Publicidad

Trump, Clinton y los peligros del no relato

Rodrigo Sepúlveda
Por : Rodrigo Sepúlveda profesor de Historia, estudiante de Magister en Relaciones Internacionales PUCV
Ver Más


La contienda electoral norteamericana se vive en un contexto político polarizado y con un porcentaje de indecisos del 11%, según una encuesta de la revista Time. A este tenor político hay que sumarle el caudal informativo al que el ciudadano 2.0 (quizá por eso se defina así) está sometido por la mediatización de la política a través de las redes sociales, que se vuelven herramientas poderosas para comunicar mensajes pero, al mismo tiempo, crean una paradoja: se puede informar más pero no mejor, o sea, hay más opciones de emitir el mensaje y de hacerlo más prontamente, pero se hace más difícil que el receptor se vincule con el mismo mensaje y también con el mensajero, dada la enorme cantidad de información que reciben.

Se hace necesario, entonces, que los nuevos políticos, los 2.0, tengan la capacidad de encantar a los votantes y movilizarlos hacia su sector. Objetivo que se logra con el uso apropiado, sistemático y eficiente del “relato político” y el storytelling, entendido el primero como la formalización de sus ideales y propuestas en una historia convincente y capaz de superar el endémico estado individualista de la sociedad, para dar paso al nosotros como entidad política unificada, y el segundo como la formalización de una historia personal que emocione a los votantes utilizando las técnicas del marketing y la publicidad.

¿Trump y Clinton tienen esa historia personal detrás que motive y movilice? ¿Existe un reasonwhy para que los votantes acudan a las urnas? Y, lo más importante, ¿son capaces de generar no solo un apoyo en cuanto votante sino además una adhesión ciudadana capaz de sostener a un próximo gobierno? A mí parecer, no.

En primer lugar, el candidato republicano ha generado un no relato a base de discriminar y excluir: la antítesis a un verdadero relato (que tiende a ir del yo al nosotros) y ha entablado una relación con el votante que emana desde la más pura segregación. ¿Superará su no relato a la máquina del establishment que es Clinton? Y si esto último sucediese, ¿cómo estructuraría un gobierno nacional sobre la base de la exclusión? ¿Cuánto desestabilizaría al sistema internacional su presencia?

[cita tipo=»deestaque»]El candidato republicano ha generado un no relato a base de discriminar y excluir: la antítesis a un verdadero relato (que tiende a ir del yo al nosotros) y ha entablado una relación con el votante que emana desde la más pura segregación. ¿Superará su no relato a la máquina del establishment que es Clinton? Y si esto último sucediese, ¿cómo estructuraría un gobierno nacional sobre la base de la exclusión? ¿Cuánto desestabilizaría al sistema internacional su presencia?[/cita]

¿Y Clinton? ¿Alguien conoce el lema de campaña de la ex Secretaria de Estado de Obama? Probablemente no. Y es aquí donde surge el peligro latente de la candidatura de Clinton: que no ha logrado cuajar un discurso propio, salvo mostrarse como lo opuesto a Trump. No ser Trump ha sido su no relato, el que tiene escasa proyección. ¿Cómo movilizará a los descontentos e indecisos, a ese ciudadano 2.0 con ese no relato? Y si venciera, ¿hasta dónde podría durar el consentimiento público a un gobierno que se base en solo ser oposición a otro?

En un mundo convulsionado como el de hoy, los dos candidatos a la presidencia del país más influyente del mundo están en deuda con sus votantes. Ambos han producido un no relato que pone en serio riesgo al sistema internacional. ¿Cuánto afectará ese no relato al futuro sistema internacional? Habrá que esperar a noviembre y ver los resultados de la, quizás, más importante elección de los últimos tiempos para Estados Unidos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias