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Elinor Ostrom: una apreciación en su natalicio   Opinión Crédito: https://fppchile.org/

Elinor Ostrom: una apreciación en su natalicio  

Pablo Paniagua Prieto
Por : Pablo Paniagua Prieto Economista. MSc. en Economía y Finanzas de la Universidad Politécnica de Milán y PhD. en Economía Política (U. de Londres: King’s College). Profesor investigador Faro UDD, director del magíster en Economía, Política y Filosofía (Universidad del Desarrollo).
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Al ser la primera mujer en ganar el Nobel de Economía, abrió espacios para las mujeres dentro de una disciplina dominada por hombres y por prejuicios para con ellas, que las mantenían marginadas de la vanguardia económica. La trayectoria profesional de Ostrom puede ser una guía práctica y una luz de esperanza para tantos cientistas sociales que se encuentran hoy marginados del debate público debido a su etnia o género. La historia de Lin es un mensaje de sobriedad para todos aquellos sediciosos que creen que, tomándose las universidades, funando profesores y promoviendo la violencia e incendiando colegios, podemos crear una sociedad menos prejuiciosa y más equitativa.    


El sábado 7 de agosto se cumplió el natalicio número 88 de Elinor “Lin” Ostrom (1933-2012), la primera mujer en ganar el Premio Nobel de Economía, en el 2009. Visto que su pensamiento es hoy considerado por muchos una forma fructífera de entender los problemas comunes y ecológicos que nos afectan (la gestión de recursos hídricos y el cambio climático), es que utilizaré su natalicio para poder delinear ciertas ideas referentes a su pensamiento. En estas líneas veremos por qué el pensamiento de Lin sigue siendo relevante y exploraremos su biografía (Elinor Ostrom resumió su propio viaje intelectual aquí).

“Lin” Ostrom (nacida como Elinor Awan) nació el 7 de agosto de 1933 en Los Ángeles, California. Pese a no contar con apoyo económico, logró obtener un título en ciencia política en la UCLA de California, donde además pudo estudiar teoría de precios con el gran economista Armen Alchian. Por aquella época, la escuela económica de la UCLA, de la mano de Harold Demsetz y Armen Alchian, era líder en la ciencia económica, al crear los campos de “la economía de los derechos de propiedad” (property rights economics) y la Nueva Economía Institucional (New Institutional Economics). Lin fue encandilada por la ciencia económica y su poder de análisis, por lo que ella quería originalmente realizar su Ph.D. en economía. Lamentablemente, dado el sexismo y los prejuicios que había con respecto a las mujeres dentro del campo económico, Ostrom fue persuadida de seguir un posgrado en ciencia política.

Fue en el doctorado en ciencia política donde Elinor cursó un seminario en el cual se estudiaban los problemas de acción colectiva y los desafíos de los recursos comunes (common pool resources); en particular, estudiando la gestión de recursos hídricos en California. El seminario lo dictaba su profesor Vincent Ostrom. Elinor eligió dicho tema de los recursos comunes y los problemas de acción colectiva en California como su tema de tesis doctoral. Elinor y Vincent Ostrom contrajeron matrimonio en 1963, para luego mudarse a Bloomington, Indiana, para fundar lo que sería uno de los centros académicos más relevantes del mundo en la investigación de los problemas de acción colectiva y de los recursos comunes: The Workshop in Political Theory and Public Policy (más conocido como “el taller”).

Desde Bloomington, Elinor Ostrom pasó a convertirse en una figura líder dentro de las ciencias sociales. Fue presidenta de APSA (American Political Science Association), la asociación de cientistas políticos más prestigiosa del mundo. Fue presidenta de la Public Choice Society, prestigiosa asociación de economistas de tendencia liberal fundada por el Premio Nobel James Buchanan, Gordon Tullock y William Riker. Pero sería finalmente la publicación de su magnum opus en 1990, su libro titulado El gobierno de los bienes comunes, lo que finalmente terminaría por consolidar su carrera como economista institucional, trabajo que le permitió obtener el Premio Nobel de Economía en el 2009 (para celebrar dicho libro, desde la Fundación Para el Progreso hemos realizado una serie de podcasts analizando en detalle cada capítulo de la obra).

La Real Academia de las Ciencias de Suecia le otorgó a Ostrom el Nobel por “su análisis de la gobernanza económica, especialmente los bienes comunes”. En palabras de la academia sueca: “Elinor Ostrom ha demostrado cómo las asociaciones de personas pueden gestionar con éxito la propiedad común. (…) Durante las últimas tres décadas, estas contribuciones fundamentales han avanzado la investigación sobre la gobernanza económica desde el margen de la disciplina hasta la vanguardia científica. (…) Elinor Ostrom ha desafiado la visión convencional de que la propiedad común estaría mal administrada y que debe ser regulada por las autoridades centrales o privatizada”. Con todo, el pensamiento y la figura de Ostrom es importante hoy por tres grandes motivos.

