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Clásico desigual DEPORTES Foto: Archivo/Agencia UNO

Clásico desigual

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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La realidad se verá este domingo. Un clásico desigual y con un ambiente triste, con tan solo siete mil espectadores en las gradas, pero, de todas formas, es un partido que todos o casi todos están pendientes. Que atrapa y mueve pasiones. Que genera una semana de sonrisas o tomento hasta jugar una nueva fecha. Es el clásico, un juego que marca mucho en la cancha y fuera de ella y que esta vez llega con antecedentes muy favorables para uno de ellos. Habrá que ver que pasa.


Los números, estadísticas y rendimientos; de Colo-Colo y Universidad de Chile, son muy dispares de cara al partido de este domingo. Desde la previa aparecen claramente los albos como favoritos para quedarse con la versión 192; sin embargo, el fútbol muchas veces puede marcar un destino distinto.

El cuadro de Quinteros viene como líder y un serio candidato a quedarse con el título. No tendrá a Gabriel Costa, un jugador clave en la idea de juego, sin embargo, el equipo ha demostrado por varios juegos que tiene variantes y opciones para sacar adelante los partidos.

La obligación, por todos los antecedentes previos, la tiene el conjunto popular. Además, se quiera o no, la racha de nueve años sin perder ante el clásico rival, es otra motivación para intentar quedarse con los tres puntos, ya que nadie quiere pasar al libro como el plantel que perdió la supremacía ante los azules.

[cita tipo=»destaque»]Pero no solo basta con correr y meter. Hay que tratar de jugar y ahí, por ahora antes del partido, Colo-Colo lleva una ventaja importante.[/cita]

En la otra vereda, más allá de optimismo interno -y muy interno- que puede tener el plantel azul, los antecedentes de cara al partido no soy muy halagüeños. Lesionado Nery Domínguez y con un Bastián Tapia que viene regresando de una lesión muscular, más la sanción interna a Andía, el uruguayo Diego López deberá conformar una zona defensiva inédita y sin ritmo de partidos. Una cosa es entrenarlo y lo otro es llevarlo adelante en un partido de este calibre.

Además, los azules vienen con registro negativo en las últimas jornadas del certamen, sumado a una idea de juego que por momentos intenta ser sólida y después se desvanece. La buena noticia para el charrúa, es que recupera a sus dos delanteros titulares.

Hace mucho tiempo que, en la previa del clásico, estos equipos no llegaban de manera tan desigual, pero en el fútbol, todo puede pasar, aunque claramente los albos tienen un porcentaje más alto de poder salir airosos.

Seguramente, Quinteros les dirá a sus jugadores que salgan a presionar con todos los primeros quince minutos, con el afán de probar a la inédita zona defensiva azul e intentar sacar diferencias, para después controlar y manejar las instancias y momentos del juego. Eso en la teoría. No me imagino a los azules haciendo presión alta, sino por el contrario, tratar de estar compactos en sus líneas y apostar al contrataque para ver si se le puede hacer daño a la valla de Cortés.

El tablero aguanta mucho desde los posibles movimientos y circuitos. Puede llegar a ser un partido unilateral, aunque por orgullo, los azules pueden apelar a la mística de la camiseta, claro que; con eso muchas veces no alcanza.

Los jugadores de la U tienen una mochila muy pesada sobre sus hombros. Quebrar la historia y terminar con el karma de blanco. Pero no solo basta con correr y meter. Hay que tratar de jugar y ahí, por ahora antes del partido, Colo-Colo lleva una ventaja importante.

La realidad se verá este domingo. Un clásico desigual y con un ambiente triste, con tan solo siete mil espectadores en las gradas, pero, de todas formas, un partido que todos, o casi todos, están pendientes. Que atrapa y mueve pasiones. Que genera una semana de sonrisas o tomento hasta jugar una nueva fecha. Es el clásico, un juego que marca mucho en la cancha y fuera de ella y que esta vez llega con antecedentes muy favorables para uno de ellos. Habrá que ver qué pasa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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