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Esperaban tanques y recibieron urnas Opinión

Esperaban tanques y recibieron urnas

El presidente Mariano Rajoy activó el articulo 155 de la Constitución que destituyó a Carles Puigdemont como president de la Generalitat de Cataluña junto a todo su gobierno, con la consecuente invitación a comicios, algo que pilló con el pie cruzado a los independentistas.


Se marcha el horribilis mes de octubre catalán. Se va a la sombra del desgarro que ha supuesto para toda España este conflicto que ha protagonizado el tema del día en los cafés y tertulias, con una pregunta de fondo: ¿Qué irá a pasar…?

Pues al final se estiró la cuerda hasta el punto en que los independentistas proclamaron su anhelada independencia, pero no la ejecutaron para evitar acciones judiciales en su contra. Y a su vez, desde el Senado, el gobierno logró la aprobación para aplicar inminentemente el articulo 155 de la constitución, que, además de destituir al president  catalán Carles Puigdemont y a todo su gabinete de consejeros, lo más destacado es la convocatoria a elecciones para el próximo 21 de diciembre.

Una inteligente estrategia política de Mariano Rajoy, presidente español que desde que comenzó el conflicto ha estado esperando a que un milagro ocurriera, y que este disipara las ansias independentistas. Algo que no ocurría. El problema más bien crecía como una bola de nieve que estuvo a punto de estallar en Madrid.  Hasta que no hubo más remedio que coger el toro por las astas para ejecutar acciones concretas, después de todo un mes en que tanto Rajoy como Puigdemont se comunicaron vía epistolar. Dejando a un país entero en vilo.

Estas medidas han pillado a los partidos catalanes con toda su maquinaria electoral paralizada. Ya que, más que urnas, esperaban tanques y policías dando porrazos. Algo que desde Moncloa estudiaron escrupulosamente, puesto que no querían repetir las escenas del pasado 1 de octubre donde las redes sociales hirvieron con  imágenes de sangre y porrazos. Fotografías que dieron la vuelta al mundo y  que puso el conflicto catalán en la mira internacional.

[cita tipo=»destaque»]En la España actual no hay ningún partido fuerte de derecha nacionalista, ni una izquierda jacobina. Más bien hay que entender que esta revolución de las libertades comenzó a gestarse desde la sociedad civil,  desde la burguesía catalana que se unió a la izquierda trotskista de la CUP, partido del ala más radical. Y que en la era de Internet, las redes sociales han llegado a tener más peso que las propias negociaciones políticas.[/cita]

Ahora es duro aceptar que se ha perdido. Mientras los independentistas están a un paso del frikismo, Cataluña necesita volver a la realidad con un balde de agua fría. Algo que los políticos destituidos no logran digerir.  Varios días después de que el gobierno español activara el articulo 155, Puigdemont seguía actuando como si fuera el flamante presidente de una república independiente. Y es que es duro asumir el fracaso. Después de haber arengado la tierra prometida, se dieron contra las paredes, con un hematoma de principio de realidad.

Y parte de las heridas que deja este conflicto catalán es una fractura social profundísima. Hay amigos que ya no se hablan. Familias divididas. Una sociedad polarizada que deberá recoger los pedazos los huesos del cadáver.

De todo este frenesí, vale destacar que la sociedad catalana ha mostrado tener un espíritu cívico, pese al cierto desconocimiento de algunos de la historia de su país. En las concurridas y pacificas manifestaciones que se vieron durante este mes en Barcelona, muchos jóvenes arengaron en contra el franquismo, por la supuesta represión que se ejecutaba desde Madrid. Y se equivocan. En el franquismo se corría detrás de los tanques y los policías no escatimaban en golpes, se encarcelaba al primero que se encontraba en la calle.

En la España actual no hay ningún partido fuerte de derecha nacionalista, ni una izquierda jacobina. Más bien hay que entender que esta revolución de las libertades comenzó a gestarse desde la sociedad civil,  desde la burguesía catalana que se unió a la izquierda trotskista de la CUP, partido del ala más radical. Y que en la era de Internet, las redes sociales han llegado a tener más peso que las propias negociaciones políticas.

Puigdemont perdió una oportunidad de oro al no convocar elecciones (dentro del marco legal). Dejando a que el gobierno español marque los tiempos al ofrecer urnas. Una invitación para que los catalanes puedan validar su voz a través de los votos. Y un camino para que los independentistas se armen de valor y preparen su maquinaria electoral dentro del marco jurídico. El resultado de esta famosa ‘saga’ catalana lo sabremos, probablemente, el próximo 21 de diciembre.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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