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¿El mapuche es chileno? Opinión

¿El mapuche es chileno?

Diego Ancalao Gavilán
Por : Diego Ancalao Gavilán Profesor, politico y dirigente Mapuche
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Cada vez que se denuncia un atropello en contra del Mapuche, nos enfrentamos a cientos de críticas que reflejan un nivel de racismo preocupante para un país que aspira a ser desarrollado. Es recurrente escuchar la afirmación: “somos todos chilenos”.

Esta situación se instala en el imaginario desde la educación formal, bajo criterios ideológicos, a lo menos cuestionables. El mismo ex Presidente Aylwin reconoció que él había aprendido en el colegio y en la universidad, que Chile era un país constituido por una sola identidad, cuestión que cambió, luego del “Encuentro de Nueva Imperial”.

Bajo este criterio, podemos afirmar que no somos todos igualmente chilenos. Ejemplifico esto con el caso del ex diputado de la UDI Darío Payacán, que cambió su apellido mapuche por Darío Paya, en un gesto que le permitió hacerse más auténticamente chileno. Esto, además de demostrar el nivel de arribismo, clasismo y racismo de un sector de la política chilena. Pero como resulta evidente, un cambio de apellido no cambia el ADN, lo que constituye una patología digna de analizarse, como dijo una amiga psicóloga.

Algo parecido le ocurrió a Adolf Hitler, que siendo más parecido a un judío, pretendió ser un ario puro; y dado que no podía matar el judío que llevaba dentro, era feliz criticando y exterminando a los judíos que lo rodeaban.

Pero bien el ser mapuche es mucho más que un apellido y un conjunto de características físicas. Ser mapuche hoy, es asumir una condición histórica de defensor de su pueblo, que tiene pertinencia indígena e identidad cultural, que le hacen asumir conciencia de pueblo-nación.

La teoría nacionalista de la pureza racial ya fue derrotada junto con Hitler. No entender esto, sería como afirmar que existe una raza pura chilena, supuestamente descendiente de ciertos “padres de la patria”, cuyo linaje se habría mantenido ininterrumpido a lo largo de la historia. Una afirmación del todo absurda. Lo importante es hacerse la pregunta fundamental: ¿qué es el ser chileno?

Esta pregunta no tiene respuesta clara, ya que el Estado de Chile creo la nación por decreto, dejando afuera todas las naciones originarias. De este modo, se pretende constituir una “chilenidad” como un imaginario simbólico con que el Estado ha querido designar las características de una nación unificada.

Esos intentos de unificar la “patria chilena”, colisiona indiscutiblemente, con un pueblo que tiene su propia patria, su propia historia y sus propios héroes mapuche, por ejemplo; Leftraru y Pelantaro. La imposición de la “chilenidad”, provoca el enfrentamiento imparable contra quien pretende instaurar alevosamente esa hegemonía.

Es por ello que el grupo que administra el Estado, no explica cuál es el lugar del pueblo mapuche en el proyecto de Estado-nación chilena. En efecto, detrás de la estrategia discursiva hacía los pueblos originarios, se esconde la búsqueda frontal de una asimilación de las identidades indígenas. El objetivo es conformar una comunidad política homogénea y obediente, a la cual el pueblo mapuche se resiste desde la génesis de la conformación del Estado criollo.

Un elemento relevante de la resistencia, es el término de nación mapuche, característica incuestionable debido al origen histórico que acredita nuestra existencia miles de años antes de la conformación de Estado chileno, a la derrota propinada al Imperio Inca, a la guerra de Arauco ganada, a los tratados firmados con Chile, a una cultura, religión e idioma propios, el mapuche es bastante más identificable que el chileno. Este último, no tiene religión ni idioma propios, que le vienen heredados de otras culturas. Esto, está más bien relacionado con el estatus de ciudadanía que se crea por ley, al estilo kelseniano, no por la costumbre, como ocurre en los pueblos indígenas.

Qué duda cabe, el Mapuche no es chileno, es mapuche. Es más bien el chileno el que debe responder a las dudas sobre su verdadera identidad.

Nuestro modelo de vida, sigue siendo únicamente mapuche, justamente porque conjuga lo ancestralmente querido, con los estímulos que vienen de la sociedad vecina. La pertinencia cultural es indivisible con el desarrollo del individuo indígena, ésta, parte por el desarrollo de su cultura y de su sociedad indígena. En ese sentido, la igualdad en una sociedad como la chilena, debe comenzar por otorgar derechos diferenciados, en favor del grupo minoritario.

Ese tan manoseado discurso de la igualdad, debe dejar de ser una estrategia para homogeneizar la cultura en una sola. La igualdad responsablemente asumida, debe asegurar el desarrollo de la personalidad de un individuo, de acuerdo al pueblo indígena al cual él pertenece.

En Chile no todos son chilenos y no todos los chilenos son iguales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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