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La ley de integridad pública y el caso Wagner

Por: Rodolfo Saldivia Lillo


Señor Director:

Este viernes el Octavo Juzgado de Garantía de Santiago declaró culpable al ex subsecretario de Minería Pablo Wagner de delitos tributarios y enriquecimiento ilícito, en el marco del caso Penta. Sin embargo, el juez Daniel Aravena lo absolvió del delito de cohecho, que acusaban las partes querellantes.

Wagner recibió una condena del Octavo Juzgado de Garantía, pero salió contento del Centro de Justicia. Fue acusado en marzo de 2017 por cohecho, delitos tributarios y lavado de activos, pero logró junto a su defensa que las imputaciones que se le efectuaron en el caso Penta finalmente solo se circunscribieran a la facilitación de boletas ideológicamente falsas y a haber incrementado su patrimonio de forma indebida.

Se fue sonriente. Wagner señaló estar tranquilo y en paz.  Sin embargo el Ministerio Público tomó una decisión impopular al haber desistido de acusarlo de cohecho.

Si bien las resoluciones judiciales se respetan, de todos modos se le condenó por delitos tributarios y enriquecimiento ilícito. Algo no menor, pues abre un flanco político importante cual es, la difícil defensa del legado del primer gobierno de Piñera.

Sebastián Piñera el año pasado fue incapaz de hacer un análisis crítico de lo que fue parte importante de su gobierno, ni de hacer un juicio moral o ético respecto a sus ex colaboradores en el gobierno, en el programa Aquí está Chile, transmitido por CHV y CNN.

Lo de Wagner a Piñera no parece afectarle. Es natural lo incombustible que es a los cuestionamientos que apuntan a los conflictos de interés entre política y negocios. La lista es larga –desde el papel que jugó en el Banco de Talca en la década de los 80, el uso de información privilegiada en la compra de acciones de LAN, mientras fue senador RN, el caso Cascadas y hasta el caso Exalmar.

Sin embargo el punto es otro: El gobierno de Piñera carece de relato que lo haga perdurar en la historia: ¿Merecería ser reconocido un Presidente de Chile que no hubiese trepidado en que sus colaboradores, hubiesen usado “boletas ideológicamente falsas” para financiar gastos propios o de sus empresas ¿Lo merecería? Hábilmente Piñera parece haberse dado cuenta de ello y firmó un proyecto de ley sobre integridad pública esta semana.

La probidad de una vez por todas debe quedar asentada en nuestro país y allí el gobierno de Piñera con el proyecto de integridad pública presentada esta semana viene sólo a anticiparse a lo por ocurrir sobre figuras clave de su primer gobierno. Esta vez no fue el cohecho, pero aún quedan casos pendientes y por fallarse.

Rodolfo Saldivia Lillo

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