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«Yo Vivo Mapocho», sí, gracias

Tomás Echiburú
Por : Tomás Echiburú Arquitecto. Director de proyectos Corporación Pedaleable
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Creemos que lo mismo que aplica para los autos, sucede con las personas. Si construimos espacios para los ciclistas y peatones, vendrán cada vez más. Este proyecto podría reducir los tiempos, pasando debajo de 21 puentes, y aumentar la seguridad de los viajes induciendo a que más personas se animen a usar la bicicleta para distancias mayores


El sábado 18 y el domingo 19 de abril pasados, el río Mapocho abrió sus puertas por tercera vez para la ciudadanía, con la actividad «Yo Vivo Mapocho», que convocó a 32.750 personas, quienes pedalearon, caminaron y fueron parte de este gran espacio urbano que tiene la ciudad de Santiago.

Por el positivo impacto que tuvo esta iniciativa, convocando a una enorme cantidad de visitantes en un fin de semana, resulta necesario aclarar algunos puntos de la columna escrita por la periodista Karen Hermosilla, publicada en El Mostrador, para que así todos aquellos interesados en este tema puedan comprender de qué se trata el proyecto Mapocho Pedaleable.

El río Mapocho desde el 2010 que no recibe descargas de aguas servidas, por lo que el mal olor se ha ido y el riesgo a contraer algún tipo de enfermedad no es el de antes. Su color no tiene relación con los residuos humanos sino más bien con sedimentos que bajan desde la cordillera y “ensucian” el agua debido a la pendiente que existe en el valle de Santiago. Nosotros preferimos creer que esa es la identidad de este torrente cordillerano.

[cita] Creemos que lo mismo que aplica para los autos, sucede con las personas. Si construimos espacios para los ciclistas y peatones, vendrán cada vez más. Este proyecto podría reducir los tiempos, pasando debajo de 21 puentes, y aumentar la seguridad de los viajes, induciendo a que más personas se animen a usar la bicicleta para distancias mayores.[/cita]

El estudio del año 2003, que cita la autora, está desfasado, ya que en esa época aún no se realizaba el proyecto Mapocho Urbano Limpio, por parte de la empresa Aguas Andinas. Además, resulta difícil de creer que una persona estaría más expuesta a gases tóxicos en el lecho de un río que al borde de una vía de alto tráfico motorizado.

En relación con la organización que está encargada de desarrollar el proyecto, además de coordinar y organizar el “evento”, ella se refiere a Corporación Pedaleable como: “Otra ong dedicada a los estudios y asesorías estratégicas que prometen ser ‘puente’ entre la ciudadanía y la alianza público-privada…”.

La Corporación Pedaleable es una institución privada, sin fines de lucro, que desarrolla proyectos en beneficio de la comunidad. Los recursos que genera son utilizados para levantar nuevos proyectos y autogestionar los largos procesos que estos implican, como es el caso del “Elqui Pedaleable”, que propone la reutilización de la vía de Ferrocarriles del Elqui como infraestructura articuladora de un nuevo eje de movilidad rural a tracción humana. Este proyecto lleva tres años de trabajo y está pronto a iniciar su etapa de preinversión.

La autora, además, argumenta que el proyecto, por su ubicación geográfica, “invisibilizaría a los ciclistas, lo que va en contra del cambio de paradigma de movilidad urbana”. El río Mapocho, debido a sus características propias, se transforma en una alternativa más y no en la única solución para el tránsito seguro y expedito de miles de ciclistas que ven en la bicicleta su medio de transporte principal. Si usáramos la misma tesis, deberíamos asumir que la autopista Costanera Norte “invisibiliza” a los automovilistas, situación que no sólo es falsa, pues es todo lo opuesto. Dicha autopista ha inducido a más viajes en automóvil en el eje, saturando las calles alrededor. ¿O acaso Andrés Bello y Santa María están vacías en horas punta?

Creemos que lo mismo que aplica para los autos, sucede con las personas. Si construimos espacios para los ciclistas y peatones, vendrán cada vez más. Este proyecto podría reducir los tiempos, pasando debajo de 21 puentes, y aumentar la seguridad de los viajes, induciendo a que más personas se animen a usar la bicicleta para distancias mayores. Así, vamos estimulando la presencia de un número mayor de ciclistas en la ciudad.

Por último la solución de “entubar” el río y que se convierta en una avenida no resiste ningún análisis. Nuestra propuesta, busca exactamente lo que Karen sueña: construir una avenida, para peatones y ciclistas, respetando el entorno y poniendo en valor un paisaje urbano subvalorado hasta ahora, pero que con estos “eventos” la gente ha vuelto a querer. Prueba de ello, son las miles de personas que recorrían el río con una sonrisa y que no sólo nos dan fuerza para seguir adelante, sino que ayudan a presionar al Estado para que se comprometa con la pronta ejecución del proyecto definitivo.

Como Corporación, estamos conscientes de que falta mucho por hacer y para eso trabajamos en distintos frentes, no sólo en Santiago sino también en regiones, abordando con campañas de educación vial, como “Compartamos la Calle”, las falencias que hoy existen en infraestructura y cultura de movilidad urbana. Es bueno criticar propositivamente, con acciones y argumentos, para que el Gobierno y los ciudadanos podamos avanzar juntos en las propuestas para el Santiago que queremos y no quedarse sólo en las descalificaciones superfluas, que poco aportan al debate.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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