones laborales, nos estamos pronunciando sobre la real voluntad de superar la desigualdad y avanzar hacia un Chile con mayor equidad, toda vez que el poder sindical significa mejores condiciones para hacer efectiva la justa retribución a los trabajadores, sindicalizados o no, por su aporte físico o intelectual, al proceso productivo y de desarrollo del país.

[cita] Nuestra máxima es y sigue siendo que, al hablar de las relaciones laborales, nos estamos pronunciando sobre la real voluntad de superar la desigualdad y avanzar hacia un Chile con mayor equidad, toda vez que el poder sindical significa mejores condiciones para hacer efectiva la justa retribución a los trabajadores, sindicalizados o no, por su aporte físico o intelectual, al proceso productivo y de desarrollo del país.[/cita]

Podrán existir una y mil consideraciones respecto del debate, pero es evidente que ninguna ley laboral puede ser solo para trabajadores sindicalizados, ya que la libertad de asociación parte de una premisa fundamental: ningún trabajador individualmente es el equivalente a su empleador, es sólo un asalariado más y sus mejores condiciones laborales, por tanto, no dependen de él.

Por eso, la organización colectiva de los trabajadores es necesaria, pues es el único instrumento de equidad para entenderse con el empleador y sus logros impactan en todos los trabajadores y trabajadoras, sean estos sindicalizados o no, ya que mejores condiciones laborales tienen un impacto directo en todos y todas sin discriminación.

Estamos entonces ante un debate de tremenda relevancia para el país, de los casi 15 millones de chilenos, más del 50%  somos trabajadores (7 millones y fracción) y el resto o son pasivos o están en camino a ser trabajadores. Estamos ante un debate de alto impacto que puede marcar nuestro futuro laboral por las próximas décadas. Por ello, sería una mezquindad tremenda creer que este debate es solo sobre cuánto ganan los sindicatos con esta legislación, la pregunta de fondo es cuánto gana Chile con una reforma laboral.

Y la respuesta es clara: gana mucho si es que la reforma efectivamente busca generar equilibrios entre empleadores y trabajadores. Ganamos todos, si se trata de pensar en el desarrollo con equidad en nuestro país; ganan las mujeres, pues siendo parte de los procesos de negociación colectiva gracias a la cláusula de género de esta reforma podremos avanzar en equidad salarial y acceso a mejores trabajos; ganan los empleadores pues tendrán un actor principal con el cual relacionarse no solo en momentos de negociación sino de manera permanente; y gana la economía, pues mercados con reglas claras, son mercados estables para su desarrollo y expansión.

En el contexto actual del país, además, un debate como éste permite por la vía de la relación entre contrapartes, evitar los abusos de las empresas ya sea con los consumidores o el Estado. Los sindicatos, al deber entregárseles la información económica de la empresa, podrán ser fiscalizadores también de las prácticas abusivas.

Así las cosas, enfrentados al debate laboral no puede haber dudas de la necesidad de que esta discusión se siga profundizando y perfeccionando a través del proyecto de ley presentado. Lo hemos dicho fuerte y claro: el proyecto presentado por el Ejecutivo requiere modificaciones, hay cambios fundamentales que hacer en materia de libertades sindicales plenas, derecho a huelga, sacar del proyecto la ampliación de materias, corregir redacción en piso de la negociación, negociación interempresa, rol de las instancias del Estado, entre otros.

Pero no nos confundamos, hoy estamos debatiendo sobre el concepto de huelga y servicios mínimos porque se establece en el proyecto que la huelga es sin descuelgue, sin reemplazo interno y externo y es del puesto de trabajo. Hablamos de reajustabilidad del piso mínimo y cambios en redacción, porque se señala en el proyecto que la negociación parte de lo negociado en el proceso anterior; debemos eliminar todo aquello que impide las libertades sindicales porque el proyecto señala que donde hay sindicato no habrá grupo negociador y que el sindicato tiene tutela de derecho sobre lo negociado, es decir, no podrá extender el empleador los beneficios de una negociación.

Como CUT no podemos perdernos por un segundo, los trabajadores y trabajadoras no pueden esperar hasta que todos y cada uno estén plenamente satisfechos con una redacción que solo podremos evaluar de manera plena cuando esté en ejecución y, de ello, el movimiento sindical sabe: desde 1927 los trabajadores ejercían, gracias a su fuerza, la negociación ramal, normativa que se legisló recién en 1972. No nos equivoquemos, hoy no es el momento de detener los procesos, es el momento de avanzar.

Chile cambió y este proceso no se detiene, no hay espacio para continuar con las mismas recetas y los abusos. Tenemos la gran oportunidad de hacer del nuestro un país más justo, donde cada actor pueda expresarse en su diversidad, pero sería una tremenda irresponsabilidad que por hacer de la diferencia o diversidad el esfuerzo principal, terminemos impidiendo los cambios para aquellos que hoy son los sin voz y cifran sus esperanza en nuestra responsabilidad. Podemos y debemos avanzar y como CUT no nos restaremos de este desafío.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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