Publicidad
No usemos el nombre de la Vicaría de la Solidaridad y el COPACHI Opinión

No usemos el nombre de la Vicaría de la Solidaridad y el COPACHI

Verónica Matus
Por : Verónica Matus Trabajadora de Derechos Humanos en el Comité de Cooperación para la Paz (1973-75) y luego en la Vicaría de la Solidaridad e integrante de la Asociación de ex trabajadores de la Vicaría de Solidaridad y del COPACHI
Ver Más


Tras la salida de la exhibición que se hizo en las afueras de La Moneda de la película que pone en el centro la historia de la Vicaría de la Solidaridad, llamada Habeas Corpus (2015), recuerdo haberme acercado al director para decirle que la historia estaba inconclusa: el trabajo no era solo jurídico, sino que también apoyaba, incentivaba y articulaba las expresiones de solidaridad de distintos actores de la sociedad: mujeres, pobladoras, jóvenes, profesionales y artistas. Y eso era importante mostrarlo.  

Hoy es importante recordarlo, la solidaridad es más que una palabra, es una acción, un gesto, expresa un sentimiento colectivo, se practica con otras/otros/es.

Me parece importante, como alguien que trabajó durante varios años en la Vicaría y el COPACHI, recordarle a mis compañeros y compañeras la relevancia de los colaboradores que la Vicaría tuvo durante los años en que esta funcionó. Ellos fueron parte esencial de ella.

La Vicaría de la Solidaridad estuvo compuesta, durante los 17 años que funcionó (1976-1993), de varios departamentos: el jurídico, de comunicaciones, con un Boletín de Solidaridad, un departamento de Zonas con sus equipos de “solidaridad”. Trabajábamos con organizaciones sociales apoyando la acción en el territorio, con las personas que los habitaban y conformaban grupos preocupados por la salud, alimentación, la cultura y organizaciones sociales, como grupos juveniles, ollas comunes, en un trabajo que poco se ha difundido, pero que era clave, ya que en su base estaba la confianza que tenía la gente en la institución, porque esta representaba también sus esperanzas y aspiraciones.

Durante varios años trabajé en el Equipo de Solidaridad de la Vicaría Zona Oriente, viajando a los territorios, generando redes de apoyo junto a distintas personas, grupos de jóvenes y colaboradores que fueron clave para nuestro trabajo. Entonces, recuerdo la llegada de estudiantes de derecho de la U de Chile, como Lorena Fries.  La recuerdo muy bien. Era una estudiante que junto a otras realizaban talleres de derechos humanos y derechos de las mujeres, todos los jueves en el sector de Lo Hermida; un trabajo que tuvo su fruto y está en la memoria de muchas mujeres de ese sector hasta el día de hoy. Lorena participó de esos procesos democratizadores que se daban en el marco de la acción de la Vicaría, en esos ochentas oscuros, había un lado luminoso en estas asociaciones.

Era un trabajo de reconstrucción del tejido social, de asociatividad movilizar la solidaridad fue muy importante para la época. En conjunto, muchas mujeres, participaron y, con el tiempo, formaron parte del movimiento de mujeres y feminista de la época. La obra de teatro “Tres Marías y una Rosa” surgió de un grupo de actores colaboradores de la Vicaría, los Festivales de Solidaridad con la cooperación de músicos y cantantes. La Vicaría, además, tuvo el apoyo de arquitectos, para el terremoto de 1985, de médicos y muchos profesionales que comprendían que la acción por los derechos humanos va más allá de las graves vulneraciones cometidas durante la dictadura, los derechos humanos son una poderosa herramienta para poner límites a los abusos del poder y también para construir una convivencia en libertad, en dignidad. Horizonte de una convivencia distinta en respeto y cuidado. Ambas dimensiones, son inseparables. Y eso lo aprendimos en el COPACHI y en la Vicaría de Solidaridad en aquellos años.

Y respecto de los últimos dichos sobre la exdirectora del Instituto de Derechos Humanos, Lorena Fries y de una carta publicada por la Asociación ex trabajadores de la Vicaría de la Solidaridad y del Comité de Cooperación para la Paz en Chile, puedo decir lo que pienso:

  1. Comparto la crítica a su participación en un programa en redes sociales.  Es un desaguisado, está mal y ella lo ha reconocido. Una crítica a la moralidad del acto de reírse no descalifica su trayectoria en el ámbito de los derechos humanos ni de su labor. Con Lorena trabajamos en el Equipo de Solidaridad en la Vicaría Zona Oriente, en los que ella contribuyó al trabajo solidario impartiendo talleres de capacitación en derechos de las mujeres y derechos humanos desde que era una estudiante universitaria, de manera voluntaria y por varios años.
  2. Decir que es lamentable que un grupo de personas se arroguen el nombre de la Asociación de extrabajadores de la Vicaría de Solidaridad y del COPACHI para expresar sus propias opiniones, a sabiendas   que no fue discutido al menos con buena parte de quienes la integramos y que dicha Asociación dejó de funcionar hace al menos tres años. Y entre sus tareas está el contribuir a la memoria y la difusión de los derechos humanos y no a la expresión de opiniones de grupos de personas, que bien pueden hacerse a título personal.
  3. En el actual contexto país, con graves déficits relacionados con los derechos humanos, es triste y vergonzoso que algunas personas se arroguen el nombre de la Vicaría para descalificar a alguien en particular. Una mirada mezquina en un país como Chile, con problemáticas de DDHH que van de norte a sur, desde la crisis que enfrentan los migrantes en el norte hasta la militarización que se vive en la Araucanía.

Me parece relevante destacar que la Vicaría de la Solidaridad tuvo un rol importantísimo dentro de la sociedad precisamente porque no se trató de una institución aislada de la sociedad, sino que colaboraron con ella muchas personas que ayudaron a construir la institución que todos conocieron, y qué pena que un grupo de personas se arrogue el nombre de la Asociación de extrabajadores/as de la Vicaría de la Solidaridad y el COPACHI solo para descalificar a una persona antes que difundir el gran legado en Derechos Humanos, en un país que clama por ellos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias