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Chile, uno de los grandes ausentes del Pacto Mundial sobre Inmigración, un fenómeno que llegó para quedarse Opinión

Chile, uno de los grandes ausentes del Pacto Mundial sobre Inmigración, un fenómeno que llegó para quedarse

Carolina Rossetti
Por : Carolina Rossetti Exembajadora de Chile en Suiza
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La inmigración como el cambio climático llegó a nuestro mundo para quedarse. Ignorar el primero buscando como única solución la expulsión, terminará por ser perjudicial para Chile y su imagen en el contexto internacional. Gran parte de los países miembros de la ONU apoyaron un acuerdo sobre la migración en una conferencia internacional en Marrakech, menos Chile y República Dominicana, desechando su participación en el multilateralismo. Posteriormente, representantes de 150 gobiernos ratificaron el Pacto Mundial sobre Migración. Chile al no ratificarlo quedó fuera de la historia. Al restarse a este pacto, Chile se une a un reducido grupo de países ultraconservadores en esta materia, como Israel, Estados Unidos, Italia, Hungría y República dominicana. Urge convocar una reunión regional sobre este tema.


La doctrina de comunicaciones señala que un fenómeno para ser publicado debe construirse con inmediatez, so pena de perder actualidad. En el caso de la inmigración, no lo creo así. La inmigración existe desde que el mundo es mundo, pero en la actualidad reviste de una masividad y constancia que indican que llegó para quedarse. 

Si bien no es un fenómeno nuevo, no se puede negar que en las últimas décadas el número de migrantes ha crecido más de lo que los países tenían previsto como mano de obra barata, al menos antes de la pandemia del Covid 19. 

Debemos sumar a las diversas causas y consecuencias de la inmigración, el fenómeno del cambio climático que también llegó para quedarse e influye cada día más en la inmigración.

Hoy el 3,4 % de la población es migrante. En el año 2000, era un 2,7 %. Es un fenómeno que hasta ahora ha aumentado. ¿Seguirá creciendo? Si miramos a la demografía y otros factores, como el cambio climático, sí, se espera que veamos a más gente en tránsito.

Gran parte de los países miembros de la ONU apoyaron un acuerdo sobre la migración en una conferencia internacional en Marrakech, Marruecos, tras 18 meses de negociaciones, pero dos países latinoamericanos decidieron no hacerlo: Chile y República Dominicana, privilegiando sus propios intereses y desechando su participación en el multilateralismo.

Posteriormente, representantes de 150 gobiernos ratificaron el Pacto Mundial sobre Migración, un acuerdo calificado como un movimiento “histórico” por Naciones Unidas para “prevenir el sufrimiento y el caos”. Al no ratificarlo, Chile quedó fuera de la historia.

Hay imágenes que son difíciles de olvidar y nos persiguen a lo largo de nuestras vidas. Recuerdo sólo algunas, entre muchas otras, como demostración del horror: en el siglo pasado, los migrantes huyendo del nazismo, a pie por los caminos polvorientos de Francia, luego de la ocupación hitleriana de la zona norte del país, en junio de 1940; y en este siglo, los cuerpos desnudos de mujeres y sus niños africanos varados y muertos en las playas del Mediterráneo.

El comienzo de la crisis europea afectaba a los países costeros que se negaban a recibirlos. Imposible olvidar a los migrantes sirios, la mitad de la población anterior a la guerra, más de 13,2 millones de personas que siguen desplazándose dentro y fuera del país. Ésta es la crisis de refugiados más grande del mundo, con 6,6 millones de refugiados dispersos por todo el mundo. Y por último cómo olvidar a esos niños latinoamericanos buscando a sus familias a través de las rejas con las que Trump los había decidido separar, estableciendo su política racista. 

Hoy se suma a las imágenes anteriores la transmisión en vivo y en directo por la televisión de la fila de inmigrantes colombianos y venezolanos, expulsados de Chile, vestidos de overoles blancos con capuchas, cada uno de ellos acompañados de un policía de la PDI, como si fuera posible que huyeran, escena que recuerda a los terroristas encerrados en la cárcel de Guantánamo, uniformados con overoles naranjas. La búsqueda de la similitud es evidente.

