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Franja Electoral, de significantes vacíos en la pospolítica Opinión

Franja Electoral, de significantes vacíos en la pospolítica

José M. Santa Cruz
Por : José M. Santa Cruz Doctor en Historia del Arte. Investigador sobre cine, nuevos medios y arte contemporáneo. Post-doctorado IDEA-Usach.
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En el estadio pospolítico de la política no han desaparecido los significantes vacíos. Un ejemplo claro de ello se encuentra en la actual franja electoral, donde la lucha ya no es por los significados que pueden albergar sino por la propiedad de los significantes vacíos mismos. Lo sustancial del estadio pospolítico de la política no es la capacidad del candidato de darse a entender, ni siquiera tener un discurso coherente y menos un proyecto ideológico, sino que sus atributos y significantes vacíos estén forjados a hierro en la piel mediática de su imagen pospolítica.


Desde los años noventa el duopolio administrativo de las instituciones y el monopolio ideológico neoliberal en Chile, nos acostumbraron a un intenso proceso de vaciamiento de sentido de lo político en el lenguaje. Una pléyade de significantes vacíos han abundado: calidad de vida, seguridad ciudadana, igualdad, crecimiento, etcétera. Tomando al pie de la letra la idea de que lo político es la lucha por los significantes vacíos.

Un significante vacío es una forma del lenguaje –visual, escrito, sonoro, etc.– que carece de un grupo de significados específicos, que posibilitaba en el estadio político de la política ser llenado de significados en la disputa y confrontación. Ernesto Laclau planteaba que lo político era la expresión material y discursiva de la lucha por la hegemonía de ese vacío estructural y la imposibilidad de que todos entendamos lo mismo en una sociedad. Así lo que se buscaba en lo político era luchar por los significados que se les podían adjudicar a los conceptos de patria, Estado, progreso, suma y sigue.

En el estadio pospolítico de la política no han desaparecido los significantes vacíos, una ejemplo claro de ello se encuentra en la actual franja electoral, pero la operación es muy distinta. La lucha ya no es por los significados que pueden albergar, sino por la propiedad de los significantes vacíos mismos, donde existe el espejismo ideológico de que sus significados son inequívocos.

Este tipo de disputa es propia de la contienda electoral neoliberal o de la política que ha ausentado a lo político. Lo sustancial no está en disputarle, por ejemplo, a Piñera qué se entiende por «crecimiento económico», sino que la lucha pospolítica sería que otra figura o nombre pudiese estar mejor asociado a ese algo que todos creemos entender por «crecimiento económico». La política pospolítica llena a los significantes vacíos de personas y no de significados.

[cita tipo=»destaque»]Bajemos esto a otros ejemplos didácticos, Kast y Artés luchan por el significante vacío patria; Goic nos quiere convencer que es creíble –aun cuando en su agenda se le pasó ir al debate presidencial #DebateMujeres–; Navarro, Sánchez y ME-O se debaten el tropo izquierda; mientras Guillier y Piñera se debaten la gobernabilidad. Significante vacío que ninguno de los otros ni sueña en disputar. Mientras Navarro, ME-O y Sánchez apelan a la anticorrupción.[/cita]

Bajemos esto a otros ejemplos didácticos, Kast y Artés luchan por el significante vacío patria; Goic nos quiere convencer que es creíble –aun cuando en su agenda se le pasó ir al debate presidencial #DebateMujeres–; Navarro, Sánchez y ME-O se debaten el tropo izquierda; mientras Guillier y Piñera se debaten la gobernabilidad. Significante vacío que ninguno de los otros ni sueña en disputar. Mientras Navarro, ME-O y Sánchez apelan a la anticorrupción. Esta última invocando las Manos Limpias del famoso partido de Silvio Berlusconi, el gestor de las ya «celebres» fiestas «bunga, bunga» con mujeres adolescentes y que desmanteló buena parte del Estado del bienestar italiano. Concepto de Manos Limpias que ya había enarbolado Sharp en Valparaíso y que también se encontraba en los panfletos del Partido Comunista en la elección anterior.

Dentro de esto, quizás la disputa más interesante para lo que se suele llamar la centroizquierda es aquella en que Guillier y Sánchez enarbolan las reformas. El despliegue discursivo de Sánchez es apoderarse de los atributos perdidos por Bachelet tras los casos de corrupción de su familia y arrebatárselos a Guillier. En una forma un tanto esquemática, el comando de Sánchez quiere llenar los conceptos de democracia ciudadana, confianza e igualdad con la persona de Sánchez, como Piñera ha llenado el de crecimiento económico. Y, con ello, quitarle a la Nueva Mayoría los significantes vacíos que esta les había expropiado a los movimientos sociales, estudiantes y ciudadanos.

Es por ello que todas y cada una de las franjas electorales nos introducen en aspectos biográficos y personales de los candidatos. Para que ese gran espectador que supuestamente está viendo, ese que todos esperan e imploran que esté frente a la pantalla, evalúe o dictamine si esos aspectos biográficos se corresponden con los significantes vacíos que pretenden llenar. Por ello, Piñera no se va a desgatar  mucho en demostrar que no es corrupto o poco transparente, lo importante es que solo él es el crecimiento económico y la prosperidad neoliberal. Por eso, Sánchez, Navarro y Artés trazan sus biografías para que sean asociados a diferentes «luchas sociales del ayer y del hoy». Y ME-O insiste en convocar la imagen de Miguel Enríquez sin hacerse cargo de las tesis centrales de la revolución clasista que enarbolaba el propio Enríquez, ni del MIR.

Lo sustancial del estadio pospolítico de la política no es tu capacidad de entender lo que estás diciendo, ni siquiera tener un discurso coherente y menos un proyecto ideológico, sino que tus atributos y significantes vacíos estén forjados a hierro en la piel mediática y posmediática de tu imagen pospolítica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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