Publicidad
Los desafíos de Junaeb en la pandemia de obesidad Opinión

Los desafíos de Junaeb en la pandemia de obesidad

Nicolás Muñoz y Dominique Keim
Por : Nicolás Muñoz y Dominique Keim Centro de Políticas Públicas UC.
Ver Más


Durante las últimas semanas, la Junaeb ha estado en el ojo del huracán, primero, por las protestas de los estudiantes por un aumento en la beca de alimentación de Educación Superior –que se ha mantenido congelada desde hace 10 años–, y luego por un reportaje televisivo que da cuenta de la mala alimentación que estaban recibiendo niñas y niños de un jardín infantil y de algunos colegios de Estación Central por un proveedor del Estado. Esto coincide además con que esta semana el ministro de Educación le pidió la renuncia al director de Junaeb.

Esta es la punta del iceberg respecto a una pandemia que llevamos desarrollando como país hace muchos años: la obesidad. En Chile los niveles de obesidad vienen en aumento sostenido hace décadas, y se estima que en el año 2020 el 54,7% de los estudiantes del país tenía malnutrición por exceso.

Una de las políticas públicas clave para abordar este tema es justamente el Programa de Alimentación Escolar (PAE), de la Junaeb, el cual tiene varios aspectos a destacar, como el diseño y gestión de la licitación más grande que tiene el Estado, que reparte más de 4 millones 800 mil raciones diarias en todo el país. Por lo mismo, ha sido reconocido internacionalmente por la FAO, entre otras organizaciones.

Sin embargo, este programa tiene importantes brechas que corregir si es que queremos enfrentar de verdad la pandemia de la obesidad. Desde el Centro de Políticas Públicas UC hemos mirado de cerca estas deficiencias en un proyecto realizado en conjunto con Junaeb el año 2021, constatando que existen brechas en calidad (ya lo vimos en el reportaje), donde la licitación no tiene incentivos fuertes para que las empresas se preocupen por entregar una comida rica y nutritiva a los estudiantes, siendo el precio lo que prevalece a la hora de la adjudicación.

Hay también brechas en cobertura, ya que el PAE debiera llegar a 2,5 millones de estudiantes y solo lo hace a 1,5 millones, debido a la deficiente infraestructura con que cuenta un número importante de colegios públicos en nuestro país, que no tienen los comedores y cocinas especialmente habilitados para la implementación del programa, y a que hay colegios que voluntariamente deciden no recibir los servicios de alimentación que entrega Junaeb. Todo esto genera importantes espacios de mejora en distintos ámbitos para incrementar la eficiencia y efectividad con que funciona esta política pública, partiendo por incorporar tecnología, mejorar la competitividad, mayor participación de las comunidades educativas y la posibilidad de que los proveedores de alimentación puedan utilizar y/o preferir insumos locales y estacionales para hacer sus preparaciones.

Los problemas están a la vista, el PAE requiere reformas urgentes, y para ello es necesario ir a mirar lo que otros países han logrado a través de programas de alimentación extendidos a todo su sistema escolar. Por ejemplo, en Japón, Francia y Finlandia han logrado no solo brindar una buena alimentación con gran cobertura, sino también han podido educar a través de estos programas respecto de cómo tener una alimentación saludable y, a la vez, cuidar el medio ambiente.

A diferencia del COVID, la obesidad es una pandemia silenciosa, no es infecciosa, pero avanza rápidamente en nuestro país. No podemos seguir esperando.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias