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«No tengo miedo»: hablemos de terrorismo


Todos hemos sentido terror en primera persona. Hemos sentido como se nos metía dentro del cuerpo y sabemos que efecto produce en nosotros. Esta semana Barcelona y Cambrils han vivido el terror en primera persona y de forma colectiva. 14 personas muertas y más de un centenar de víctimas por el atropello en Las Ramblas. Y es que el terrorismo se ha convertido en la principal preocupación de las personas que viven en los Estados Europeos. Pero una cosa es analizar el terror de uno y otra entender cómo afecta a nivel colectivo y que impacto tiene en nuestro sistema sociopolítico. Los hechos vividos en Cataluña ponen sobre la mesa una cuestión fundamental: ¿Cómo se aborda el terror de forma política?

Según la RAE terrorismo es la “actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”. Los atentados del 11 de setiembre en Estados Unidos marcaron un punto de inflexión respecto a la lucha contra el terrorismo. Ese mismo año se creó el Comité contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad de la ONU. También, en 2001, la Unión Europea marcó como prioridad la lucha contra el terrorismo internacional. Ahora bien, no ha habido un consenso sobre lo que es terrorismo como tal. De las 26 resoluciones emitidas por el Comité, la 1566 aprobada en 2004 del Consejo de Seguridad de la ONU se alejó de la voluntad de centrarse en la definición del concepto de Terrorismo para
profundizar en el cómo combatirlo.

[cita tipo=»destaque»]Días después de lo ocurrido en España, la comunidad musulmana de Cataluña se manifestó acompañada por más de 148 entidades y cerca de 3.000 personas para condenar la “barbarie y la sinrazón” de los terroristas que atentaron en Barcelona y Cambrils. Leyeron un manifiesto donde decían que eran musulmanes, no criminales. Tuvieron que leerlo para que no se les meta en el mismo saco, para no convertirse también en el Otro, en el enemigo.[/cita]

Tanto es así que lo más parecido a una definición que ofrece el Comité contra el Terrorismo es la enumeración de siete medidas destinadas a combatirlo. Algunas de ellas son la tipificación como delito la financiación del terrorismo, congelación sin dilación de fondos de las personas que participen en la comisión de actos de terrorismo o la denegación de cualquier tipo de apoyo financiero a grupos terroristas. Asimismo, la resolución “exhorta a los Estados para que se adhieran, tan pronto como sea posible, a los instrumentos jurídicos internacionales pertinentes de lucha contra el terrorismo”.

Anna Montull, periodista y colaboradora del Centro Delàs de Estudios por la Paz, explica que “esta resolución presentó un qué sintético e indeterminado a través de un exhausto cómo que sirvió al Consejo y por extensión, a la comunidad Internacional, para articular subjetivamente el discurso sobre el “qué”, que le interesaba presentar”. Así pues, ¿por qué es importante recuperar esto? Porqué dicha resolución es una declaración de intenciones que reafirma lo que vive Europa a día de hoy. Y es que en la lucha contra el terrorismo todo vale: des de la activación de estados de emergencia, el aumento del control social o el recorte de derechos civiles. Des de 2001 la seguridad contra el terrorismo se alimenta de la inseguridad global y saca provecho. Terrorista es quien la Comunidad Internacional dice que es.

Días después de lo ocurrido en España, la comunidad musulmana de Cataluña se manifestó acompañada por más de 148 entidades y cerca de 3.000 personas para condenar la “barbarie y la sinrazón” de los terroristas que atentaron en Barcelona y Cambrils. Leyeron un manifiesto donde decían que eran musulmanes, no criminales. Tuvieron que leerlo para que no se les meta en el mismo saco, para no convertirse también en el Otro, en el enemigo. Barcelona sintió terror, individual y colectivo, pero respondió alto y claro: No tinc por. No tengo miedo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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