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Escuchando a Beethoven y a Chile

Por: Aníbal Wilson P.


Señor Director:  

¡Oh amigos, dejemos esos tonos!
¡Entonemos cantos más agradables y llenos de alegría!
¡Alegría, Alegría!
Con estas esperanzadoras y conciliadoras palabras, Ludwig van Beethoven  justificaba o más bien valoraba la inclusión de la «Oda a la Alegría» de Schiller, en el cuarto movimiento de su Novena Sinfonía.  Reivindica así, el poder significante de la palabra musicalizada, a la vez que la voz convertida en instrumento hermoso, en vehículo para la aproximación fraterna, para el encuentro transformador.
¿Cómo no apreciar lo sublime de sus buenos propósitos, por qué no intentar siquiera, hacer nuestras estas valiosas convicciones, tratando de apurar el tranco, acortando el largo y azaroso recorrido por este puente sobre aguas turbulentas, el mismo que ahora atraviesa de un extremo al otro nuestro querido país? Hemos sido capaces de superar mayores y complejos desencuentros, escuchemos, entonces, a este prodigio de la música, alentando al mundo a vivir en paz, en la alegría de cohabitar como seres humanos hermanos, que pueden y quieren volver a ser hermanos.

La inclusión de la palabra, por vez primera en una sinfonía, posibilita la superación y la conciliación de la estructura musical dialéctica, purgando el espíritu a través de la profunda sonoridad de la voz humana y del contenido poético de la palabra.
Porque este Himno a la Alegría, parte esencial de su maravillosa sinfonía, es, sobre todo, un acto de convicción personal, tanto en lo artístico como en lo político, que deja en claro el compromiso del artista con los valores que lo mueven: la igualdad, la fraternidad y la libertad. De ahí que la belleza del contenido artístico de estas tres palabras, trasunta y reafirma la belleza del significado político de las mismas.  En todos los países de habla hispana, el «Himno a la Alegría» se ha dado a conocer como símbolo de la paz:
Escucha hermano la Canción de la Alegría
El canto alegre del que espera un nuevo día
Ven canta, sueña cantando
Vive soñando el nuevo sol
En que lo hombres
Volverán a ser hermanos
Si en tu camino solo existe la tristeza
Y el llanto amargo
De la soledad completa
Vive soñando el nuevo sol
En que los hombres
Volverán a ser hermanos
Y un dato curioso: «En la época revolucionaria, los estudiantes que cantaban la «Oda a la Alegría», entonaban realmente una Oda a la Libertad, con la música de la «Marsellesa».  Y a Beethoven le interesó tanto esto que antes de jubilarse, la incluyó alegremente en el cuarto movimiento de su grandiosa Novena Sinfonía:
«¡Escucha hermano la Canción de la Alegría, en que los hombres, volverán a ser hermanos!».

¡Que Chile entero clama por escucharla y hacerla suya, en una «aproximación fraterna y un encuentro transformador»!

 

Aníbal Wilson P.

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