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La conducta, la ética y la DC Opinión

La conducta, la ética y la DC

Belisario Velasco
Por : Belisario Velasco Ex ministro del Interior
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El paso dado por el diputado Chahin entraña un retiro de la confianza –suya y de quienes lo acompañaron– a la opción que ganó las elecciones internas, con lo que se pone en tela de juicio cuán mayoritaria sigue siendo hoy esa alternativa. Para muchos, un retiro de confianza como éste supone pérdida de credibilidad de la nueva mesa


Las crisis son rupturas cuyos estallidos generan efectos a menudo impredecibles e incontrolables. Pero la función de la actividad política es precisamente ponerles límites a las incertidumbres provocadas por las crisis, lo cual sólo se consigue respondiendo con oportunidad y eficacia a sus consecuencias.

En la vertiginosa sucesión de acontecimientos críticos que sacuden a nuestra vida política, la declinación del diputado Fuad Chahin a la primera vicepresidencia del Partido Demócrata Cristiano, constituye un hecho nuevo que cambia ostensiblemente la regularidad de las cosas. La decisión agrega al debate acerca de si son o no lícitas las operaciones mercantiles de Ventus, empresa de los hijos del senador Jorge Pizarro, con SQM, si aquel es responsable o no de las conductas de sus hijos, o si son o no fundadas las sospechas que vinculan a Ventus con la campaña electoral del parlamentario y actual presidente electo del PDC. Porque, antes que todas estas interrogantes hayan sido aclaradas, ellas mismas han abierto otra discusión, la controversia sobre cómo resolver la conducción del principal partido de gobierno, en el que los militantes anhelamos tenga una vara ética que algunos partidos no alcanzan y una línea de conducta que sirva de ejemplo a toda la sociedad. Sin ello no somos Democracia Cristiana.

[cita] El del diputado debe ser percibido como el primer gesto de renuncia para tomarse en serio la crisis que afecta a la Democracia Cristiana por el comportamiento de quienes se han visto envueltos en irregularidades, y también por quienes impúdicamente buscan convertir las responsabilidades individuales y de pequeño grupo, en culpas colectivas.[/cita]

Esto hace que ni la resignación al cargo del diputado Chahin sea un acto puramente administrativo, ni que sus graves efectos puedan ser abordados estatutariamente con el expediente de reemplazarlo por otro nombre. Porque el paso dado por el diputado Chahin entraña un retiro de la confianza –suya y de quienes lo acompañaron– a la opción que ganó las elecciones internas, con lo que se pone en tela de juicio cuán mayoritaria sigue siendo hoy esa alternativa. Para muchos, un retiro de confianza como éste supone pérdida de credibilidad de la nueva mesa y, por extensión, deterioro de la legitimidad necesaria para servir con autoridad y prestancia las responsabilidades directivas.

La decisión del diputado Fuad Chahin ha superado incluso los alcances del exhorto formulado por el senador Ignacio Walker, con quien Chahin compartió la dirección política de la DC, cuando afirmó que “la arista Martelli tiene que ser aclarada, pues crece como bola de nieve”, pero que, tratándose del senador Pizarro, en ningún momento ha amparado dudas y, por el contrario, lo ha respaldado. Por eso, el del diputado debe ser percibido como el primer gesto de renuncia para tomarse en serio la crisis que afecta a la Democracia Cristiana por el comportamiento de quienes se han visto envueltos en irregularidades, y también por quienes impúdicamente buscan convertir las responsabilidades individuales y de pequeño grupo, en culpas colectivas.

La Democracia Cristiana ha sido puesta en un delicado escenario, frente al cual el silencio, la complicidad y la parálisis política no hacen sino agudizar su crisis. Para salir del actual trance se requiere movilizar a las instituciones, y la Junta Nacional es por excelencia la instancia legítima y expedita para concordar una salida, y convocar a toda la militancia a un ejercicio de concilio que permita actualizar el sentido y la misión del partido.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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