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Aislamiento presidencial

Jean Masoliver Aguirre
Por : Jean Masoliver Aguirre Cientista político
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Bachelet está en guerra con dos de los ministros que deberían tener la mayor importancia en el escenario político: Burgos y Valdés. Mientras la Presidenta no suelta el acelerador en el cónclave (al contrario, aleona a los presentes con videos motivacionales a lo Sampaoli), estos ministros salen a enfrentar a la prensa asegurando que «hay que priorizar». Mientras en el cónclave el ministro de Hacienda no tiene la oportunidad de tomar la palabra —provocando el regocijo del PC y la crispación de la DC—, en público dice que «no se pueden hacer todas las cosas al mismo tiempo». Señales de un gobierno que parece esquizofrénico. Si ellos, que deberían estar escoltándola en las decisiones que toma para dar rumbo al país, no están a su lado, ¿quiénes son la comparsa de la Presidenta? La respuesta es fácil. Su círculo de hierro de turno son Uriarte (la que coordina), Rojas (la que escribe) y Güell (el ideólogo).

Si podemos encontrar una característica del críptico carácter de Su Excelencia es su desconfianza a todo aquel que la rodea. Quizá está justificada. Luego de que sus hijos biológico y político la metieran en el aprieto en el que está, no aparece en público ni con su madre. Los únicos que parecen asesorarla son esta tríada de funcionarios públicos, los cuales parecen tenerla con un velo tan grueso como oscuro está el panorama judicial para la derecha.

El problema es que la Presidenta está tomando decisiones sobre la base de una realidad torcida que su círculo de hierro está narrando. Por eso es que no toma en cuenta a sus ministros y por eso es que el país está como está.

[cita] El problema es que la Presidenta está tomando decisiones con base en una realidad torcida que su círculo de hierro está narrando. Por eso es que no toma en cuenta a sus ministros y por eso es que el país está como está. [/cita]

Llegamos al fatal punto en que Bachelet acaba recordando a esas personas que sufren el triste mal de la demencia senil. Su evolución es casi la misma en todos los ancianos: primero se dan cuenta que se les olvida algo, luego sienten que alguien les movió sus cosas o le robó su dinero y finalmente caen en las tinieblas de la senilidad. Los gerontólogos suelen atribuir esto a la aislación del anciano con su entorno. La Presidenta parece sufrir de lo mismo. Al aislarse de la realidad por sus suspicacias, Bachelet olvida que sin una economía fuerte el país no avanza, siente que quieren desestabilizarla y ahora balbucea un discurso contradictorio.

Cuando una persona sufre de demencia senil también sufren sus familiares. Todos estamos viendo a Bachelet cómo se aísla más y más y se aleja galopando hacia su mágico mundo creado por su círculo de hierro. Si no es capaz de salir del ensueño en el que está sumida, todos lo sufriremos. Somos muchos los que nos preguntamos cómo es que somos administrados por alguien que encarna la contradicción entre pregonar que la política es encuentro comunitario y aislarse de su propia comunidad de origen. Esperemos —aunque la historia nos apueste en contra­— que se dé cuenta pronto de que lo que ve es un mundo de fantasía. Esperemos que este regreso desde la senilidad no llegue demasiado tarde.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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