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Reflexiones y aprendizajes de la guerra de Putin Opinión

Reflexiones y aprendizajes de la guerra de Putin

Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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Las guerras y sus planes se sabe cómo comienzan, pero duran hasta la primera interacción con la contraparte y las reacciones del resto de los países. Esto es 100% válido en el caso de la guerra de Putin. Sabemos cómo arrancó, pero no sabemos dónde va a terminar, toda vez que los verdaderos motivos que le dieron origen solo los sabe Vladímir. Puede que ya haya terminado cuando se publique esta columna, pero bien puede gatillar algo más largo o algo más peligroso y, en ese sentido, lo que hagan Occidente y China debe ser bien pensado, ya que Putin no es racional, ni muy distinto a la reacción de un secuestrador cuando está rodeado por la policía. Es alta la probabilidad de acciones irracionales, algo que sabemos que los humanos son capaces de realizar.


El público objetivo de esta columna no son los militares, sino más bien pretende informar a los no especialistas de algunas características de la guerra, y en particular de la que desarrollan Putin y sus ejércitos en contra de los ucranianos.

1) Esta guerra estaba planificada desde hace bastante tiempo. La evidencia de ello es que las tropas rusas llevaban un buen tiempo desplegadas en lugares cercanos a la frontera de Ucrania con Rusia o bien con la de Bielorrusia. Lo anterior disminuyó el factor sorpresa que es necesario para el éxito de cualquier operación militar y, a la vez, permitió a los ucranianos prepararse para lo que podría venir aplicando el principio de que es más fácil defender que atacar, y mejor aún si se dispone de armas de alta tecnología, como son los misiles antitanques Javelin y NLAW, como también los drones turcos que causan grandes daños a las columnas blindadas, algo que ya se había descubierto en la última guerra entre Azerbaiyán y Armenia.

2) Las debilidades y antigüedad del equipamiento ruso son conocidas, como también las debilidades de sus sistemas de mando y control, su tendencia a que solo sea una persona la que toma las decisiones políticas, con lo bueno y lo malo que eso puede tener en situaciones de este tipo, y es por ello que no deben sorprender los problemas que puedan tener en su invasión a Ucrania, o los errores que puedan estar cometiendo.

3) Rusia no necesitaba esta guerra. Para el Estado y el pueblo ruso nada bueno puede salir de esto. La OTAN es una alianza defensiva que no tiene dentro de sus objetivos actuar en forma ofensiva. Si hay países que se quieren unir a ella es solo con el fin de sentirse protegidos de los Putin de este mundo. Hoy en día los países que buscan incorporarse son Ucrania, Georgia y, recientemente, Finlandia y Suecia, los que por su cercanía a Rusia andan un poco nerviosos, y que, por lo demás, ha quedado demostrado que la alianza no actúa para defender a otros países no miembros cuando están bajo el ataque de una potencia militar nuclear. Dicho lo anterior, es poco probable que la OTAN incorpore nuevos países que estén cercanos a la Rusia de Putin, por el riesgo de que tengan que hacer efectiva esa defensa.

4) Es complejo enfrentar a una potencia nuclear, más aún cuando quien está a cargo aparentemente está actuando en la satisfacción de sus propios intereses o sueños, y, en la búsqueda de sus propios objetivos, vistiéndolos o justificándolos de razones que se sabe son mentiras. Digo complejo porque, si su esfuerzo militar no va bien, o derechamente mal, puede querer darles uso a las de carácter más táctico, pero que igual generan destrucción, radiación y muertes de civiles. Esto último no es descartable, pues Putin gobierna solo y su comportamiento es más similar al de gobernantes dictatoriales inestables.

5) Por más que haya escenas desgarradoras de violencia por parte de los rusos sobre los ucranianos, no veo que la OTAN y en particular los Estados Unidos vayan a actuar en alguna forma más contundente e, incluso, podrían repensar la severidad de las sanciones económicas si se percibe que estas comienzan a llevar a Putin a un callejón sin salida que implique por parte de él acciones militares más violentas e incluso nucleares. No olvidemos que la gota que rebalsó el vaso e implicó el ataque de los japoneses a los norteamericanos en Pearl Harbor fueron las sanciones que el país del norte les había aplicado.

6) En el mundo actual y en particular en el occidental, nadie está dispuesto a dar la vida por los problemas de otro país. Ya pasaron las épocas en que Gran Bretaña iba al rescate de otros, o voluntarios iban a apoyar la causa republicana en la guerra civil española. Los países, como bien ha aprendido Ucrania, se rascan con sus propias uñas, y a lo más reciben dinero y armas, pero no deben esperar que el Chapulín Colorado venga a su rescate. Esto tiene implicancias que los países deben observar independientemente de que crean que viven en zonas de paz. Lo único que puede efectivamente asegurar vivir con tranquilidad son fuerzas armadas bien entrenadas, equipadas y organizadas, algo de lo que espero que los políticos y constituyentes chilenos tomen nota.

7) En ese mismo sentido, poca validez tiene las Naciones Unidas. Poco le importaron a Putin las resoluciones de ese organismo, y, por otro lado, el Consejo de Seguridad demostró su inefectividad ya conocida cuando está involucrado uno de los integrantes permanentes con derecho a veto, y en donde además otra de las potencias solo se abstuvo. Recordemos que los países tienen intereses y no tienen amigos, y que todo lo que ahí ocurre es un fiel reflejo de la realidad geopolítica del mundo.

8) Las guerras y sus planes se sabe cómo comienzan, pero duran hasta la primera interacción con la contraparte y las reacciones del resto de los países. Esto es 100% válido en el caso de la guerra de Putin. Sabemos cómo arrancó, pero no sabemos dónde va a terminar, toda vez que los verdaderos motivos que le dieron origen solo los sabe Vladímir. Puede que ya haya terminado cuando se publique esta columna, pero bien puede gatillar algo más largo o algo más peligroso y, en ese sentido, lo que hagan Occidente y China debe ser bien pensado, ya que Putin no es racional, ni muy distinto a la reacción de un secuestrador cuando está rodeado por la policía. Es alta la probabilidad de acciones irracionales, algo que sabemos que los humanos son capaces de realizar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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