Publicidad

No existe una segunda oportunidad, para dar una primera gran impresión (si es que nos dejan)

Por: Sebastián Aresti Subelman


Señor Director:

Mucho se habla hoy de los privilegiados. Yo soy uno de ellos. Familiarmente crecí en un entorno con acceso a un sinfín de bienes; educación, idiomas, viajes, contención familiar, alimentación, deporte, calefacción, etc. Es verdad, siento que tuve muchos privilegios, pero rápidamente me di cuenta de que esos llamados “privilegios” en definitiva se traducen en que tuve acceso a educación, y eso conlleva una responsabilidad, un desafío. Así me lo hicieron ver mis papás, hermanos, abuelos, primos… Mi familia.

Hoy nuestro presidente (36 años) le “reclama” al presidente de la CPC (60 años) que “el chancho fue mal pelado”. Yo suscribo esa afirmación (39 años). Soy testigo de cómo la generación empresarial anterior a la nuestra disfrazaba gastos, eludían impuestos, se coludían, usaban información privilegiada, etc.… Se buscaba extraer todo el excedente y en definitiva la renta NO se comparte.

Pero ese privilegio que muchos de mi generación tuvimos, no necesariamente significa que pensemos igual que nuestros predecesores. Y es aquí en donde quiero hacer el punto. Chile es una red de oligopolios, en donde la generación sub-40 estamos absorbiendo roles de liderazgo ineludibles, ¿Pero alguien nos ha preguntado cómo pensamos? ¿Nos representan esos gremios que históricamente han sido contrapesos? ¿Queremos ser parte del problema o de la solución? ¿Nos queremos quedar con la renta? Categóricamente digo NO.

En mi caso me siento orgulloso de lo que mis predecesores lograron (aquellos que siempre lo hicieron de frente y sin hacer trampa), en su circunstancia, con sus recursos, pero eso en ningún caso significa que yo piense igual o adscriba a sus mismos modus operandi porque las circunstancias son distintas. Hoy nuestra realidad es distinta. Primero que todo pagamos impuestos muchísimos más altos, el SII conoce cuánto pago por el colegio de mis niños, las contribuciones de mi casa, el gasto de mi tarjeta de crédito, etc… Conocen perfectamente nuestro patrimonio y creo que es lo correcto. ¿Pero por qué debemos nosotros, los privilegiados sub-40 pagar por los “pecados” de nuestros predecesores? ¿Por qué no confían en nosotros como motor de cambio, de crecimiento? ¿Por qué tenemos que absorber una reforma tributaria que no nos da ninguna credibilidad de que podemos hacer las cosas distintas, de aportar crecimiento y dinamizar la economía (pelar bien el chancho)? ¿Algún incentivo? ¿Cómo vamos a invertir 2% en I+D si en Chile las empresas que tienen esa capacidad son multinacionales?

Hoy me preocupa que perdamos capital humano por el simple hecho de no poder ponernos de acuerdo, por desconfianza.

Presidente Boric ¿Cómo lo hacemos para volver a confiar uno del otro? Al igual que yo, creo existen muchos privilegiados sub-40 que quieren ser parte de la solución, pero que pensamos distinto. ¿Tenemos espacio en su agenda?

 

 

Atte.,

Sebastián Aresti Subelman

Publicidad

Tendencias