[cita tipo=»destaque»]Ostrom nos demostró que el orden social y económico es posible sin un centro definitivo de poder, cuestionando profundamente el paradigma hobbesiano y estatista que ha dominado a la política pública en Chile, y subrayando además la importancia de concebir la pluralidad de lo “público” y el poder creativo de las comunidades locales para poder producir servicios sociales. Todas, ideas que se basan en la cooperación, el principio de subsidiariedad, un profundo escepticismo acerca del poder estatal y la importancia de la sociedad civil –todas, ideas que en Chile han sido fuertemente cuestionadas y que el pensamiento brillante de Elinor Ostrom nos puede ayudar a rescatar de las llamas–. [/cita]

Primero, su figura es relevante en cuanto a su género y sus logros académicos, a pesar de ser marginada en sus inicios. Al ser la primera mujer en ganar el Nobel de Economía, abrió espacios para las mujeres dentro de una disciplina dominada por hombres y por prejuicios para con ellas, que las mantenían marginadas de la vanguardia económica. La trayectoria profesional de Ostrom puede ser una guía práctica y una luz de esperanza para tantos cientistas sociales que se encuentran hoy marginados del debate público debido a su etnia o género. Más que mortificarse y victimizarse, la trayectoria de Ostrom es un mensaje meritocrático y pacífico de superación: si se trabaja duro, si se es profesional y si se trabaja con creatividad y con pasión, entonces es posible vencer los prejuicios y las barreras que se nos imponen en la academia. La historia de Lin es un mensaje de sobriedad para todos aquellos sediciosos que creen que, tomándose las universidades, funando profesores y promoviendo la violencia e incendiando colegios, podemos crear una sociedad menos prejuiciosa y más equitativa.

Segundo, su figura es relevante para la heterodoxia económica o para todos aquellos economistas jóvenes que se encuentran fuera del consenso metodológico y formalismo-matemático dentro de la ciencia económica actual. Su exitosa carrera es señal de que se puede hacer trabajo económico serio y relevante usando el análisis institucional y el institucionalismo, y sin caer en los excesos fatuos de matematizar y formalizar la compleja realidad social. Ostrom, no solo era una cientista política de profesión—ya de por sí considerado algo “extraño” dentro de la ortodoxia económica—, sino que además fue una investigadora creativa que utilizaba mecanismos metodológicos no convencionales para poder explorar distintos problemas de acción colectiva y poder entender en la práctica cómo los seres humanos cooperan y generan espontáneamente reglas para poder superar sus desafíos colectivos.

De hecho, Elinor Ostrom cultivó aquello que se conoce hoy como “un enfoque multimétodo” (a multimethod approach) para poder comprender la cooperación social. Para poder entender mejor la cooperación que ocurre en la práctica –no aquella teórica que existe solo en el pizarrón del economista–, Ostrom utilizó exhaustivamente el trabajo de campo, análisis histórico y narrativo (analytic narratives), experimentos conductuales de laboratorio, análisis institucional comparado, estudios de imágenes satelitales de ecosistemas y otros tantos métodos alternativos. En otras palabras, Ostrom cultivó una visión alternativa e institucional (no mainstream) de la economía, siguiendo los pasos del Nobel Ronald Coase, al oponerse a hacer lo que Coase llamaba despectivamente como “la economía de pizarrón” (blackboard economics).

Tercero, y finalmente, la trayectoria intelectual de Ostrom nos conecta al pensamiento de Adam Smith, Alexis de Tocqueville y al liberalismo contemporáneo, hoy injustamente criticado en el país por ser supuestamente “economicista”. Pues bien, Elinor y Vincent Ostrom trabajaron durante toda su carrera dentro del prisma intelectual de Adam Smith, o aquello que el economista Peter J. Boettke denomina la tradición “mainline”.  Tradición intelectual liberal que comienza con Adam Smith y David Hume y que sigue a través de los Premios Nobel James Buchanan, F. A. Hayek, Vernon Smith y Elinor Ostrom.

De hecho, una de las grandes contribuciones del trabajo de Ostrom es demostrarnos que los seres humanos pueden autogobernarse y crear instituciones propias sin la necesidad de recurrir a un Estado superior u omnisciente para resolver sus problemas. Es decir, la mano invisible de la cooperación y los órdenes espontáneos existen no solo en el mercado, sino que son ubicuos dentro del arte de la asociación. Como bien lo aclaraba Ostrom en una entrevista: “Mis teorías no apoyan al socialismo como método de gobierno desde arriba-hacia-abajo. La mayoría de los gobiernos socialistas son formas de gobierno centralizadas top-down. Creo que mis teorías cuestionan la idea de que un gobierno centralizado o top-down, sea este de derecha o de izquierda, pueda realmente resolver los problemas sociales”.

En conclusión, Ostrom nos demostró que el orden social y económico es posible sin un centro definitivo de poder, cuestionando profundamente el paradigma hobbesiano y estatista que ha dominado la política pública en Chile, y subrayando además la importancia de concebir la pluralidad de lo “público” y el poder creativo de las comunidades locales para poder producir servicios sociales. Todas, ideas que se basan en la cooperación, el principio de subsidiariedad, un profundo escepticismo acerca del poder estatal y la importancia de la sociedad civil –todas, ideas que en Chile han sido fuertemente cuestionadas y que el pensamiento brillante de Elinor Ostrom nos puede ayudar a rescatar de las llamas–.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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