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Las propuestas de autopréstamo o autoengaño Opinión Créditos: Agencia Uno.

Las propuestas de autopréstamo o autoengaño

Mas allá de todas estas derivadas e ironías que genera el denominado “autopréstamo”, es a todas luces un grave error en materia de política pública social que algunos legisladores propongan estas mociones de reforma constitucional para ofrecerles a los trabajadores una falsa ayuda económica consistente en la opción, en momentos de dificultades económicas, de poder recurrir a seguir girando y gastando dineros contra su cuenta individual de capitalización, que también podría incluir en el menú la cuenta individual de los Fondos de Cesantía, en el contexto de un sistema previsional que está en el banquillo de los acusados hace dos décadas por no ser equitativo, solidario y universal, y al que se pretende reformar para mejorar.


Las tres propuestas de proyectos de reforma constitucional que patrocinan algunos diputados, que pretenden autorizar el denominado “autopréstamo”, para que los trabajadores puedan girar montos determinados y hasta el 100% del dinero de sus cuentas individuales de los fondos previsionales que administran las desacreditadas AFP, han sido, con razón y buenos argumentos, fuertemente criticados por el ministro de Hacienda, Mario Marcel, en sus tres versiones, por ser una pésima política pública con efectos irreversibles.

Marcel ha sostenido que, de aprobarse esta reforma constitucional, tendría efectos catastróficos, ya que solo aumentaría la inflación, golpearía duramente la macroeconomía y el mercado de valores. Ha señalado también que “esta medida, especialmente en su versión de autopréstamos del 100%, tendría efectos catastróficos para la población que más queremos ayudar, con impactos en el presupuesto fiscal que pueden ser incalculables», con mayor impacto que los tres retiros de fondos previsionales anteriores, y también lo ha calificado de “autoengaño”, pues en las propuestas no existen mecanismos reales para obtener la devolución de ese dinero, propuesta por sus autores en uno a seis meses siguientes al retiro, lo que se puede presagiar que no ocurrirá, dejando como resultado un alto porcentaje de chilenos con saldo cero en sus cuentas previsionales individuales.

Además de lo dicho por el ministro Marcel, es necesario precisar que los tres proyectos de reforma constitucional de “autopréstamo” para liberar fondos previsionales por los afiliados de sus cuentas individuales, son conceptual y jurídicamente un homenaje al absurdo, que no se sostiene a sí mismo y que consiste en liberar dinero que está previsto para jubilar y no para usarlo con fines de subsistencia básica familiar.

En efecto, el autopréstamo es equivalente, en casuística, a que se autorizara por ley a una persona, propietaria de un activo, para que celebre un contrato de arrendamiento sobre un bien propio ocupando la posición de arrendatario, para generarse así, con este nuevo negocio, una “autorrenta” o “nuevo ingreso”, con el objeto “benigno” de mejorar su estado patrimonial contable, pagando una renta por el uso de un bien propio o, bien, más absurdo aun, que se autorice por ley a una persona para que autocompre un bien que ya es de su propiedad, para crearse así un “activo nuevo consistente en el pago de un precio de un bien que ya está en su patrimonio y, así, contablemente tendría un nuevo activo monetario en su patrimonio y mejoraría su estado contable patrimonial, con el objeto de que sea sujeto de crédito ante la banca.

En fin, podríamos multiplicar los ejemplos de lo ilógico y absurdo de autorizar un autocontrato o contrato consigo mismo, para validar una partida de activo patrimonial nuevo a causa de este contrato y podríamos sostener, a causa de este absurdo del nuevo negocio, que esa persona que realizó estas operaciones “duplicadas” es más rica contablemente a causa de ellas, ya que mejoró su estado patrimonial, siendo ahora titular de un activo nuevo, con un mayor valor producto de esta autooperación contable.

Mas allá de todas estas derivadas e ironías que genera el denominado “autopréstamo”, es a todas luces un grave error en materia de política pública social que algunos legisladores propongan estas mociones de reforma constitucional para ofrecerles a los trabajadores una falsa ayuda económica consistente en la opción, en momentos de dificultades económicas, de poder recurrir a seguir girando y gastando dineros contra su cuenta individual de capitalización, que también podría incluir en el menú la cuenta individual de los Fondos de Cesantía, en el contexto de un sistema previsional que está en el banquillo de los acusados hace dos décadas por no ser equitativo, solidario y universal, y al que se pretende reformar para mejorar.

De este modo, lo que se conseguiría, de aprobarse el «autopréstamo», es seguir empobreciendo a las personas más carenciadas, que finalmente quedarían con un saldo cero o mínimo para su eventual futura jubilación y, de paso, debilitando una futura reforma al sistema previsional. Definitivamente, el proyecto del denominado autopréstamo es, sin eufemismos, un autoengaño, como sostiene acertadamente Mario Marcel y, de aprobarse, dramáticamente materializaría esta mala política pública el viejo refrán “pan para hoy, hambre para mañana”, dando así un tiro de gracia a la población económicamente más necesitada, haciéndola disponer de un paupérrimo saldo previsional. O sea, tiene la virtud de aumentar inmediatamente la estadística de la pobreza de los más pobres, con saldo cero en la cuenta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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