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Elecciones y encrucijadas Opinión

Elecciones y encrucijadas

Juan Pablo Glasinovic Vernon
Por : Juan Pablo Glasinovic Vernon Abogado de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), magíster en Ciencia Política mención Relaciones Internacionales, PUC; Master of Arts in Area Studies (South East Asia), University of London.
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Durante los últimos días han tenido lugar unos comicios de esa naturaleza en dos continentes, que han pasado relativamente desapercibidos por la cobertura preferente que los medios y analistas han dado al conflicto en Gaza.


Las elecciones en democracia o al menos con ciertas garantías mínimas para desarrollarse en forma libre y secreta, en ocasiones pueden significar mucho más que la permanencia o cambio de una autoridad. En esos casos, los resultados y efectos pueden marcar el devenir político de un país por un largo tiempo, hasta que otra elección vuelva a cambiar el rumbo. En síntesis, los países que tienen la posibilidad de votar libremente cada cierto tiempo enfrentan profundas encrucijadas que se resuelven por la mayoría, y cuyos efectos, como señalé, van mucho más allá de los candidatos y partidos en competencia e incluso de su territorio.

Durante los últimos días han tenido lugar unos comicios de esa naturaleza en dos continentes, que han pasado relativamente desapercibidos por la cobertura preferente que los medios y analistas han dado al conflicto en Gaza.

El primer caso y quizá más relevante a mi juicio, fue la elección general en Polonia. Este país llevaba 8 años bajo el gobierno del partido Ley y Justicia (PiS en sus siglas polacas), con una preocupante deriva autoritaria y anti-Unión Europea. En efecto, durante ese período impulsó una controvertida reforma judicial que debilitó este poder subordinándolo a la autoridad política, así como también procuró controlar a los medios de prensa, potenciando a los públicos y persiguiendo judicialmente a los opositores. Adicionalmente adoptó una línea nacionalista y antiinmigración, sumando medidas atentatorias contra la diversidad sexual, entre otras acciones de control social. Todo lo anterior generó serios roces con la Unión Europea, la cual inició varios procesos contra Polonia por violación de normas del bloque y ha retenido los fondos que se acordó entregar a todos los miembros de la organización con motivo de la pandemia y sus efectos.

La Polonia del PiS junto con la Hungría del Fidesz (primer ministro Viktor Orban) representaban una seria amenaza para los valores básicos sobre los cuales se sostiene la Unión Europea, atentando no solo contra su gobernanza interna sino también alentando la merma del bloque.

La victoria el año pasado en Hungría de Viktor Orban y de su partido Fidesz en el poder desde 2010, a pesar de tener en contra a una oposición unida a diferencia de las elecciones anteriores, fue una inyección de optimismo y confianza para regímenes afines como el polaco. En este país, a diferencia de Hungría, en la campaña la oposición no fue unida. Eso parecía reforzar las posibilidades del PiS de reelegirse pero sorpresivamente, este perdió su mayoría absoluta.

¿Por qué ganó una oposición dividida? Contrariamente a lo que indicaría la lógica, en este caso la división permitió ampliar la convocatoria a los votantes. De haber ido en bloque, es probable que muchos no la hubieran votado por no estar de acuerdo con propuestas de consenso de una gran heterogeneidad política e ideológica. En cambio, separados y en un sistema parlamentario (la ventaja en este es que los pactos que importan se hacen post elecciones en función de los escaños de cada partido), cada uno podía votar por su preferencia original.

Los resultados electorales fueron los siguientes: el 35,38% de los votos fueron para el PiS; el 30,70% de los votos los obtuvo Coalición Cívica (KO), liderado por Donald Tusk, ex primer ministro de Polonia y presidente del Consejo Europeo. Es una coalición de varios partidos de orientación liberal y centrista. Tercera Vía, una coalición liberal de centro derecha, obtuvo el 14,40% de los votos. La formación socialdemócrata de izquierdas, Nueva Izquierda, alcanzó el 8,61% de los votos. El 7,16% de los apoyos fueron para la coalición de extrema derecha y populista, Confederación Libertad e Independencia.

