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Desafíos de una nueva generación política

Felipe Mancilla
Por : Felipe Mancilla Socialcristianos Por Chile
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La política en Chile no pasa por un buen momento, a los ya conocidos hechos de corrupción y financiamiento irregular en las campañas políticas, dados por los casos Penta, Soquimich y Caval, se suma el mal comportamiento de parlamentarios, como el Senador Jorge Pizarro, que en momentos cuando su región y sus electores sufrían las consecuencias de un terremoto, él sin pudor al qué dirán, disfrutaba del mundial de rugby en el viejo continente.

A lo anterior, se suman las erróneas e inoportunas palabras del Senador Ignacio Walker en contra de Eduardo Engel y de su loable labor a cargo del Consejo Anticorrupción, que tal como señalara con frases como “la política es algo demasiado serio como para dejárselo a intelectuales que desconocen la historia de Chile y de sus partidos” no hacen más que mostrar el peor rostro de la política, sino que también, la peor cultura antidemocrática.

Como tampoco se puede olvidar, la ausencia deliberada de nuestros parlamentarios – más de 70 – a la votación del proyecto que buscaba la pérdida de escaños a quienes infringieran la ley electoral.

Así mismo, el aumento de la desconfianza – que se plasma encuesta tras encuesta- por parte de la ciudadanía a los partidos políticos –3% de confianza según las mediciones más favorables-, al gobierno y al congreso, parecieran ser respuestas justificadas al bajo estándar ético y moral que se autoimpuesto la clase política en su diario actuar. El problema surge, cuando por medio de dicho comportamiento de nuestra clase política, la calidad de nuestra democracia e instituciones se debilita, malogrando la verdadera esencia de un país serio.

Ejemplo de lo anterior en nuestra querida América Latina hay por montones. Al debilitamiento de la democracia y de las instituciones, tristemente –y esperemos que no ocurra en nuestro país- devienen los populismos mesiánicos, aquellos que prometen ser los salvavidas y refundadores tanto de las instituciones como de la patria, pero que para mal, no hacen más que profundizar una crisis de debilidad democrática.

[cita] En contraposición al triste escenario que vive nuestra política en Chile, se hace camino el encumbramiento y generación de nuevas organizaciones políticas, que libradas y ajenas a todo mal comportamiento, buscan elevar el nivel de discusión política, anteponiendo las ideas y principios por delante, pero por sobre todo, invitando a cuestionarse Chile, ofreciendo una visión de hombre y sociedad que trascienda las generaciones.[/cita]

En contraposición al triste escenario que vive nuestra política en Chile, se hace camino el encumbramiento y generación de nuevas organizaciones políticas, que libradas y ajenas a todo mal comportamiento, buscan elevar el nivel de discusión política, anteponiendo las ideas y principios por delante, pero por sobre todo, invitando a cuestionarse Chile, ofreciendo una visión de hombre y sociedad que trascienda las generaciones.

Justamente serán éstas nuevas estructuras políticas, principalmente aquellas lideradas por los jóvenes, quienes tendrán la noble y primera misión, de realizar aquella tarea de la cual hasta ahora sus pares políticos han olvidado, como lo es tener –constantemente- que revalorizar la política, independiente de las ideas que se persigan – la cuales son muy legítimas-, pero cuya revalorización, es sin duda alguna, una tarea transversal a toda agrupación e ideología. Pues no debemos olvidar, por muy cuestionada que se encuentre la política, que ésta siempre es necesaria para la construcción de la nación, de ahí el interés, de tener que estar constantemente revalorizándola, pero también renovándola.

Solo de esta manera, Chile podrá revalorizar la actividad pública, devolviendo un aceptable nivel de confianza, pero por sobre todo, evitando la aparición de políticos no virtuosos, que más que la construcción del bien común, parecieran estar constreñidos por los intereses particulares.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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