Opinión
La construcción de un Sistema Nacional de Cuidados en Chile no solo representa un desafío, sino también una oportunidad para impulsar el empleo y el crecimiento.
En la actualidad, Chile se encuentra inmerso en la tarea crucial de establecer un sólido Sistema Nacional de Cuidados. Este proceso implica superar la tradicional asignación del cuidado a los hogares y a las mujeres, abrazando un enfoque más inclusivo y equitativo.
El avance hacia este sistema requiere no solo la participación de la familia, sino también una colaboración sin precedentes entre la sociedad civil, el mercado y el Estado. Este modelo de cuidado más integral se enfrenta a desafíos significativos, ya que implica una transformación profunda en la manera en que concebimos y gestionamos el cuidado en la sociedad.
La igualdad de género en la división del trabajo doméstico es esencial para garantizar el éxito de estas iniciativas. La crisis actual, agravada por la pandemia y el envejecimiento poblacional, ha revelado la fragilidad del modelo tradicional, convirtiendo la atención a la dependencia en un desafío social urgente.
En este contexto, la experiencia europea emerge como un valioso recurso para Chile. El Programa de la Unión Europea EUROsociAL, coordinado por FIIAPP y liderado en su línea de políticas sociales por la Organización Internacional Italo Latinoamericana (IILA), proporciona apoyo crucial en términos de datos, estándares de calidad, modelos de servicios y financiamiento. Esta colaboración ofrece una oportunidad única para aprender de las mejores prácticas europeas y adaptarlas a la realidad chilena.
La construcción de un Sistema Nacional de Cuidados en Chile no solo representa un desafío, sino también una oportunidad para impulsar el empleo y el crecimiento. Al abordar la creciente demanda de cuidados y la necesidad de períodos más prolongados, Chile tiene la oportunidad de liderar en la construcción de sociedades más cohesionadas y justas en la pospandemia.
