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Esto no tiene nombre

Sergio Velasco de la Cerda
Por : Sergio Velasco de la Cerda Pensar Chile, ex diputado
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Quienes recibieron platas con facturas ideológicamente falsas, no merecen estar en los cargos que hoy ostentan, es más, deberían dar un paso al costado. Seguro que no lo harán. Si fueron capaces de venderle el alma al diablo, les importa un comino que el Gobierno, cada día, muestre un mayor rechazo en las encuestas. Total, ese es un problema del Gobierno y no mío, dice un destacado legislador, cuyo hijo recibió generosos aportes por estudios jamás hechos.


Un cierto olor nauseabundo se siente en las esferas de poder. Pocos  de la clase política y/o empresarial se escapan. La podredumbre ha perforado las bases mismas de la sociedad, contaminando a diestra y siniestra, dejando una estela difícil de borrar, al menos, en corto tiempo.

El destape de la olla llena de carroña putrefacta, emponzoña sin distingo alguno. Las elites privilegiadas, algunas de las cuales aún guardan silencios cómplices. Otras pululan por los tribunales de justicia, con séquitos de abogados, tratando de defender lo indefendible. Algunos, los menos, por decisión de los jueces, van a parar, por algunos días, a cárceles para el jet set, de los delitos de cuello y corbata.

Los fiscales realizan su labor, con enormes dificultades, dado que instituciones como el SII se ha negado sistemáticamente a entregar información requerida o hacerse parte de las denuncias. Las investigaciones van dando luz, en la medida que los persecutores reclaman públicamente que no escondan los antecedentes requeridos. Recién se hacen parte en dos demandas.

La institución de la noticia por “goteo” se ha transformado en un sistema de apuestas. Todos los días aparece un nuevo involucrado. Blancas palomas que recibían dinero para sus campañas electorales, emitiendo boletas ideológicamente falsas. Los mismos desde un principio de la investigación lo negaron todo, sin siquiera arrugárseles la nariz.

[cita] Quienes recibieron platas con facturas ideológicamente falsas, no merecen estar en los cargos que hoy ostentan, es más, deberían dar un paso al costado. Seguro que no lo harán. Si fueron capaces de venderle el alma al diablo, les importa un comino que el Gobierno, cada día, muestre un mayor rechazo en las encuestas. Total, ese es un problema del Gobierno y no mío, dice un destacado legislador, cuyo hijo recibió generosos aportes por estudios jamás hechos.[/cita]

La evasión de impuestos es un robo al Estado. Y quienes roban el dinero de todos los chilenos son ladrones. Al presentar boletas falsas, obtenían rebaja indebida de su base imponible y el pago de menos impuestos. Incluso, en complicidad con funcionarios de SII, procesados algunos, confesos y condenados otros, los que obtenían ilícitas devoluciones de Tesorería Nacional.

La jugada era perfecta, con esos ilegales dineros, financiaban de preferencia a los candidatos de la UDI, solo para aquellos del círculo íntimo, los otros, los del perraje, tenían que arreglárselas por su cuenta y salir a mendigar apoyo de donde fuera. Los que no pertenecían a la “omerta” –cuyo mandamás o coronel, como le gusta a Jovino que le digan, hoy formalizado– no recibían un solo peso, salvo unas cuantas palomas sobrantes.

Los controladores de Empresas Penta, SQM y otras, están en su lógica. Conscientemente concurrían a financiar las campañas de su sector con dineros de sus accionistas y clientes, eran los mecenas que decidían arbitrariamente a quién ayudar para que salieran elegidos y pasar a ser sus títeres en el Parlamento.

Esto no está en cuestión, duele decirlo, pero quien pone la plata coloca la música.

Lo abominable y repulsivo, es la otra cara, de la trágica comedia de la inmoralidad política, sin nombre, que el país sufre de los líderes de Concertación. Hoy jerarcas de la Nueva Mayoría, que sin escrúpulos algunos, corrían a estirar la puruña al yerno de Pinochet, el señor de las cuentas obscuras, el amo de la malversación de los impuestos fiscales.

Vergüenza ajena, dolor, amargura, decepción. No es para menos, señalaba con indignación una presa política de Tejas Verdes, al enterrarse de cómo Julio Ponce se compró a la mitad de los honorables parlamentarios, ministros, y asesores, cuyos padres, hermanos o familiares fueron muertos, asesinados y torturados, los que se vendieron vilmente al mejor postor, igual que Judas, por cuarentas monedas de la indignidad,

Quienes recibieron platas con facturas ideológicamente falsas, no merecen estar en los cargos que hoy ostentan, es más, deberían dar un paso al costado. Seguro que no lo harán. Si fueron capaces de venderle el alma al diablo, les importa un comino que el Gobierno, cada día, muestre un mayor rechazo en las encuestas. Total, ese es un problema del Gobierno y no mío, dice un destacado legislador, cuyo hijo recibió generosos aportes por estudios jamás hechos.

La indignación cunde, la gente está molesta, la juventud muy decepcionada, juntan rabia, como antaño, cuando el dictador hacía y deshacía a su real antojo; lo mismo está pasando con la corrupción a todo nivel, nadie se salva, el cuestionamiento  es generalizado.

Un Gobierno que no gobierna, que solo se lo pasa tratando de justificar lo injustificable, pierde credibilidad, la que cuesta  mucho, pero mucho recuperar. Con malos ministros, involucrados en boletas falsas; peores asesores, que han sido incapaces de conducir los momentos difíciles en que la Presidenta se ha visto involucrada, por causa de su hijo, lo que llama severamente la atención, hasta el más modesto analista de la realidad nacional.

La crisis política está en su mayor apogeo, frente a ello, la solución son medidas drásticas, que aunque sean dolorosas, al mal hay que cortarlo de raíz. Al fin se decidió la Mandataria con el cambio de Gabinete. Un poco tarde, pero más vale tarde que nunca.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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