Publicidad
¿Cuánto puede impactar el acuerdo oficialista de «aprobar para reformar» en el resultado del 4S? Opinión

¿Cuánto puede impactar el acuerdo oficialista de «aprobar para reformar» en el resultado del 4S?

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
Ver Más

Por ahora, la única certeza es que tanto el oficialismo como la oposición parecieran tener más puntos en común en cuanto a qué aspectos de la actual Constitución y del texto propuesto deben reformarse, y que, en cualquier escenario, la Carta Magna que hoy rige ya no seguirá vigente, facilitado esto por el proyecto que modificó los quórums para cambiar las leyes constitucionales, el que contó con el patrocinio tardío del Gobierno y el apoyo de casi todo el espectro político, con la excepción del partido de derecha Republicano, cuyos 15 diputados votaron en contra. Esto último, es una señal clara de que la derecha no tiene posibilidad de comprometer todos los votos del sector para ambos escenarios.


Partamos por la paradoja. Pese a todas la críticas de sectores de la derecha, los poderes fácticos del país y, particularmente, de un grupo de gente que hoy podríamos clasificar como “ex Concertación”, en orden a que la propuesta de Constitución tenía errores graves en materias como la plurinacionalidad, Estado de Excepción, sistema de Justicia y Salud, a la hora de que los partidos del oficialismo –más el PPD, PS, PL y PR, que técnicamente no forman parte del Gobierno– presentaron una fórmula para mejorar el texto, salieron rápidamente a descalificar la propuesta. Argumentaron que eran insuficientes y que esto demostraba que la propuesta de nueva Constitución era mala.

Al estilo de la política chilena, palos porque bogas y palos porque no bogas. Pero lo que falta por ver ahora es si para la ciudadanía –no la elite– esta información ayuda a despejar las dudas que han circulado en la campaña del Rechazo y donde se concentran los puntos presentados por Apruebo Dignidad y los otros partidos de centroizquierda.

Sin embargo, lo que más llama la atención de esta paradoja es que quienes tienen el rol más activo en la campaña –llegando incluso a sacar un spot en que comparan el No a la dictadura con el Rechazo a una propuesta elaborada por gente elegida por la ciudadanía– y que han puesto a todos sus rostros al servicio del Rechazo –la derecha ha sido inteligente “fondeando” a los suyos–, son integrantes de los mismos partidos que hicieron la propuesta. De seguro, algo muy confuso para la gente que ve cómo la elite se polariza y vive en un mundo paralelo al resto del país.

A menos de tres semanas del plebiscito –en una operación política liderada por el propio Presidente Boric–, el oficialismo entregó sus propuestas de reforma en caso de ganar el Apruebo. En un documento de cinco puntos, abordaron los temas que generaban mayor incertidumbre, como el alcance de la plurinacionalidad –se acota la autonomía territorial, así como el consentimiento indígena–, de los derechos sociales –se plantea un sistema de pensiones con modelo mixto, se consagra un sistema de salud público y privado y la educación subvencionada–, se mantienen los Estados de Excepción en casos de grave alteración de la seguridad pública, se elimina la atribución de que los parlamentarios puedan presentar proyectos que impliquen gasto público y se restablece el concepto de Poder Judicial –en vez de Sistemas de Justicia–, acotando la justicia indígena a temas referidos a miembros de un mismo pueblo, excluyendo los delitos penales. Además, se modifica el Consejo de Justicia, garantizando que la mayoría de sus integrantes sean jueces.

Sin duda, este anuncio implica un golpe en la recta final del proceso, considerando que los puntos abordados son los que mayores dudas generaban en el mundo de la centroizquierda que está por el Rechazo. La gran duda es si al Apruebo le alcanza para revertir la tendencia que, de acuerdo a las encuestas, mantiene una distancia cercana al 8% a favor del Rechazo. Sin embargo, la principal incógnita es si estas encuestas están estimando el voto obligatorio en sus proyecciones, pensando que en las últimas décadas –con voto voluntario– hemos tenido votaciones en promedio cercanas al 45% del padrón electoral.

Si analizamos el segmento de “indecisos” –fluctúan entre un 14% y 20%–, este se puede caracterizar como hombres, rurales y de estratos socioeconómicos bajos, D y E. Un 15% de ellos votó antes por Apruebo en la entrada y por Boric en segunda vuelta. Un 22% son votantes nuevos, es decir, que no votaron en el plebiscito de 2020 ni en segunda vuelta, y los restantes al menos votaron Apruebo en la entrada. Es decir, todo parecería favorecer al Apruebo, sin embargo, es difícil saber cuánta gente que no ha participado en los últimos años se ha motivado ahora; considerando la fuerte polarización –al menos en la elite–, aumenta el interés de votar. Si votan los adultos mayores –que se excluyeron por la pandemia en 2020–, se inclina al Rechazo. Y si los jóvenes –18 a 34 años– concurren masivamente, el Apruebo saldría beneficiado.

Por ahora, la única certeza es que tanto el oficialismo como la oposición parecieran tener más puntos en común respecto a qué aspectos de la actual Constitución y del texto propuesto deben reformarse, y que, en cualquier escenario, la Carta Magna que hoy rige ya no seguirá vigente, facilitado esto por el proyecto que modificó los quórums para cambiar las leyes constitucionales, el que contó con el patrocinio tardío del Gobierno y el apoyo de casi todo el espectro político, con la excepción del partido de derecha Republicano, cuyos 15 diputados votaron en contra. Esto último, es una señal clara de que la derecha no tiene posibilidad de comprometer todos los votos del sector para ambos escenarios.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias