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Extremismo de centro y extremismo de derecha: respuesta a Atria

Miguel Vatter
Por : Miguel Vatter Profesor NSW (Australia) y Profesor visitante Escuela de Gobierno-UAI
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En su largo artículo, Fernando Atria parece confundirse de géneros entre un discurso académico y uno público, citando no solamente a Schmitt y Kelsen, sino también a sus propios textos y acusándome de no haberlo leído o haberlo leído mal. Si yo respondiera en este espacio, citando autores (incluido a uno mismo), sería un ejercicio aburrido y pedante. Algo más apropiado para eso es el espacio de revistas académicas serias, donde, por cierto, ni yo ni mucho menos Atria, figuramos en tanto especialistas reconocidos de Schmitt o de Kelsen.

En realidad fue precisamente el uso de citas e ideas de Schmitt en los libros de Atria lo que me causó y causa de nuevo estupor. Cuando Atria cita a Schmitt diciendo que tanto el pueblo como el rey son portadores de un poder constituyente extralegal, cuando cita pasajes de Schmitt en los cuales aparece la palabra “democracia”, Atria realmente parece pensar que Schmitt usa esta palabra de la misma manera en que la entendemos yo y él (Atria). Ahora bien, esto no es el caso. Schmitt usa la palabra pueblo y la idea de democracia más o menos de la misma manera en la cual, hoy en día en Alemania, grupos de alemanes se juntan en las calles para rechazar la acogida de inmigrantes bajo el lema “Wir sind das Volk” («Nosotros somos el pueblo»): es decir, aquellos que no son identificables como “alemanes,” no serían parte del pueblo alemán, a pesar de lo que dice la Constitución alemana.

La “teoría constitucional” de Schmitt habla de democracia porque es un texto escrito en democracia, pero con el propósito de defender una idea de Constitución radicalmente antirrepublicana. En realidad, cada vez que Schmitt habla del pueblo y de la democracia, en cada uno de sus textos, es de la misma y exacta manera en la cual Hobbes argumentó, con toda seriedad, de que el rey era el pueblo, dado que el rey era portador de la Persona del pueblo. Por eso, se puede entender el apego de Guzmán a tal “teoría constitucional”, pero me causa perplejidad la misma devoción en Atria.

[cita tipo=»destaque»]Una última palabra sobre la fórmula “extremismo de centro” con la cual Atria parece querer captar el sentido de una revolución legal que propuse en mi respuesta a Cristi: me quedo con la fórmula. Nada más revolucionario de un gobierno que pusiera realmente las leyes por encima de las personas (en su sentido schmittiano), que rechazara todo misticismo del Estado, que se dedicara a realizar las promesas formuladas en una Constitución republicana.[/cita]

Atria dice que yo tengo interés en causar un “celebrity deathmatch” entre él y Peña. Difícil ver cómo una columna mía pueda aportar en nada a la maestría con la cual ambos se ponen en escena en el debate público en Chile. Pero confieso que a mí no me interesa, por así decir, lo que dice la persona o el personaje Atria, sino más bien me interesa si en aquello que dice Atria haya algo que valga la pena pensar, y de pensarlo de manera impersonal. Es verdad que en mi primera columna, Atria y Peña figuran como nombres que valen por dos posiciones filosóficas, antes representadas por Schmitt y Kelsen. Citando su propia discusión de la polémica entre Schmitt y Kelsen, absolutamente central en su libro, Atria me da la razón. Ahora, si Atria me viene a decir que esa no es su posición, que el pensamiento-Atria es otro, lo lamento por el “pensamiento-Atria”, ya que no era el propósito de mi columna rendir cuenta de su libro.

Si queremos hablar de constituciones y de constitucionalismo hay siempre que tener claro que existen dos opciones, las cuales no son reconciliables: o gobierno de las leyes o gobierno de las personas. Schmitt piensa que la segunda opción es inevitable, porque cree que detrás de cada ley hay una decisión de una persona con autoridad para decidir su sentido – cuando Atria define la Constitución en función de la decisión, adopta esta posición–. Además, para Schmitt, estas decisiones no son subjetivas, sino más bien son decisiones de personas “jurídicas” pero al mismo tiempo extralegales: tales son para Schmitt el pueblo y el monarca. Pero como el pueblo, para Schmitt, no puede lógicamente representarse a sí mismo, por lo cual lo tiene que hacer a través de una persona, entonces quedamos con la única posibilidad actual para Schmitt, a saber, que el pueblo existe políticamente solamente en la persona y la decisión del soberano.

Una última palabra sobre la fórmula “extremismo de centro” con la cual Atria parece querer captar el sentido de una revolución legal que propuse en mi respuesta a Cristi: me quedo con la fórmula. Nada más revolucionario de un gobierno que pusiera realmente las leyes por encima de las personas (en su sentido schmittiano), que rechazara todo misticismo del Estado, que se dedicara a realizar las promesas formuladas en una Constitución republicana.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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