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Como la callampa


Según Wikipedia, las callampas suelen crecer en la humedad que proporciona la sombra de los árboles o en cualquier ambiente con poca luz. Algunas especies son comestibles y otras son venenosas e incluso existen varias con efectos psicoactivos. Se dice además que estos hongos crecen rápidamente, casi sin darnos cuenta, de la noche a la mañana.

Y pienso que, a veces, nosotros también somos como la callampa. Tras la última elección y a la sombra de un país con pronóstico nublado, hemos instalado con sorpresiva rapidez comentarios, juicios y advertencias venenosas, que si las tragamos de un solo bocado, le pueden caer mal a Chile.

Se dice que lo de Guillier será la Venezuela del último rincón del mundo. He escuchado incluso que algunos, medio en serio o medio en broma, estarían por arrancar a otros horizontes. Se habla que lo de Piñera será un retroceso para el país. Se asume que el único desarrollo posible, con igualdad y justicia, estaría en la izquierda, esa suerte de bastión moral de los derechos humanos y la defensa de los más débiles. Pero nada de eso es cierto. Como diría Artés, “no haga caricatura”. Si insistimos en esa lógica corremos el riesgo de modificar nuestro estado anímico y alterar nuestras percepciones, mucho más allá de la realidad. ¡Como la callampa!… esa peligrosa, que puede incluso metérsenos en nuestro sistema nervioso central y hacernos pasar un mal rato.

Que el centro haya desaparecido del escenario político, no quiere decir que nosotros, honorables ciudadanos, no podamos esforzarnos por poner la pelota contra el piso, enfriar un poco los paños e intentar bajar la temperatura de un Chile que se nos enfermó de pura incertidumbre, miedo e histeria.

[cita tipo=»destaque»]Cuenta Wikipedia que el sombrero de las setas puede adoptar varias formas. Incluso en la misma especie puede variar a lo largo del tiempo. Algunos son lisos, pero otros pueden estar cubiertos de escamas, pelillos y verrugas. Y Chile, querámoslo o no, también está cambiando.[/cita]

Cuenta Wikipedia que el sombrero de las setas puede adoptar varias formas. Incluso en la misma especie puede variar a lo largo del tiempo. Algunos son lisos, pero otros pueden estar cubiertos de escamas, pelillos y verrugas. Y Chile, querámoslo o no, también está cambiando. Su apariencia y sus formas no son las mismas que muchos conocimos hace décadas atrás. Habitamos en un país distinto, todavía confuso y difícil de leer. Y eso genera perplejidad. Pero no podemos desesperar. Intentemos apretar los dientes y sostener un rato la duda. No sea como la callampa y evite reproducir automáticamente tanta lesera que verá y seguirá viendo en las tierras húmedas de una elección reñida.

No está en Guillier ni en Piñera el mayor peligro para Chile. Siento que es la convivencia nacional la que puede salir más dañada si no somos capaces de enfrentar nuestras legítimas posiciones con la adultez y la altura de miras que exige la definición de un nuevo rumbo.

En estas elecciones nos hemos quejado de la pobreza de los argumentos y de una manera de hacer política a ratos rasca y agresiva. Llegó el momento de ponernos a prueba. Estos días serán cruciales. Es tiempo de dar luz y no sombra para ver cómo, incluso entre las callampas de un futuro incierto, puede crecer la calma, la sensatez y un Chile mejor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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