Publicidad

Voto chileno en el extranjero: de la razón al corazón


Con unos “cachaí, cómo estaí, que lata…” me empapé en un balde de recuerdos, palabras que casi sonaban a neologismos, pese a que crecí escuchándolas. Y es que al llegar al consulado de Chile en Madrid la populosa confluencia de personas evidenció que me asomada a un pedazo del país que había dejado atrás. La cola de ávidos chilenos entusiasmados por votar, algunos por primera vez en su vida, en el residencial barrio de Chamberí, reflejaba la novedad.

¡Sí, novedad! Porque como periodista y tras quince años en España, he visto cómo por delante de mi nariz han sufragado ecuatorianos, colombianos, argentinos… quienes se extrañaban cada vez que les comentaba que los chilenos residentes en el extranjero no podíamos votar para elecciones presidenciales. Por ello, el domingo 18 de noviembre fue diferente.

Una primicia que esperábamos desde hace mucho tiempo y que llegó en un tímido día de sol otoñal –los inviernos en Madrid son muy luminosos- con un aire que, literalmente, pretendía emular el smog de Santiago. Mientras familias con niños, estudiantes, exiliados, unas monjas, y algún que otro despistado por estas tierras Ibéricas llegaban hasta la sede diplomática, que con una buena coordinación y rigurosa seguridad policial, organizó el proceso de votación donde se esperaba que sufragaran 1268 personas, aunque, en la práctica, solo 763 personas lo hicieron.

[cita tipo=»destaque»]La primicia de votar fuera de nuestro país la esperábamos desde hace mucho tiempo. Llegó a Madrid en un tímido día de sol otoñal con un aire que por la falta de lluvia, literalmente, pretendía emular el smog de Santiago.[/cita]

De camino al consulado mi madre no tenía claro por quien votar: “¿Y si Piñera, o no, mejor Guillier? así elucubraba, sin llegar a una clara conclusión. De Sánchez y Goig poco sabía, y del resto de los candidatos, menos. La decisión de votar por Guillier la tomó dentro de la cámara secreta de cartón, como si una revelación divina hubiera aparecido en último momento. Algunos de los demás compatriotas que encontramos tampoco tenían una fiel certeza. Sin embargo en Madrid ganó Piñera con 265 votos, mientras que Barcelona se decantó por Sánchez, con 382 papeletas.

La importancia de votar no es baladí. Más cuando se reside en el extranjero. Estancia que, en algunas ocasiones, se pasa a ser un ciudadano de segunda clase, ya que hasta ayer, se privaba el derecho a voto, un soberano poder ciudadano que algunos como yo, sólo votábamos en elecciones españolas y europeas. Por ello el entusiasmo y orgullo de muchos chilenos, que no les importaba esperar en una cola, ni viajar más de 400 kilómetros desde Santander a Madrid. Pues, el fin ultimo, era sufragar. Algo que algunos nunca habían hecho. Se estrenaron y volvieron a conectarse con el vientre materno del país que habían dejado atrás. Otros chilenos añoraban tocar una papeleta después de más de cuarenta años en el exilio. A su vez, los más pequeños que acompañaban a sus padres, miraban con estupor, había que explicarles que en el lejano país de sus progenitores se elegía presidente/a que gobernaría los próximos cuatro años.

Del entusiasmo se pasaba a la reflexión, con la interrogante sobre ¿quién irá a ganar? En una cafetería adyacente al consulado, iban llegando chilenos. Un tenor, una ama de casa, una nana y una abogada compartían espontáneamente impresiones, y hasta se bromeaba con la idea de que nos volveríamos a encontrar en diciembre. La nana que (no quiso dar su nombre) lleva 25 años en España y es oriunda de Yungay, cerca de Concepción, trabaja en la casa del embajador de Nueva Zelandia en Madrid desde que llegó a España, tenía muy claro que su voto era para José Antonio Kast, pues exclamaba que “no está de acuerdo con el aborto”. Mientras Alberto, tenor en el Auditorio Nacional de la Música, aseguraba que su apuesta radicaba en Beatriz Sánchez, y que la segunda vuelta era una alta probabilidad, pues, espontáneamente y a pie de urna consultó por quién votaba la gente, y no despuntaba ningún favorito entre los candidatos. Con voz radiofónica, espetó: “nos vemos en un mes, chiquillos”, cogió su mochila y se despidió de los comensales.

Y efectivamente Alberto tenía razón. La coalición de izquierda Frente Amplio ganó entre los chilenos en el extranjero. Este lunes muchos nos desayunamos con la noticia. Fue la gran novedad de las elecciones. Ahora, expectantes, a miles de kilómetros, observaremos cómo evolucionarán las negociaciones entre este grupo de estudiantes con Alejandro Gullier, el abanderado oficialista. Ya que en política, más allá de la razón, se mueve el corazón. Y en esta emoción, muchos de los votantes balancean su opción entre la razón y el corazón, dejando en vergüenza a las empresas encuestadoras. Como ocurrió hace un año en EEUU. donde se daba por vencedora a la candidata del partido Demócrata Hillary Clinton, por un pequeño margen. Un resultado que cayó como un balde de agua fría, ya que la victoria de Trump resonó en el mundo entero.

Esperando que las encuestas consideren el factor emoción, reñida será la segunda vuelta chilena.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias