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Cada crisis es una oportunidad

Diego Morales
Por : Diego Morales Estudiante Doctorado en Neurociencias USACH
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Durante las últimas semanas, mucho se ha hablado del Doctor Soto y sus dichos sobre el origen emocional del cáncer. Opiniones y columnas se han escrito abordando distintos aspectos: Algunos más técnicos intentando dar un contrapunto y otros, enfocados en las carencias del sistema público, intentando dar una explicación de porqué existe tanta apreciación por el discurso del doctor, cuando a todas luces, técnicamente no se sostiene. En esta columna me enfocare en algo distinto. Me centraré en la oportunidad que tenemos en la coyuntura para poner sobre la mesa la labor social de la ciencia como su centralidad en los futuros debates que tendremos que afrontar como sociedad, en especial, las fuerzas de cambio llamadas a reestructurar ética y normativamente, nuestro país.

Para nadie es extraño que cuando hablamos de ciencia y tecnología tengamos la sensación de que se trata de un sector estratégico para el desarrollo país. Autoridades de toda índole han recalcado la importancia de la investigación y la innovación en la mejora técnica de la producción y diversificación como de otros efectos mas fáciles de socializar, como son, nuevos tratamientos, tecnología personalizada en el diario vivir y medicamentos. En este contexto, incluso parece irrisoria la siguiente pregunta, pero la verdad, es de los más pertinente ¿Son la ciencia y la tecnología, hoy en día, socialmente valoradas por su labor social? ¿Existe una suerte de “chorreo” de los beneficios del saber técnico que beneficia en gran medida a la gente involucrada en el área académica-productiva y que, conforme nos desplazamos lejos de las facultades y centros de pensamiento, se diluyen sus beneficios y, por tanto, su apreciación?.  Personalmente soy un convencido de que el saber, entendido como el conocimiento almacenado y posible de adquirir mediante la instrucción práctica y teórica, debe ser socializado. Vale decir, debemos como sociedad derribar todas las barreras posibles al libre curso del conocimiento, esto incluye pero no limita, las restrictivas políticas de copryright, el sofware libre, el pago por publicar y leer prensa científica, la selección educacional, el perfeccionamiento profesional y la divulgación científica. Y el problema que cae de cajón con estas propuestas es que a la mayoría de la población le son entelequias, problemáticas de 2° o 3° orden. Y cómo culparlos, frente a la desigualdad social, el hacinamiento, el crimen y la corrupción, tener que pagar $40 US por un paper de ciencias es problema de la academia. No solo eso, las mismas interacciones entre la gente y la ciencia en espacios comunes, como la medicina o el medioambiente, están cuestionadas. ¿Cómo podemos cambiar la percepción de una persona de lo importante o, incluso, lo que involucra la investigación de cualquier tipo de terapia si para hacer uso de ella, solo tiene entre las opciones de rezar que su isapre lo cubra para huir del sistema público o aceptar su aciago panorama y atenderse en la salud que es de todos los chilenos. ¿Qué divulgación científica podemos proponer, cuando existe una coordinación nacional de farmacias para subir los precios mientras el estado no tiene un laboratorio nacional de producción?.

Es cierto, salta a la vista que en realidad, ninguna de esas problemáticas es estrictamente científica. Mas, también es cierto, son instancias en que la comunidad científica (me incluyo) no ha podido estar en la palestra de la discusión, encausando el debate en como, con las problemáticas que tenemos en torno al mercado de la salud o la educación, podemos salir del embrollo fortalecidos como sociedad. En el parlamento para muchos proyectos existen informes técnicos y colaboradores para los distintos honorables en la presentación de los proyectos de ley ¿Pero necesariamente esa es la esfera en que como científicos queremos aportar? Cada uno tiene su carrera profesional y, exceptuando los gremios más organizados, no tiene por que haber una sola voz de la ciencia en Chile ¿Pero en realidad queremos siempre jugar a la defensiva, en la reacción a los síntomas que representan, el Dr Soto, por ejemplo? Existe un verdadero desconocimiento de la labor de la ciencia, y ese déficit no mejora con el ensimismamiento laboral o el financiamiento estatal como garante de realmente está contribuyendo a la visión de país. Ese es el problema ¿Cuál es la visión país que tenemos en la ciencia? ¿A quienes y en que, estamos depositando nuestra experticia y formación para innovar y crear? ¿Cómo nos hacemos cargo de que, nuestro trabajo, efectivamente está logrando el efecto que esperamos? Si somos conscientes del efecto-par y lo perjudicial de los ghettos educativos ¿Porque no está la comunidad (o una gran parte) coordinada en el debate del copago? ¿Dónde está la voz de la investigación cuando se hacen marchas para mantener el “derecho” a la exclusión?.

