Publicidad

A propósito del inicio del SAE

Por: Armando Rojas Jara


Señor director:

Esta semana comenzó formalmente el proceso de postulación al sistema de admisión escolar 2020.

Se trata de su cuarta versión desde que, en el año 2017, se implementara por primera vez en la región de Magallanes. Además, se trata de la segunda vez en la que se incluyen los establecimientos de la región Metropolitana. No obstante, el escenario en el que este año se está llevando a cabo este proceso es muy distinto, dada la actual crisis que estamos enfrentando. En particular, quisiera mencionar tres nudos críticos que evidencian este complejo momento: En primer término -tal como lo señala el Banco Interamericano de Desarrollo- el empobrecimiento de las familias y cierre de escuelas privadas (subvencionadas o no) derivará en una inesperada demanda de vacantes para los establecimientos públicos, lo que traería consigo complejos desafíos tanto para los colegios municipales como para los pertenecientes a los servicios locales de Educación. En segundo término, resulta complejo dar inicio a un proceso que está pensado para 2021, cuando aún no existen certezas sobre cómo terminará este año, en aspectos tales como la promoción de los estudiantes o el pago de la subvención escolar cuando se vuelva a las clases presenciales. En tercer término, conviene mirar los resultados del sistema de admisión, para poder proyectar futuras complejidades. En 2018 postularon 274.990 estudiantes, de los cuales, un 82% quedó seleccionado en alguna de las opciones de su preferencia. Además, un 78% fue admitido en alguna de sus tres primeras preferencias. En 2019, en tanto, participaron del proceso 483.070 estudiantes, resultando un 85% de ellos seleccionado en algún establecimiento de su preferencia. Por su parte, un 80% de ellos fue admitido en alguna de sus tres primeras preferencias. Y en particular, este año un 54% de este grupo quedó en su primera prioridad. Ahora bien, este año a través del SAE se ofrecerán 1.149.833 vacantes para las familias. Al analizar estos últimos datos resulta conveniente preguntarse: ¿Qué ocurrirá en el caso de que los cupos ofrecidos por el SAE no sean suficientes ante una eventual sobredemanda? ¿Cómo se distribuirá en tal caso la matrícula nacional? ¿La educación pública incrementará su matrícula? Ante este escenario, dos ideas para contribuir al diálogo. En primer lugar, es necesario comprender (y aceptar) que los sistemas educativos tendrán que aprender a convivir en este nuevo escenario. Las condiciones ahora serán distintas. Y en ese sentido, es conveniente y deseable diseñar mecanismos tendientes a preparar a las escuelas y liceos para lo que se viene, entregando herramientas para adaptar los procesos de enseñanza aprendizaje a este nuevo contexto. Y ante los eventuales resultados del SAE este año, no es tan alejado proyectar salas de clases más heterogéneas, lo que sin duda será un gran tema para analizar en el futuro. Y, en segundo lugar, surge la necesidad de fortalecer y relevar el rol de la educación pública, que -dado todo lo anterior- tiene una gran oportunidad para convertirse en una real opción para las familias. Como sea, los resultados que arrojará el SAE este año, marcarán el inicio de un rumbo nuevo para nuestro sistema educativo.

Armando Rojas Jara

Profesor de política educativa de la Universidad del Desarrollo

 

 

Publicidad

Tendencias