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Ley de cuotas en directorios: la verdadera ganancia Opinión

Ley de cuotas en directorios: la verdadera ganancia


El Gobierno acaba de ingresar a discusión parlamentaria el proyecto para elevar la participación femenina en los directorios de sociedades anónimas y esto debiera ser celebrado no solo por quienes somos mujeres –seamos empresarias, ejecutivas o trabajadoras, entre otros tantos roles–, sino por todo el entorno empresarial, incluyendo inversionistas y accionistas, ya que las compañías completas ganarán con este avance.

Mucho se ha discutido al respecto y, a estas alturas, no debiéramos tener dudas: lo que hoy motiva (o debiera motivar) un cambio así no tiene que ver con la ética, con un apoyo moral hacia el género o con la paridad por el mero hecho de tenerla. Integrar mujeres promueve en un directorio que las decisiones se tomen de manera distinta, porque –y esta explicación podría parecer innecesaria– garantizar un directorio diverso, es asegurar un directorio con puntos de vista diversos. Lo anterior solo se traducirá en un núcleo de directores mejor preparado para tomar decisiones, con una visión más amplia del mercado, de su industria y de su propia organización.

Considerando lo anterior, y que actualmente las mujeres tienen una representatividad de solo 12,7% en los directorios de las firmas fiscalizadas por la Comisión para el Mercado Financiero, el proyecto presentado debiera ser preocupación de todos. De acuerdo a lo propuesto, durante los primeros seis años de vigencia del mismo debiéramos ver crecer la presencia femenina en directorios a 40%. ¿Podría ser más? Probablemente, pero me parece razonable partir por una meta alcanzable, sobre todo cuando aún muchos continúan pensando en esto como “beneficencia de género”.

Es evidente que hay que abrir espacios a las mujeres en los directorios y ojalá esto se diera naturalmente. Como con todo lo nuevo, esto tomará su tiempo y, muy seguramente, avanzará de la mano con el cambio generacional y de paradigma que hoy vivimos. De hecho, es fácil proyectar que la próxima discusión de este tipo será sobre las nuevas generaciones y sobre cómo las integramos (¿querrán?) a los directorios y otros estamentos de las empresas, en búsqueda de una visión aún más amplia. Muchas no somos fanáticas de las cuotas, pero es un elemento de obligatoriedad que ayudará a acelerar el cambio.

No hay dudas en que existen mujeres preparadas para, cada vez más, asumir roles de relevancia al interior de las compañías. Es cosa de ver la tasa de profesionales que salen cada año de las diferentes casas de estudios, que son más mujeres que hombres. También hemos visto una evolución en las propias empresas listadas en el IPSA, cuyo número de directoras pasó de 33 en 2021 a 45 este año. Hoy el país está dando los primeros pasos hacia un ecosistema empresarial integral y más completo, que permitirá organizaciones más robustas. Quizás también sea el momento de preguntarnos: ¿qué hacemos para atraer ese talento?

Bajo mi punto de vista, en esta etapa son dos los caminos. Primero, que las empresas comiencen a desmarcarse de la incorporación femenina que luce solo como un saludo a la bandera; tener una sola mujer en un directorio, por el mero hecho de tenerla, no deja de ser tan solo una señal, y deja en evidencia no entender la actualidad y tampoco estar al día de las actuales exigencias de la sociedad. Segundo, es clave darse tiempo para vivir y asumir el cambio organizacional que provoca la llegada de nuevas personas, con una mirada diferente, y eso debe partir desde ahora, no hay más tiempo.

En el largo plazo, este tipo de situaciones ya no debería ser noticia y la expectativa (o el ideal) es que no tengamos que regular sobre algo que debiera ser obvio. Pero mientras esto pasa, las cuotas serán la forma de desarrollar el sano hábito de incorporar, no solo a mujeres, sino que una mirada más rica y diversa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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