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Chiloé y la utopía de los mercados autorregulados

Pedro Tejo
Por : Pedro Tejo Profesor Universidad Central y Universidad Alberto Hurtado
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Los días de lluvia predisponen a una mayor lectura. Reviso el libro La Gran Transformación de Karl Polanyi, quien después de la segunda Guerra Mundial fue profesor en la Universidad de Columbia de Nueva York. Afirma que una economía de mercado desarraigada de su entorno y por completo autorregulada es un proyecto utópico. Desde las primeras páginas de su libro sostiene que es algo que no puede existir. Tal institución –afirma- no podría existir durante largo tiempo sin aniquilar la sustancia humana y natural de la sociedad. Habría destruido físicamente al hombre y transformado su ambiente en un desierto.

Algunos de los argumentos rozan la moral. Tratar a los seres humanos y la naturaleza como objetos cuyo precio se determina por entero mediante el mercado es simple y llanamente un error. Viola los principios que rigieron a las sociedades durante siglos.

Como no intercalar aquí esa pregunta de Neruda sobre Machu Picchu: «piedra en la piedra, ¿el hombre dónde estuvo?» ¿Es posible decir, entonces, que fue el hombre anónimo, tan distante de la economía de mercado, el que alzó ese extraordinario monumento de piedra?
Polanyi destaca que la tradición del pensamiento económico moderno hasta nuestros días, descansa en el concepto de la economía como un sistema de mercados entrelazados que de manera automática ajusta la oferta y la demanda, mediante el mecanismo de los precios. La segunda argumentación de Polanyi para rebatir la autorregulación, es que el Estado, entre otras cosas, debe ajustar el dinero para evitar la inflación, activar la demanda para salir del desempleo, o influir en el uso de la tierra para ordenar la urbanización.

Sostiene Polanyi que los mercados autorregulados empujan de forma constante a las sociedades humanas al borde de un precipicio. Pero conforme se hacen evidentes las consecuencias de los mercados irrestrictos, los pueblos se resisten, se niegan a la complicidad. Más de tres décadas han pasado desde que Polanyi puso por escrito estos argumentos.
[cita tipo=»destaque»]Sostiene Polanyi que los mercados autorregulados empujan de forma constante a las sociedades humanas al borde de un precipicio. Pero conforme se hacen evidentes las consecuencias de los mercados irrestrictos, los pueblos se resisten, se niegan a la complicidad.[/cita]

La lluvia del sur de Chile desde una ventana de la ciudad de Puerto Varas y geográficamente tan cercana al drama de Chiloé, me induce a otras lecturas que me resultan complementarias y el afán de compartirlas. Organismos internacionales especializados sostienen que en la actualidad, el desarrollo tecnológico mundial ha facilitado una explotación del mar hasta tal punto que se ha superado la capacidad de regeneración de los inventarios pesqueros.

Casi el 75 por ciento de las reservas pesqueras de los océanos experimentan sobrepesca o están siendo extraídas hasta su límite biológico (FAO, 2006).
Y para que en este relato no quede fuera el Estado, habría que agregar un Informe del Servicio de Inspección y Sanidad Agropecuaria del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, titulado “Riesgos y factores que inciden en la propagación del virus ISA en Chile” (2007). Este documento, da cuenta de las grandes mortalidades provocadas por el ISA, de la excesiva manipulación de los peces, de lo cerrado de los sitios marinos donde se encuentran muchos centros de cultivo.

¿Tiene razón Polanyi cuando dice que la economía de mercado autorregulada es un proyecto utópico?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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