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Los Derechos Humanos de Felipe Kast: monopolio bajo amenaza

Mijail Bonito Lovio
Por : Mijail Bonito Lovio Ex presidente FEU Derecho Universidad de La Habana
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La existencia de un monopolio es nefasta cuando se hace abuso de la posición dominante en el mercado en contra de aquellos que buscan obtener ciertos bienes y/o servicios.

Eso es lo que pasa a la izquierda cuando nota que el monopolio sobre la defensa de los Derechos Humanos ha cruzado la barrera y descubre, con estupor, a un hereje de centroderecha enarbolando banderas que entienden suyas por derecho propio. La columna de Juan Enrique Pi Arriagada titulada “Los Derechos Humanos de Felipe Kast” es un ejemplo de esto.

Sin mayores argumentaciones que su propio juego de preguntas y respuestas, el autor establece que Felipe Kast no tiene una convicción del valor universal de los Derechos Humanos, dado que sus acciones y las de Evópoli, son solo una “acción diseñada y dirigida contra sus adversarios políticos en Chile”. Basa su conclusión en su “silencio respecto de las violaciones de Derechos Humanos en otros lugares del mundo y su inacción sobre la materia en nuestro país”,  sentenciando que dichas omisiones “lo dejan al descubierto”.

Con un mínimo de investigación y seriedad, el señor Arriagada podría haber constatado que Evópoli es uno de los pocos movimientos políticos que tiene una Comisión de Derechos Humanos desde fecha muy cercana a su conformación y que fue establecida como parte integrante del Comité Programático del partido. Dicha Comisión no solo ha opinado sobre Cuba y Venezuela, sino también sobre Corea del Norte, China, Libia, la Base Naval de Guantánamo y ha condenado abiertamente las violaciones a los Derechos Humanos que ocurrieron en Chile durante la dictadura. Lo mismo ha sucedido desde el Centro de Estudios Horizontal.

Bastaba que el señor Arriagada se hubiese dado el trabajo de evaluar las votaciones del diputado Kast y se habría dado cuenta que hace tres semanas fue el único diputado de oposición que votó a favor, en la Comisión de DD.HH., de un Proyecto de Ley para compensar a torturados durante la dictadura militar chilena.

Más aún, con motivo de la muerte de Manuel Contreras, el diputado Kast lideró el proceso para que los cuatro presidentes de la oposición condenaran en conjunto y públicamente la sistemática violación a los Derechos Humanos durante el período dictatorial chileno. En este documento se expresa: «Es necesario condenar la violación a los derechos humanos ocurrida en Chile, y particularmente aquellas articuladas por Manuel Contreras, ex director de la Dina condenado por los tribunales de justicia».

[cita] Condenar esas acciones como país, despolitizar el monopolio de los Derechos Humanos es una muestra de convicción de universalidad real. Levantar barreras de entrada para esconder el tejado de vidrio de la inconsecuencia, es hacer uso de una amenazada posición dominante en un mercado, donde cuarenta y nueve señoras en una Isla no muy distante serán apaleadas el próximo domingo. [/cita]

En aras de establecer verdad y justicia, Kast es coautor junto al diputado Tucapel Jiménez y otros miembros de la Comisión de DD.HH. y Pueblos Originarios de la Cámara de Diputados, de un Proyecto de Ley que “elimina las disposiciones dictadas en la ley 18.771, de 1989, que facultó a las Fuerzas Armadas y al Ministerio de Defensa a eliminar documentación en lugar de su envío al Archivo Nacional”. Los autores del proyecto, señalaron que dicha norma “ha facilitado la eliminación de documentación y archivos militares que pudieron haber sido no sólo útiles, sino que indispensables para realizar y/o concretar investigaciones judiciales respecto de las violaciones de los derechos humanos por parte de militares y civiles en dictadura”. A ese respecto el diputado Kast señaló: “Chile ha cambiado. Chile hacia el futuro quiere tener esas garantías y, por lo tanto, es un avance importante. No sabemos qué implicancias va a tener, pero es un mínimo en una democracia moderna que nos parece razonable y sano implementar”.

No es responsabilidad del diputado Kast la ruptura del tejado de vidrio de una izquierda permisiva y elogiadora de los gobiernos de Cuba y Venezuela y tremendamente crítica, con justa razón, de lo sucedido en Chile.

Si nuestra izquierda fuera igual de consistente en su condena a las violaciones a los DD.HH. en dictaduras actuales de su signo político como lo ha sido con la dictadura militar chilena, la columna del señor Pi Arriagada no tendría razón de ser, y el violento arresto de Felipe Kast en La Habana, en lugar de desatar una avalancha de críticas mal informadas, habría provocado una ola de rechazo y una condena inequívoca a un régimen que, por más de 56 años, ha violado todos y cada uno de los derechos del pueblo cubano.

Es la vigésimo primera vez consecutiva que las Damas de Blanco son violentamente arrestadas por caminar en silencio con flores en las manos, sin interrumpir siquiera el tránsito vehicular. Condenar con la misma premura con que se desacredita al diputado Kast esta violación, ahora tan evidente para el público chileno, sería una muestra de la verdadera convicción universal de los Derechos Humanos por parte de la izquierda. Ningún integrante de la Nueva Mayoría lo ha hecho, con la excepción de aquellos que siempre han expresado dicha condena sin titubeos y no están interesados en capitalizar la defensa de los Derechos Humanos. Ellos buscan mirar la luz y no las manchas.

Hasta hoy, el arresto en La Habana de las cuarenta y nueve Damas de Blanco, no ha sido tema para la izquierda, mucho más ocupada en lograr el descrédito del diputado Kast por osar entrar a un mercado que les pertenece. Así de universal es la convicción que demuestran.

En lugar de preocuparse del viaje del diputado Kast o “demostrar” que por no haber ido a China a protestar por las violaciones a los Derechos Humanos no tiene convicción universal de los mismos, los críticos deberían tener en cuenta que en Cuba se violan los Derechos Humanos a diario, que la falta de libertades dura ya 56 años y que, mientras redacto estas líneas, las Damas de Blanco están siendo vigiladas en sus casas.

Condenar esas acciones como país, despolitizar el monopolio de los Derechos Humanos es una muestra de convicción de universalidad real. Levantar barreras de entrada para esconder el tejado de vidrio de la inconsecuencia, es hacer uso de una amenazada posición dominante en un mercado, donde cuarenta y nueve señoras en una Isla no muy distante serán apaleadas el próximo domingo.

Como cubano que también soy, solo pido se tenga respeto por el sufrimiento que vive mi pueblo desde hace décadas y se tome en cuenta el gesto de alguien que estuvo dispuesto a caminar junto a esas mujeres que son golpeadas por su propio gobierno cada vez que se manifiestan. Ojalá muchos tengan la valentía que tuvo el diputado Kast, para que el próximo domingo se sumen a esa marcha y entiendan, al menos por un día, lo que viven todas las semanas las Damas de Blanco. La solidaridad es una formidable arma contra una dictadura. Chile lo conoce de memoria.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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