[cita tipo=»destaque»]Las fuerzas de cambio aspiran a constituirse con un actor válido, masivo y bajo principios direccionadores que permitan una apropiación ciudadana de la política. Entonces, de la misma forma, el llamado no es a renegar o retroceder posiciones en torno a la ciencia y la tecnología, cayendo en males posmodernos que se desarrollan con apenas resistencia.[/cita]

Gramsci en su análisis de las situaciones hablaba sobre las correlaciones de fuerza, vale decir, el análisis de las fuerzas que operan en la historia en un cierto periodo y distingue movimientos coyunturales de movimientos históricos. En este momento, por ejemplo, es coyuntural el debate técnico-médico en salud a raíz de lo ya expuesto y donde el escenario depende en gran medida de la capacidades organizativas, técnicas y económicas de los actores en disputa. En este caso, cuando nos restamos de los espacios como el debate público de la visión de país que pretendemos, el espacio es llenado por otros. Si no somos capaces de socializar el porqué hacemos lo que hacemos, y para que, otro lo dotará de contenido. Aquí es donde aparecen los Dr Soto y Salfates, por ejemplo. Si la ciencia se resto de dar explicaciones, de convencer, de colaborar en sociedad ¿No eran previsibles? ¿Realmente nos sorprende que tengan tanta valoración social, aun cuando carecen de bases técnicas? Esto no se trata (pero tampoco excluye) el ser cercanos. Se trata de una vez por todas tomar las riendas de la acción y prefigurar una sociedad del conocimiento, pero no como marketing, sino como un fin en sí mismo, donde la democratización, el modelo de desarrollo país, la distribución de la riqueza, el acceso al conocimiento y la instrucción técnica sean máximas constantemente debatidas y mejoradas. Si la ciencia es un método por el cual conocer el mundo exterior a través de la razón, perder la influencia y alcance que tiene en la sociedad solo la entrega al mejor postor del momento, perdemos la oportunidad coyuntural de ser fuerza transformadora histórica. Y por mucho que tiene de criticable la postura de estos personajes, la ciencia no va a ser socialmente valiosa mientras no esté el servicio de la comunidad.

Es en esta parte donde también quiero hacer el alcance con las fuerzas de cambio. Y es que, de forma penosa, la vanguardia social y ética más progresista coexiste con el más absoluto medioevo científico, parafraseando a Trotsky. Mientras hacemos un análisis acabado del diagnóstico del malestar y dinamizamos los espacios de decisión, gran parte de la izquierda se encuentra asustada o reticente de las vacunas, política esencial y tremendamente exitosa a lo largo de su historia. Mientras lideramos el uso de las tecnologías de la información para facilitar el encuentro y coordinación, muchos temen al wifi o a la radiación de su celular. Mientras denunciamos los males de la concentración de la riqueza y el hambre, no solo mundial, sino en chile, tenemos una irracional oposición a la tecnología de transgénicos, los cuales podrían ser un aliado valioso a la hora de comida más saludable , también,  dinamizar la industria agrícola con las comunidades como protagonistas . Mientras, acertadamente, lanzamos nuestros dardos contra la economía extractivista y cortoplacista, no se ha generado una base social con claridades sobre el financiamiento y administracion cientifica y tecnologia. Los ires y venires de CONICYT sólo han mostrado que si bien economicamente hay un problema, la solucion pasa por un empoderamiento político que no se está dando y que la sociedad, tampoco está exigiendo. Estas contradicciones tarde o temprano podrían hacer mella dentro del proyecto político que se intenta levantar, porque ya no basta con la decisión cupular apoyada por un pequeño y selecto grupo de sabios tecnócratas o una partida más de fondos. Chile cambio.

Las fuerzas de cambio aspiran a constituirse con un actor válido, masivo y bajo principios direccionadores que permitan una apropiación ciudadana de la política. Entonces, de la misma forma, el llamado no es a renegar o retroceder posiciones en torno a la ciencia y la tecnología, cayendo en males posmodernos que se desarrollan con apenas resistencia. No, el llamado es justamente a lo contrario, a apropiarse de la labor científica, a democratizar la ciencia, a nivel institucional y social, a constituirnos como actores relevantes para encauzar las políticas públicas en una dirección radicalmente distinta a la actual, a poner las herramientas al servicio del progreso y que este progreso, sea horizontal y equitativo. El debate está planteado y el desafío es colosal, pero lo que está en juego es demasiado valioso como para permanecer en el laboratorio y no luchar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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