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Crisis de confianza: ¿propuestas razonables o sólo críticas?

José Luis Reyes
Por : José Luis Reyes Decano Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad Central
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¿Propuestas razonables en todo este tiempo? Un par, a las que le falta desarrollo, tiempo para madurar, buscar los puntos de consenso. Mientras esto último no ocurra, continuarán sumándose las propuestas histéricas e irracionales y, al final del día (expresión tan querida por todos los políticos en la actualidad) se perderán las propuestas, olvidadas y empujadas por otros tantos gritos del pastor Soto, los que no dejan pensar.


En relación a los últimos, es decir los últimos conocidos, casos de políticos involucrados, al menos así se señala, en los tan presentes problemas de probidad, legitimidad y crisis de confianza que se han venido conociendo y profundizado con el transcurso de los días y las siempre nuevas noticias en relación a ello, quisiera aprovechar de detenerme en un aspecto que me parece algo dice de nosotros, los chilenos.

Ciertamente a raíz de lo anterior han surgido quienes han llamado a ver este asunto con algo de calma, lo que no significa restarle importancia. Pero, con preocupación, observo que lo más abunda son aquellos individuos, políticos, periodistas, cientistas políticos y otros más, que, en sentido figurado, se han instalado imitando el modo que caracteriza a los pastores; es decir, gritándoles a través de un megáfono a los políticos y empresarios supuestamente envueltos en los acontecimientos que ligan, justamente a la política y a la economía. Les espetan sus horribles pecados a un volumen tal que no sólo el afectado puede escuchar, también lo hace el que está a metros de distancia, seguramente en la estrategia del pastor Soto, para que tal situación llegue a otros y que a tal coro puedan sumarse, amplificando significativamente, su histérico reclamo. Finalmente de lo que se trata es de darle cada vez más golpes, escupitajos y denunciar con más volumen al pecador.

[cita]¿Propuestas razonables en todo este tiempo? Un par, a las que le falta desarrollo, tiempo para madurar, buscar los puntos de consenso. Mientras esto último no ocurra, continuarán sumándose las propuestas histéricas e irracionales y, al final del día (expresión tan querida por todos los políticos en la actualidad) se perderán las propuestas, olvidadas y empujadas por otros tantos gritos del pastor Soto, los que no dejan pensar.[/cita]

Si continuamos con esta imagen, lo anterior debe concluir con alguna sentencia: asegurando un castigo divino sumamente severo por parte del pastor a quienes han pecado. Se podría pensar en que hay un paso más, el de la propuesta de solución, sin embargo, el descontrol, es el que continua primando: el infierno es lo que inexorablemente deben esperar tales pecadores. El descontrol también se instala en la crítica y la falta de propuestas con las cuales deberían habernos colmado estos pastores de la política y sus pecados. Si miramos un programa de televisión que nos debiera ayudar a tener una versión algo más objetiva y darnos elementos con los cuales construir una visión propia, únicamente nos reitera el ego de, al menos algunos de sus integrantes. El melenudo atribuyéndolo a “la raza chilena” y promoviendo la depresión de una manera tal que se le sospecha un muy buen aliado del prozac. En la versión del conductor, seguramente con mucho café en su cuerpo y claramente hiperventilado increpando, interpelando a la Moneda, habitantes y visitantes frecuentes, lo que nos hace recordar al estudiante irreverente y ansioso de tribuna.

¿Propuestas razonables en todo este tiempo? Un par, a las que le falta desarrollo, tiempo para madurar, buscar los puntos de consenso. Mientras esto último no ocurra, continuarán sumándose las propuestas histéricas e irracionales y, al final del día (expresión tan querida por todos los políticos en la actualidad) se perderán las propuestas, olvidadas y empujadas por otros tantos gritos del pastor Soto, los que no dejan pensar.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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