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Subsidiariedad más allá del mainstream

Cristóbal Ruiz Tagle
Por : Cristóbal Ruiz Tagle Director de Estudios de IdeaPaís
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En este minuto, en que se pone en tela de juicio nuestra institucionalidad, y cuando los cantos de sirena que promueven una asamblea constituyente, se hacen cada vez más atractivos, es necesario que volvamos al debate respecto a cuáles deben ser nuestros principios rectores, de manera que podamos vivir en una sociedad orientada al bien todos.


Recientemente, el Instituto de Estudios de la Sociedad (IES) lanzó el libro Subsidiariedad, más allá del Estado y del mercado. Un esfuerzo que recoge variados ensayos, con el objetivo de rescatar la reflexión en torno a uno de los conceptos que más pasiones despierta en el debate político actual.

El libro no viene a hacer una reflexión a la subsidiariedad, tal como estamos acostumbrados en el debate chileno; especialmente ahora que está puesto en tela de juicio nuestro sistema institucional. Su vocación, en cambio, es proponer un nuevo marco de análisis referido a las implicancias de la subsidiariedad, el cual, nos permita mirar a la subsidiariedad como un principio político, bastante más robusto que como lo conocemos post 73 en Chile.

La novedad de este libro, se funda en la oportunidad de desarrollar un concepto que está dotado de poco contenido intelectual. Lo cierto, es que parte de la desprotección intelectual es responsabilidad de quienes lo defendían. Muchos, se quedaron con la sensación de que el sistema se defendería por sí solo, y que no era necesario seguir engrosando la reflexión intelectual en torno a esto. Esta situación ya la expuso el ensayista de este libro, Hugo Herrera, en otra publicación que ha dado que hablar.

[cita]En este minuto, en que se pone en tela de juicio nuestra institucionalidad, y cuando los cantos de sirena que promueven una asamblea constituyente, se hacen cada vez más atractivos, es necesario que volvamos al debate respecto a cuáles deben ser nuestros principios rectores, de manera que podamos vivir en una sociedad orientada al bien todos.[/cita]

En este minuto, en que se pone en tela de juicio nuestra institucionalidad, y cuando los cantos de sirena que promueven una asamblea constituyente, se hacen cada vez más atractivos, es necesario que volvamos al debate respecto a cuáles deben ser nuestros principios rectores, de manera que podamos vivir en una sociedad orientada al bien todos. No una sociedad donde se explote el laissez faire, ni tampoco donde reine un estatismo asfixiante. Sino, una donde existan ordenamientos que nos permitan desplegarnos como personas sociales, de tal manera que se respeten nuestras libertades con justicia y la pluralidad inherente, entendiendo que el éxito de una sociedad se juega en última medida en nuestra capacidad de alcanzar el bien común temporal.

La reforma educacional, el debate en torno “al modelo”, la legitimidad jurídica del Tribunal Constitucional, las tensiones entre dinero y política, entre otros aireados debates que nos encierran en escabrosas discusiones, son iluminados en mejor medida, si aplicamos un concepto de subsidiariedad bajo el prisma multiforme que nos proponen en este libro.

Los autores–que en su mayoría representa a una nueva camada de intelectuales, que más que ser serviles al concepto ochentero de la subsidiariedad, son bastante críticos – hacen un esfuerzo para desarrollar un marco de análisis de un hecho que debería ser evidente. El ser humano es por definición relacional, necesita de la comunidad. Ésta, como nos demuestra la existencia, se estructura de abajo hacia arriba y persigue fines comunes. Esto tiene implicancias inmediatas en el modo que organizamos nuestro marco institucional y el respeto de las distintas esferas de acción que es posible desplegar. Porque créame, aunque algunos lo rechacen firmemente, existe una vastedad enorme de comunidades intermedias entre las personas y el Estado, que es necesario sostener y fomentar para vivir una rica vida social.

La subsidiariedad es la que ordena estas relaciones. No se supedita exclusivamente a una dimensión económica que defina quién financia qué y cómo lo hace. La subsidiariedad, así, se configura como un principio político que, más que darnos la respuesta unívoca, a lo que se necesita, en la cuestión política, nos entrega directrices sobre el modo que debemos organizarnos en la vida en sociedad, permitiéndonos espacios de respeto a las esferas de acción, lo que a su vez, nos permitan, mediante la deliberación racional y el ejercicio de la prudencia política, alcanzar estadios superiores de desarrollo humano.

En este conjunto de ensayos, usted encontrará un análisis acabado de lo que implica este principio político, en el modelo económico, jurídico, educacional y en el modo de entender el pluralismo. Encontrará críticas al modo en que se ha defendido este concepto, también encontrará escépticos sobre las implicancias prácticas que este concepto desencadena. Pero por sobre todo, se encontrará con un esfuerzo que pretende ampliar el abanico de la discusión, yendo desde los fundamentos históricos y políticos del concepto, hasta las más acaloradas discusiones que se producen a la hora de llegar este principio en la realidad del día a día.

En fin, Subsidariedad: más allá del Estado y del mercado, más que zanjar un debate, nos expone nuevas aristas que es necesario desarrollar a la hora de inmiscuirse  en el debate sobre el cambio de la institucionalidad en Chile; nos entrega como resultado algo que nos haga ser una mejor sociedad. Es evidente, que tanto la lógica de los derechos sociales, donde el Estado es el gran proveedor, como la lógica liberal que pone sus esperanzas ciegas en los mecanismos competitivos, son insuficientes para ordenar la vida en sociedades complejas. El esfuerzo realizado por el IES se agradece. Más aún, esperamos que esta publicación desate más reflexión, no sólo en un sector que ha sido criticado por su marasmo intelectual, sino que también logre permear en aquellos que ven como único depositario del bien común, al omnipotente Estado. En resumen; totalmente recomendable para todos aquellos que estén interesados en hacer que nuestro país, y su política, avancen.

 

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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