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Aclaración sobre el liberalismo: respuesta a González

Jean Masoliver Aguirre
Por : Jean Masoliver Aguirre Cientista político, Investigador Fundación para el Progreso
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Antes de todo, agradezco el interés que tiene mi colega Mathieu González por debatir a este nivel de ideas.

La alusión que el politólogo González hace sobre el «extraño silencio» de los liberales me parece bastante acertada. No dudemos ningún instante que, en un marco donde el principio de autoposesión se erige como el elemento rector de la escuela liberal de pensamiento político, la acción de Carabineros fue abusiva. Creo que represento a todos los liberales de este país cuando, mediante estas palabras, condeno lo que hizo el pitonero y cualquier otra medida de represión contra el legítimo derecho de libre asociación y expresión. Para ser aún más claro, Carabineros es efectivamente un instrumento del poder coactivo del Estado y como tal debemos ser vigilantes de su actuar, pero también de quienes les ordenan a hacerlo (los gobernantes de turno). Lo ocurrido con la señorita Estay y el señor Avilés es sin duda deleznable y son necesarias las explicaciones de la institución y el castigo para quien fuera responsable.

Dicho lo anterior, es necesario aclararle al señor González que localiza muy mal el objetivo de la columna de mi autoría que cita. Mi ataque se dirige —y creo ser claro en eso— al intendente Orrego, a su cobardía e ineptitud para cumplir con el único principio que hace legítimo a un gobierno: defender la propiedad y vida de sus ciudadanos. En dicha reflexión señalo que Orrego no otorga garantía alguna de defender estos dos principios señalados, los cuales están íntimamente vinculados a la ética de la autoposesión, esto es, la idea de que el individuo es dueño de sí mismo y es un fin en sí mismo. Nadie tiene poder sobre él más que sus propias decisiones.

[cita]  El liberalismo es muchísimo más que la defensa de la propiedad privada. En la Fundación para el Progreso estamos comprometidos con una idea mucho más amplia del liberalismo que abarca una cultura de la libertad. Al menos este think tank se opone a todo tipo de violencia, a todo tipo de coacción arbitraria que vaya más allá de la legítima defensa. [/cita]

El pitonero de Carabineros infringió el principio de autoposesión del señor Avilés al lanzarle un chorro de agua en el momento en que se estaba manifestando. Aclarado esto, sería importante saber si la manifestación en sí misma implicaba el daño a la vida y propiedad de los otros. Por eso, creo que debemos hacer una distinción: la manifestación y los encapuchados (entendidos como quienes causan destrozos y saqueos). Los segundos –creo también que todos estamos de acuerdo en esto– son completamente nocivos para los principios de una democracia liberal, por eso mismo se les puede aplicar el uso de la fuerza de Carabineros. Ahora bien, sobre el impacto de las manifestaciones en la propiedad y vidas ajenas hay que detenerse a reflexionar.

Convengamos que, en un esquema de libertad, son derechos propios de todo ciudadano manifestarse, asociarse y expresarse siempre y cuando no afecte los derechos de propiedad de otros («Tu libertad termina cuando comienza la del otro», reza la máxima). Una manifestación a esa hora de la noche sin duda iba a afectar el derecho de los ciudadanos de desplazarse libremente para llegar a sus casas. No para actividades suntuarias, sino para una actividad basal del ser humano: habitar su propiedad y disfrutar de su mundo privado.

Para evitar el atropello de los derechos de unos y otros, creo fundamental que los manifestantes y los habitantes de la ciudad desarrollen mecanismos de comunicación lo suficientemente fluidos como para garantizar que ambos derechos coexistan. Pero, al parecer, no hay interés de las partes de establecer un espacio con este objetivo. Tengo confianza en que una mayor civilidad –entendida como la posibilidad de dialogar y convencerse los unos a los otros con respeto, no a imponer términos– decantará en que ambos intereses puedan converger en una expresión práctica y espontánea. De hecho, el gobierno no tendría por qué meterse en esta relación. Los manifestantes suelen considerarse paladines de la democracia. Pues bien, este espacio de encuentro entre habitantes y manifestantes sería una práctica inherentemente democrática y, por supuesto, liberal. No creo que el colega González discrepe conmigo en esto.

El liberalismo es muchísimo más que la defensa de la propiedad privada. En la Fundación para el Progreso estamos comprometidos con una idea mucho más amplia del liberalismo que abarca una cultura de la libertad. Al menos este think tank se opone a todo tipo de violencia, a todo tipo de coacción arbitraria que vaya más allá de la legítima defensa. El liberalismo es una ética de la autoposesión y de la deliberación entre individuos. Esta ética contempla que aquellos que impiden el libre tránsito y el libre disfrute de la propiedad tienen una actitud completamente reprochable. Esta misma ética condena el actuar de Carabineros ese 21 de mayo. Hago eco de esa ética. En eso no hay medias tintas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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