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Frei, el mismo de siempre: un tipo preocupado de sí mismo Opinión

Frei, el mismo de siempre: un tipo preocupado de sí mismo

Eda Cleary
Por : Eda Cleary Socióloga, doctorada en ciencias políticas y económicas en la Universidad de Aachen de Alemania Federal.
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En el Chile de la transición, se negaron sistemáticamente las causas del éxodo migratorio más grande de la historia moderna del país: el exilio político y la masiva migración por pobreza. Fueron cerca de dos millones de chilenos que se vieron obligados a abandonar el país. Frente a la emigración forzada a nivel mundial, Frei y Piñera aplican la misma política. Hacen caso omiso de los masivos abusos que sufren millones de seres humanos perseguidos por las guerras de invasión, el hambre, la falta de agua, de tierra, de seguridad pública y la violencia política.


Frei y Piñera volvieron a hacer noticia juntos la semana pasada cuando el ex Presidente le dio el apoyo al actual Mandatario para manifestar su posición en contra del Pacto Migratorio de la ONU, acordado en Marrakech. Con ello restan a Chile de las fuerzas políticas civilizadas del planeta. Sin embargo, la armónica colaboración entre Frei y Piñera no sorprende. Dos hombres que hicieron sus respectivas fortunas durante la dictadura, callando y acomodándose a la barbarie, para cuidar sus intereses. A uno le fue mejor que al otro, es cierto, pero ambos no abrieron la boca para defender a las víctimas de los crímenes pinochetistas. Los dos estaban demasiado ocupados en lo de ellos, sus negocios, sus familias.

¿Por qué habrían de tener hoy compasión por los millones de personas que están siendo perseguidas por distintos motivos  a nivel mundial? ¿Qué les importa a estos dos políticos la suerte de los caídos en desgracia por acciones absolutamente ajenas a su voluntad?

Cabe recordar que fue Frei quien, como Presidente, protegió a Pinochet en Londres “por razones humanitarias” y con ello a los que estaban involucrados en el asesinato de su propio padre. Curiosamente invocaba el mismo argumento de ahora contra el Pacto Migratorio: la así llamada “soberanía nacional”. En esa disyuntiva, Piñera y Frei también estaban unidos a fuego para salvar a su general, aunque fuera un criminal y un ladrón.

Pero ¿qué tiene que ver este asunto con lo del Pacto Migratorio? Lamentablemente mucho, porque se repite la misma lógica: la opción por la defensa de los verdugos. Las víctimas son la amenaza para la estabilidad y la impunidad de los criminales la garantía de “paz” social.

En el Chile de la transición, se negaron sistemáticamente las causas del éxodo migratorio más grande de la historia moderna del país: el exilio político y la masiva migración por pobreza. Fueron cerca de dos millones de chilenos que  se vieron obligados a abandonar el país. Un peculiar coletazo de ese negacionismo fue el programa de TVN  “Patiperros”, como que si estos connacionales hubiesen salido del país a “conocer el mundo” por su espíritu aventurero.

[cita tipo=»destaque»]El Pacto Migratorio de Marrakech es una iniciativa voluntaria de las naciones civilizadas para detener esta barbarie. Han decidido proteger y garantizar los mínimos derechos de estas personas frente a una peligrosa asonada ultraderechista mundial  que quiere sangre, odio, racismo y miedo frente a todo y todos los que son diferentes. El mundo está en una disyuntiva peligrosa. El eterno retorno de la maldad histórica está a la vuelta de la esquina. Pero Frei y Piñera, al parecer, no se han enterado y han ubicado a nuestro país en la vereda falsa.[/cita]

Frente a la emigración forzada a nivel mundial, Frei y Piñera aplican la misma política. Hacen caso omiso de los masivos abusos que sufren millones de seres humanos perseguidos por las guerras de invasión, el hambre, la falta de agua, de tierra, de seguridad pública, la violencia política, las intervenciones militares extranjeras, las guerras civiles y el terrorismo fundamentalista. Niños, mujeres y jóvenes son explotados laboral y sexualmente, son “comercializados” por bandas de esclavistas modernos, son agredidos a diario, pasan frío y sufren enfermedades sin ninguna ayuda. Pero Sebastián y Eduardo están preocupados por la “legalidad” de esa emigración. Están convencidos de que podrán regular a nivel nacional el asunto. Son dos políticos criollos viviendo detrás de las montañas en su pueblecito de “Las Condes”.

El Pacto Migratorio de Marrakech es una iniciativa voluntaria de las naciones civilizadas para detener esta barbarie. Han decidido proteger y garantizar los mínimos derechos de estas personas frente a una peligrosa asonada ultraderechista mundial  que quiere sangre, odio, racismo y miedo frente a todo y todos los que son diferentes. El mundo está en una disyuntiva peligrosa. El eterno retorno de la maldad  histórica está a la vuelta de la esquina. Pero Frei y Piñera, al parecer, no se han enterado y han ubicado a nuestro país en la vereda falsa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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