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Una Ecología Social

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Ignacio Sánchez
Por : Ignacio Sánchez Rector Pontificia Universidad Católica de Chile
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En la UC desde hace varios meses nos preparamos a recibir la visita del Papa Francisco, y por esto, hemos considerado importante reflexionar en torno al llamado que nos hace a través de su encíclica Laudato Si´. Recientemente realizamos un Seminario con la presencia de representantes de la Iglesia, del Poder Judicial y del mundo académico, para tener diferentes miradas críticas respecto del tema, del desarrollo de la sociedad, de su cuidado y su futuro.

Por medio de su carta encíclica en que se refiere al cuidado de la casa común, el Papa Francisco comparte con nosotros su preocupación por la naturaleza, por la protección de los más vulnerables, el compromiso con el desarrollo integral de la sociedad, por la paz interior del hombre y su desarrollo en comunidad. Él nos insiste en que la tierra es donde debemos trabajar para crear un punto de encuentro con nosotros mismos, con la creación y con Dios.

Nos hace un llamado a que comprendamos “el lugar específico que el ser humano ocupa en este mundo y su relación con la realidad que lo rodea”. Recordemos las hermosas palabras que dan inicio a la carta encíclica, “la tierra es nuestra casa común” nos dice, “como una madre bella que nos acoge en sus brazos”. Nos habla de una ecología integral y social, de una ecología que busca la forma de articular las relaciones de la persona con sus pares y comunidad, consigo misma, con la creación y con Dios. Lo anterior nos lleva a mirar el Chile actual y a descubrir los desafíos que hoy existen en relación a una convivencia nacional, con valores que aseguren la paz y la construcción de una comunidad.

[cita tipo=»destaque»]Ciertamente, la visita del Papa Francisco a Chile y en particular a nuestra Universidad, es una oportunidad para reflexionar en torno a un fuerte llamado al cambio y a la conversión personal. Su venida, significará una nueva forma de analizar la cultura y la convivencia nacional, con miras a lograr una relación más humana, centrada en la dignidad de la persona. “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar”, nos dice el Papa. [/cita]

El Papa Francisco hace también un crítico diagnóstico de lo que le está pasando a nuestra casa, en términos del cambio climático, de la pérdida de la diversidad con la extinción de especies animales y vegetales, del uso de recursos energéticos y de la eliminación de la basura, y en especial sobre la disminución de la calidad de vida y la inequidad en las relaciones entre los países. Si bien se reconocen en el documento los avances en ciencia y tecnología, -los que bien orientados significan un real avance-, nos hace un llamado de atención respecto del poder que estos representan, y cómo es necesaria “una ética sólida, una cultura y una espiritualidad” para poder avanzar con justicia y caridad. En el fondo, la invitación que nos hace es a una revolución cultural para recuperar estos valores. Es muy importante priorizar las decisiones según el impacto que sus resultados tendrán en la calidad de vida de las personas. Debemos, así pensar en la futuras generaciones, con la gran pregunta, ¿qué mundo queremos dejar a quienes nos sucedan?.

Francisco nos habla de la cultura del descarte, donde en nuestra sociedad todo aquel que no tiene la capacidad de producir según lo exige el mercado, es descartado. Lamentablemente hemos permitido que esta cultura penetre en la economía, en el empleo, en el respeto a la vida humana y en el medio ambiente. Por ello a través de su carta encíclica, nos insta no sólo a cuidar nuestra casa común desde el enfoque de la naturaleza, sino de manera integral, con una especial preocupación por los pobres, por los más vulnerables, por la justicia, la equidad y por la construcción de redes de respeto y de fraternidad. Nos recuerda que no debemos entender “la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella”.

Ciertamente, la visita del Papa Francisco a Chile y en particular a nuestra Universidad, es una oportunidad para reflexionar en torno a un fuerte llamado al cambio y a la conversión personal. Su venida, significará una nueva forma de analizar la cultura y la convivencia nacional, con miras a lograr una relación más humana, centrada en la dignidad de la persona. “Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar”, nos dice el Papa.

Como Universidad Católica no podemos quedar ajenos a este llamado, hoy más que nunca es necesario ser fieles a nuestra misión fundacional y a nuestra identidad, proponiendo – desde la creación de conocimiento y la formación integral de personas-, caminos para un desarrollo sustentable, formando agentes de cambio para mejorar de manera integral nuestra casa común. A nivel individual, colectivo y en la comunidad universitaria UC nos cabe en este gran desafío de conversión. Asumamos el desafío de “educar para la alianza entre la humanidad y el ambiente”, que es la propuesta de Francisco que nos visita.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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