Al día siguiente de ese bochorno internacional, el canciller chileno Andrés Allamand declara que, si bien se arrepiente de la forma en que fueron expulsados, agrega a su acto de contrición, la siguiente frase que habrá que descifrar: “Ya no habrá más chipe libre”, sin explicar qué entiende él y el Gobierno de Piñera por “chipe libre”.

Lo que sí podemos afirmar es que el “chipe libre” resume la ausencia y contradictoria política exterior en relación al problema de la inmigración. Por una parte, Chile firmó y ratificó los acuerdos de la reunión en Marrakech en diciembre de 1918 sobre la Migración, para luego abandonarlos, basándose en “el derecho soberano de todo Estado a decidir cómo resguarda sus fronteras y especialmente, las condiciones de ingreso a su territorio” (palabras del excanciller Roberto Ampuero).

Este escritor, travestido en canciller, afirmó en una declaración del 19 diciembre de 2018, inmediatamente después de Marrakech que “la política migratoria de Chile está fundada sobre la protección y respeto por los derechos humanos universales de todos los migrantes, regulares o irregulares, en todo tiempo, en todo lugar y bajo cualquier circunstancia”. Pero finalmente Chile se abstuvo de votar a favor del Pacto para la Migración de Naciones Unidas, dado que éste “no resguarda completamente los legítimos intereses de nuestro país y dificulta la protección de nuestras fronteras”. 

Según la representante especial para la migración internacional de Naciones Unidas, Louise Arbour, que presidió la conferencia de Marrakech, recuerda que “todos los países, incluido Chile, estaban en la mesa cuando se adoptó el Pacto Mundial” y considera que la abstención de Chile para votar a favor d Pacto para la Migración afecta seriamente su política exterior y su mentado espíritu multilateral.

“Creo que deja muy mal a los que participaron en lo que fueron negociaciones reales. Consiguieron concesiones de otros. Defendieron sus intereses durante seis meses en los que uno asume que estaban recibiendo instrucciones de sus capitales, así que es muy decepcionante ver este tipo de revés poco después de que se acordara el texto”, señaló Arbour. Pareciera que Chile, recurre al multilateralismo cuando le conviene a los intereses de sus gobiernos y lo deja de lado cuando no le conviene.

Chile no está en guerra con ningún país de la región, las fronteras tenderán a esfumarse cuando acordemos, los países latinoamericanos y los de centro América, abordar el problema con una visión regional, única manera de darle una solución concordante con los principios de buena vecindad y solidaridad  que deben regir a toda democracia en la actualidad. Sólo la unidad nos permitirá entender las causas y los efectos de la migración.

Antes de juzgar a los hombres y mujeres que caminan miles de kilómetros, huyendo del hambre, de la violencia, del desempleo, del narcotráfico, la falta de salud, buscando un territorio de paz donde recuperar su dignidad perdida,  cabe preguntarse si Chile, hoy, no estará volviendo a los tiempos de Pinochet, donde la dignidad dejó de ser un valor nacional.

La inmigración como el cambio climático llegó a nuestro mundo para quedarse. Ignorar el primero buscando como única solución la expulsión, terminará por ser perjudicial para Chile y su imagen en el contexto internacional.

Según Naciones Unidas existen a nivel planetario 250 millones de migrantes, que representan un 3,4 % de la población mundial. Pero contribuyen en un 9 % al PIB mundial, con casi 7 trillones de dólares al año.

La conferencia intergubernamental para adoptar el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular se llevó a cabo en Marrakech, Marruecos, los días 10 y 11 de diciembre de 2018.  Se convocó bajo los auspicios de la Asamblea General de las Naciones Unidas y se llevó a cabo de conformidad con la resolución 71/1 de 19 de septiembre de 2016, titulada “Declaración de Nueva York para los Refugiados y Migrantes”, que decidió iniciar un proceso de negociaciones intergubernamentales que condujera a la adopción del Pacto Mundial sobre Migración.

El Gobierno de Chile, al restarse de este pacto, se une a un reducido grupo de países ultraconservadores en esta materia, como Israel, Estados Unidos, Italia, Hungría y en América Latina, República Dominicana, que se opone u objeta en alguna forma este pacto no vinculante, pero que pretende respetar los Derechos Humanos y hacer la vida más fácil a los millones de migrantes. Urge convocar una reunión regional sobre este tema.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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