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Infidelidades

Bruno Ebner
Por : Bruno Ebner ‎Periodista y realizador independiente
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Hasta hace poco, la DC chilena sufría del mal de la mujer golpeada. Su coalición o “acuerdo programático”, como les gusta llamar a los “príncipes” del partido a ese engendro llamado Nueva Mayoría, la ha basureado, ninguneado y golpeado como pocas veces se ha visto en la política nacional. Un bullying o violencia intrafamiliar que hacía a la antigua falange gritar de dolor de la casa para adentro. No obstante, a las críticas de afuera se imponía siempre la defensa a este marido golpeador e infiel que resultaron ser los partidos de izquierda del conglomerado.

Sin embargo, da la impresión de que el episodio de Mariana Aylwin con Cuba, y la reacción gaseosa e impresentable del PC, logró que esta vilipendiada colectividad decidiera finalmente denunciar estas agresiones ante la policía de la opinión pública. Da, asimismo, la impresión de que ahora sí no hay vuelta atrás. La fractura familiar se completó y la mujer no puede volver a casa a seguir compartiendo techo con el esposo violento y adúltero. Y si lo hace caería en el profundo descrédito político.

En las familias, muchas veces pesa más el dinero y la estabilidad que el amor mismo. Muchas mujeres agredidas o engañadas prefieren hacer la vista gorda a los excesos del marido y no perder su colchón. Por estatus, por el qué dirán o por no renunciar a sus comodidades. O a lo poco que tienen. Haciendo el comparativo, si luego de todos estos golpes e infidelidades la DC no le pide el divorcio a la NM o logra marginar al PC, que ejerce como amante del PS, PPD y PR, significa que para el partido de centro pesan más las prebendas de estar en La Moneda y alimentar a sus militantes con cargos públicos, que los principios que sustentan a la flecha roja. Y aunque intenten insistir con ese chicloso mantra del acercamiento entre el centro y la izquierda, ya está claro que no resultó y que mantenerlo es mantener la chapucera pantalla de que en la familia todo va bien cuando todo el mundo sabe que no se soportan. Y menos en una donde la esposa fiel y la amante comparten la casa.

[cita tipo=»destaque»]La DC es la esposa devota que construyó el nido llamado Concertación, lo alimentó e hizo crecer durante más de 25 años, creyendo que fabricaba una casa fuerte y un buen espacio común para el futuro. El PC, por su parte, llegó a la casa hace tres años como una hija adoptiva que en poco tiempo se transformó en la amante del marido. A lo Woody Allen.[/cita]

Porque, en el fondo, es eso. La DC es la esposa fiel que construyó el nido llamado Concertación, lo alimentó e hizo crecer durante más de 25 años, creyendo que fabricaba una casa fuerte y un buen espacio común para el futuro. El PC, por su parte, llegó a la casa hace tres años como una hija adoptiva que en poco tiempo se transformó en la amante del marido. A lo Woody Allen. Tal cual. Seducido por los nuevos aires que traía la niña bonita, el marido PS-PPD-PR denostó todo lo construido en tantos años y, junto a la joven amante, se embarcó en una amorosa aventura de reformas quizás bienintencionadas pero mal hechas, y chillonas consignas refundacionales, dilapidando así todo el capital político ahorrado desde la vuelta a la democracia.

Y ahí quedó la señora DC, traicionada, cornuda, soportando además humillaciones en la cara de parte de la concubina hippie y liberal, y con más “onda”, en su propia y ya derruida casa. La última, un escupitajo en la cara. Acusar a la hija del ex Presidente Aylwin de montar una “burda operación” para “desestabilizar” a la dictadura cubana (lenguaje muy propio de las autarquías tropicales) no resiste ningún análisis más que comprobar que es el PC el burdo, que desprecia enormemente a la DC y que las diferencias entre ambos son imposibles de arreglar.

Así, uno de los dos se tiene que ir. El PC no da muestras de querer salir de aquella casa tan cómoda que encontró en La Moneda; es la “Lolita”, la niña mimada e intocable de Palacio (no lo sabrá Jorge Burgos). Está tan a gusto que ha renunciado al candidato presidencial propio y coquetea abiertamente con Alejandro Guillier. La DC, por su parte, casi no concibe no llevar un candidato a primera vuelta y no se imagina votando junto al PC y a su infiel marido por el antiguo rostro de televisión. Un curioso líder que, por cierto, ahora como político habla menos que cuando trabajaba como periodista y le exigía a sus hoy compañeros pronunciarse con claridad.

Pero ése es tema de otro análisis.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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