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De cómo yo catapulté a Lagos

«Es verdad que Lagos es un mal candidato y ha estado casi invariablemente equivocado, salvo cuando bajo su gobierno instituyó el superávit estructural y las leyes MK I y MK II. Es verdad que tiene prontuario, pero el de Piñera es más negro. Y éste es, además, tramposo».


Cuando el 5 de junio pasado escribí aquí que los de la verdadera derecha considerábamos a Lagos un mal menor en comparación con Piñera y que, si en mala hora ambos pasaban a segunda vuelta, nos inclinaríamos por el primero, “La Segunda” lo destacó en primera página y pocos días después el PPD, partido fundado por Lagos, proclamó a éste como su candidato presidencial. Algunos dirán que estoy incurriendo en la falacia “post hoc, ergo propter hoc” (“algo sucede primero, luego a eso se debe lo que sucede después”), pero los hechos tuvieron lugar así y no era ni es aventurado pensar que en el PPD pensaron que mi anuncio haría realidad el axioma de Nicanor Parra, “la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”, y lanzaron al candidato para lograr concretarlo.

Pero es verdad que Lagos es un mal candidato y ha estado casi invariablemente equivocado, salvo cuando bajo su gobierno instituyó el superávit estructural y las leyes MK I y MK II. Es verdad que tiene prontuario, pero el de Piñera es más negro. Y éste es, además, tramposo: consiguió el voto militar prometiéndoles juicios justos y prescripción a los presos y procesados políticos uniformados y después se convirtió en cómplice activo de los jueces prevaricadores de izquierda que los encarcelaban y triplicó el número de querellas ilegales contra ellos.

Su traslado de oficiales presos del penal Cordillera a Punta Peuco fue simplemente escandaloso, bajo el símbolo de la hoz y el martillo instalado con su venia en la puerta del primer penal y con los oficiales sometidos a los insultos y pedradas del grupo armado comunista, con la vergonzosa colaboración de la televisión autorizada por el Gobierno. El suicidio del general Mena, un hombre intachable e inocente, a quien Piñera le denegó el indulto que le había dejado listo la propia Michelle Bachelet al terminar su período, fue sólo un jalón más de la traición.

Por otra parte, el mito de que Piñera gobernó bien no resiste análisis. Su gestión partió bajo un impulso sin precedentes que le heredó Andrés Velasco, quien aumentó en 16,5% –cifra nunca antes vista– el gasto público de 2009 y apeló a gran parte de las reservas acumuladas en los fondos soberanos durante los años de las “vacas gordas”. Esto financió la reconstrucción en 2010 tras el 27/F y creó medio millón de empleos ese año. Piñera, que es más socialista que Lagos, se dedicó a inventar más ministerios por populismo puro (Lagos es partidario de disminuir su número) y a subir impuestos (mientras con sus leyes del mercado de capitales, Lagos creó importantes exenciones que impulsaron el crecimiento).

Por eso, tras el 5,8% de crecimiento logrado por Piñera en 2011 gracias al impulso de Velasco, el país creció cada año menos en los siguientes ejercicios y en su última estadística ocupacional, del primer trimestre de 2014, mostró un repunte del desempleo a 6,4%. Y eso que además del regalo de Velasco, Piñera recibió otro: el cobre llegó hasta US$4,50 por libra bajo su mandato. Hoy vale menos de la mitad. Lo de “Piñera creador de empleos”, entonces, es un mito. Es un subidor de impuestos para darles en el gusto a los comunistas, como lo hizo aumentando el royalty, que fue idea de ellos y de su pre-candidato presidencial Jorge Lavanderos; y subiendo los demás tributos mediante la populista reforma tributaria que le pedía la calle, liderada por la comunista Camila Vallejos en 2011, gravamen que condujo a que la economía creciera cada vez menos en 2012 y 2013.

Fue el mismísimo Piñera quien proclamó al comunista Volodia Teitelboim como un “gigante de la historia de Chile” y quien se plantó a la cabeza de la guardia de honor junto al féretro de Hugo Chávez.

Por una ironía del destino, el único partido confesamente piñerista actual está constituido por los restos náufragos de la UDI, ex colectividad de derecha que el hábil especulador ya ha adquirido al mejor postor. En una sala semivacía sus parlamentarios prescinden de todos sus principios, de la verdad histórica y de que Piñera fue el principal detractor y destructor de la propia UDI y cómplice de la conspiración Spiniak y de la maniobra para impedir el apoyo de RN al candidato Lavín en 2005, y hoy proclaman su piñerismo, cegados por encuestas que ni siquiera han leído bien.

Pues se equivocan, porque la única que ha medido los nombres de Lagos y Piñera en una eventual segunda vuelta, la de Cerc-Mori de julio de 2016, declaró a Lagos arriba por 28% vs. 26% de Piñera, con un 40% de abstención.

Los de la verdadera derecha, es decir, la de los que fuimos del “Sí”, apoyamos al Gobierno Militar, defendemos su legado, somos partidarios de una sociedad libre en lo económico-social y conservadora en lo valórico y nos resistimos a repetir las consignas comunistas, tenemos un candidato presidencial: José Antonio Kast. Estamos reuniendo exitosamente firmas para inscribirlo en la primera vuelta presidencial. Previo a ella la ley le dará la oportunidad de plantear al país las ideas, principios y verdades a las cuales la actual corriente dominante no les da cabida en los medios y que los dirigentes de los ex partidos de derecha han abandonado.

Por ahora reiteramos que, si la desinformación popular conduce a que pasen a segunda vuelta dos malos candidatos, como lo son Lagos y Piñera, votaremos por el primero, reconociéndole sólo una virtud: la de que el otro es peor que él.

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