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A días del Congreso Futuro: la diferencia entre la explotación e irrelevancia Opinión

A días del Congreso Futuro: la diferencia entre la explotación e irrelevancia

Diego Herrera Gré
Por : Diego Herrera Gré Asesor Legislativo Centro Democracia y Comunidad
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A poco menos de una semana está el Congreso del Futuro, instancia donde se encuentra un gran debate de lo que vendrá, con grandes intelectuales. Su tópico principal, o que más veces se repite, es la conexión entre tecnología y humanidad, y cómo esto irá evolucionando a lo largo de los años respecto a sus propios avances investigativos como al impacto que tendrá en la sociedad.

Érase una vez en el siglo XIX cuando los trabajadores podían acceder al primer escrito del Manifiesto Comunista donde se aludía a fomentar una revolución de los trabajadores explotados (proletarios) en contra del sistema de quienes poseían el capital. Aquel escrito aludía a la necesidad de las empresas, empleadores o sociedades de ese entonces, y si necesidad que dependían de la fuerza de trabajo de sus empleados. Sin esta fuerza de trabajo, la empresa no podía seguir produciendo debido a que un gerente general no era capaz de producir lo que 1000 empleados sí.

No obstante, hoy en día el panorama está cambiando. Empresas como Aliexpress, Amazon y todo lo que hoy se llama e-commerce, o comercio online, funciona sin la necesidad de que hayan empleados haciendo de promotores, vendedores, empaquetadores, guardias…cada cliente entra en la página web y ve sus intereses y de ahí, a solo un click, genera una compra con débito o crédito (en un principio era solo crédito) y la transacción se acababa. Esto es lo que se llama business to consumer, cuando el negocio llega a los clientes sin intermediarios, ahorrándose costos de recursos humanos, espacio, tiempo, entre otros detalles tributarios.

Como bien se menciona en el libro 21 lecciones para el Siglo XXI de Yuval Noah Harari (2018), un problema mayor que la sobre explotación humana, algo que se venía dando desde el siglo XIX hasta ahora, es pasar a la irrelevancia de la fuerza de trabajo. Se viene un mundo donde las principales plataformas ya no requieren de contrataciones para su mantenimiento. Imaginaos un Chile donde empresas como Santa Isabel, Unimarc u otras irán cayendo mientras llegan otras como Amazon para vender alimentos u otros; los canales de televisión como Direct TV se van adecuando a que Netflix, HBO prime, Disney +, entre otros, a que ofrezcan los mismos programas que en la televisión pero con mucha más personalización y que el cliente pueda acceder a estos sin mayores atisbos cuando desee. Un país donde Entel, Movistar o VTR otros tiene que competirle a Google Wifi, o Apple TV, que ofrecen servicios más personalizados. Todo lo que estas tienen en común, es que son empresas que requieren menos que un Ministerio de personal para su mantenimiento y su buen funcionamiento de carácter mundial. Es una imagen desalentadora, donde habría mucho desempleado no por altas tasas de desempleo, sino que no tendrían dónde llegar con sus habilidades sin que la tecnología no lo hiciese mejor o igual.

Esto es parecido a cuando sacaron la aspiradora inteligente, un primer modelo que ya no requería de alguien manejándola, solo manteniéndola y encendiéndola, supervisando que lo hiciese bien y nada más profundo. Luego avanzamos a las nuevas líneas sin conductores de metro y sin guardias de seguridad en los andenes. Luego se vendría, más adelante, las siguientes generaciones tecnológicas y productivas que tendrían un impacto en las tasas de desempleo. Con o sin globalización, el desarrollo eventualmente llega a todos los países, a unos más tarde o más temprano.

Lo que esto genera es que nosotros como sociedad nos preparemos para este cambio sustancial en nuestras vidas. Las teorías conspiratorias sobre Inteligencia Artificial dominando al ser humano en distopías como Terminator son descartables y muy poco probables, pero la IA cada día está más metida en nuestras vidas, tanto así que el rol de secretaría estaría viéndose peligrado por Google Assistant, Alexa, Siri u otras.

¿Entonces, cuál es la diferencia entre explotación e irrelevancia?

Sin duda alguna que la explotación conlleva a que las condiciones de vida laboral puedan mejorar mediante políticas públicas, mediante legislación, mediante jurisprudencia o voluntad política. Lo importante a señalar es que es mejorable.

En cambio, la irrelevancia provoca que las personas se vean obligadas a aprender otras habilidades, tal vez no del gusto personal, para su supervivencia, dado que las nuevas tecnologías permitirán una producción estable sin necesidad de otorgar al empleado vacaciones, salud o AFP (sí, en ese futuro habrá una reducción de las cotizaciones en este sistema, por lo que el golpe es hacia arriba también).

Imaginen también que Google Assistant en Estados Unidos ya puede llamar y hacer citas o encuentros sin la necesidad de un intermediario, o el robot que se está desarrollando en China capaz de diagnosticar más eficientemente que un médico (analizando el historial completo del paciente y calculando probabilidades).

Evidentemente existe una sustitución, paulatina, de la fuerza laboral. Tal vez en un futuro se tenga que empezar a enseñar programación en la educación básica o ciclo intermedio, anatomía o diferentes idiomas. Es bastante probable que exista mayor competencia en un mundo donde las máquinas ocupan espacios laborales, donde usted un ser humano ya no necesita controlar la máquina, solo revisar que esté en buen funcionamiento -hasta que hagan máquinas que revisen máquinas-.

Aunque no hay que alarmarse, como bien he mencionado previamente, no existe una base científica para sostener las teorías conspirativas sobre un sistema plural de informática que controle el mundo, por lo que la mano del ser humano siempre será necesaria ante el último paso, ante la decisión final. Las máquinas podrán elevar su nivel de desarrollo y complejidad, pero el ser humano igualmente genera cambios que van desarrollándose en la complejidad de nuestro cerebro.

El propósito del artículo es que exista consciencia sobre los cambios que se avecinan, que están a la vuelta de la esquina; otros ya han llegado. Nosotros no podemos ser indiferentes ante tal circunstancia, sobre todo porque el ser humano todavía depende de un sistema económico basado en la producción humana, algo de animal también (ganadería), pero depende muy poco de la producción teórico-científica.

La producción de teoría y ciencia que permiten estos avances están siempre en centros de estudio, universidades, de repente programas de gobierno clasificados o no, el I+D+i de empresas privadas, entre otras formas. En general, esta producción se da sobre todo en tiempos de guerra, cuando las armas y la defensa deben estar pasado el desarrollo del enemigo.

Por lo que, podría ser que en un mundo de máquinas este tipo de producción sea más enfatizado y tenga más demanda mientras exista una sustitución de la producción con fuerza laboral humana; esto claramente se verá en el momento que exista una sustitución de los obreros por máquinas constructoras automáticas.

Tenemos que preocuparnos de no caer en la irrelevancia, porque si la explotación conlleva a la alienación del individuo, quien se centra en sus deudas, en su vida privada y su problemas personales más que los públicos, la irrelevancia produce la no necesidad de los seres humanos para que una empresa produzca, un ministerio funcione, un sistema de transporte funcione o que el ocio continúe. Habrá que estar atentos a que los índices de pobreza no aumenten en relación a la tasa de desempleo y a su vez en relación al nivel de desarrollo tecnológico, que en teoría debiese aumentar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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