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Buena crisis

Aldo Torres Baeza
Por : Aldo Torres Baeza Politólogo. Director de Contenidos, Fundación NAZCA
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Dicen que Miguel Ángel lanzaba las piedras, que luego serían sus esculturas, desde lo más alto de una montaña. Mientras caía, la piedra iba desprendiéndose de todo lo sobrante. Al final, solo quedaba la esencia. Desde ahí empezaba sus esculturas. Algo de eso está pasando en Chile, que, mientras cae en la montaña, va desprendiéndose de mitos y subterfugios, de irrealidades y engaños.

Sucedió cuando corroboramos lo que se presentía: la elite política, de aquí y allá, eran trabajadores a sueldos de grupos privados. Sucedió con los violadores de derechos humanos. Sucede con los descomunales egos de señores, desde Piñera a Lagos, que no resisten esperar un par de años para comenzar a candidatearse. Hoy sucede con la más alta jerarquía de la Iglesia católica. Poco a poco, caen todos los dispositivos ideológicos sobre los cuales se sustentaba la institucionalidad de un país. Chile está en crisis. Y en la crisis se evidencia quiénes realmente somos.

Para Thomas Kuhn, existe una relación entre la crisis y los cambios de paradigma. Según él, el camino hacia un nuevo paradigma tendría los siguientes pasos:

  1. Establecimiento de paradigma: estamos bien, nadie cuestiona nada. Reina la comodidad.
  2. Ciencia normal: a partir del paradigma se describe la realidad. Pero a medida que se avanza, se encuentran contradicciones y paradojas. Se comienza a contradecir el paradigma. Hay algo que anda mal.
  3. Crisis: la acumulación de contradicciones permite dudar del paradigma inicial. Nace la desconfianza. Eso que anda mal ya no da para más.
  4. Revolución científica. se plantea una nueva teoría, con cambios fundacionales.
  5. Cambio de paradigma: nace una nueva forma de entender la realidad.

[cita] ¿Qué pasará en Chile, un país conservador e institucionalista, que debió ver las boletas falsas para entender que había corrupción, que necesita la evidencia de los correos para entender los macabros jueguitos del poder al interior de la Iglesia? Y la pregunta que subyace: ¿seguirán ganando los malos? [/cita]

En Chile, la constante acumulación de contradicciones nos dice que algo anda mal, algo en las entrañas anda mal, muy mal. El tema es ¿qué pasará con eso que anda mal? Para responder a esa pregunta, es inevitable pensar que la crisis será, al fin y al cabo, lo que hagamos de ella. En la crisis hay una continuidad, o discontinuidad, entre lo que se fue y lo que se llegará a ser. Eso implica una renuncia de algo que fuimos, para acercarse a lo que seremos.

¿Cuánto se estará dispuesto a renunciar para acercarse a lo que seremos?, ¿estará Chile dispuesto a sacrificar la supuesta estabilidad económica a favor de un poquito de justicia social?, ¿qué pasará en Chile, un país conservador e institucionalista, que debió ver las boletas falsas para entender que había corrupción, que necesita la evidencia de los correos para entender los macabros jueguitos del poder al interior de la Iglesia? Y la pregunta que subyace: ¿seguirán ganando los malos?

Ante todo esto, es bueno recordar que todos los grandes genios de la humanidad, así como muchos países, debieron enfrentar momentos de crisis que luego les permitieron convertirse en lo que son. Son ellos quienes han logrado describir la realidad, robarle secretos a la muerte y, en fin, transfigurar lo conocido. Saramago decía que un pesimista es un optimista informado. Žižek desconfía de la felicidad.

Por mi parte, creo que hay algo misteriosamente extravagante en las tragedias, una sensual belleza en las crisis y, por supuesto, algo cínico y pavoroso en la conformidad. En fin, me agrada la crisis. Sobre todo, porque en la crisis hay sospecha. Y solo sospechando se pueden ver las verdaderas caras del poder.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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