Con estos resultados, Donald Tusk, podría llegar al gobierno polaco de nuevo si pacta con otras dos fuerzas parlamentarias: Tercera Vía y la Nueva Izquierda.

No deja de ser simbólico que el probable próximo primer ministro sea Tusk, en lo que constituiría un regreso al espíritu de la Unión Europea.

En una Europa donde la extrema derecha y el populismo parecían inevitablemente en ascenso, su derrota en Polonia, país en el cual junto con Hungría parecía asentada, constituye un alivio y la evidencia de que el fenómeno no es lo irreversible que parece. Es cierto que el PiS sigue con la primera mayoría y controla buena parte del espacio rural y de las pequeñas ciudades, pero su propósito de llevar a Polonia hacia un nacionalismo autoritario fue rechazado. Y lo más importante es que este rechazo y el triunfo opositor se sustentó en los jóvenes y en las mujeres, los que votaron más que en todas las elecciones anteriores.

La derrota del PiS y la probable conformación de un gobierno liberal y pro-UE no solo constituye un alivio y refuerzo para el propósito del bloque, también revitaliza la democracia polaca y manda una potente señal continental de que esta sociedad no aceptó caer en el autoritarismo y lo hizo con el poder del voto.

Sin duda que más allá de lo que suceda en la conformación de un nuevo gobierno en Polonia, el país resolvió en esta encrucijada reivindicar su democracia y mantenerse anclado en Europa Occidental.

Mientras los polacos definían su rumbo, en nuestra región también ocurría lo mismo en Ecuador. En este país triunfó el candidato de derecha Daniel Noboa, propinando una dura derrota a su contrincante Luisa González quien en la primera vuelta superó ampliamente a todos los otros candidatos. En el balotaje este sacó el 52% frente al 48% de ella.

Lo más relevante de esta elección es que fue en gran medida un plebiscito entre el correísmo (y su candidata Luisa González) y el anti-correísmo. Por segunda vez la mayoría de los ecuatorianos rechazó darle el triunfo a su representante, favoreciendo la opción contraria. Además, Noboa hizo una gran campaña, introduciendo aire fresco en un ambiente interno enrarecido y abriendo la esperanza de cambios importantes.

Rafael Correa fue un líder populista que en su gobierno también empujó al país hacia una deriva autoritaria, y a pesar de sus intentos de recuperar el poder con candidatos afines y de mantener aún una gran influencia interna, ha sido rechazado en dos oportunidades y el país parece ir alejándose de su legado y ascendiente, lo que constituye una buena noticia para su democracia que ha dado signos de gran resiliencia en los duros tiempos que corren.

Dos países que pasaron por encrucijadas con una clara decisión popular del rumbo a seguir y cuyos efectos probablemente se extenderán más allá de sus fronteras, especialmente en el primer caso.

Ambas circunstancias constituyen buenas noticias para la democracia en el mundo, en un período que no ha sido precisamente favorable para este sistema y la libertad.

Este domingo otro país enfrenta una encrucijada y decidirá su rumbo: Argentina. Indudablemente dará para un análisis especial.

Por último y con muy poca cobertura, ha habido algunos movimientos significativos con relación a la posibilidad de una elección general competitiva en Venezuela el próximo año. Gobierno y oposición han retomado la negociación para ese propósito y Estados Unidos ha levantado algunas sanciones al régimen de Maduro como aliciente ante esta apertura al diálogo.

Está claro que la profunda crisis venezolana solo podrá ser resuelta por ellos mismos y eso pasa por una elección libre. ¿Podrá acordarse una salida de esta naturaleza?

Todos los procesos anteriores fracasaron porque básicamente el gobierno dilató las negociaciones sin tener la intención de abrir puertas a una competencia real.

¿Podría cambiar ese escenario? Sigue siendo muy difícil, pero hay débiles luces de esperanza. Por un lado, la oposición parece estar más unida y por otro el gobierno necesita impulsar su economía, lo que pasa en gran medida por recomponer los vínculos con EEUU y la UE. Rusia y China, sus principales sostenedores, no atraviesan por su mejor momento, lo que favorece una apertura.

Habrá que seguir observando y esperar que los venezolanos tengan la posibilidad de expresarse libremente en las urnas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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