Publicidad
La oportunidad del “coronel” Coloma Opinión

La oportunidad del “coronel” Coloma

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
Ver Más

En la UDI –lo mismo en RN y en particular Evópoli– gran parte de sus dirigentes apenas habían nacido para el golpe de Estado. Por tanto, para este antiguo “coronel”, es una oportunidad porque él sigue siendo un rostro vinculado a esa época oscura de Chile. De esta forma, la derecha chilena tradicional podrá empezar a cerrar una etapa larga en que fueron, al menos, cómplices de muchos dolores, y podrán mirar hacia adelante con más tranquilidad, desligándose de esa otra derecha, la de JAK, que sigue pensando como la UDI de los 80. Vaya paradoja, Coloma en la testera del Senado con una nueva Constitución y guardando un minuto de silencio por los detenidos desaparecidos y para que nunca más se repita en Chile lo que se vivió entre 1973 y 1990.


Juan Antonio Coloma lleva 34 largos años en el Parlamento –¿quién dura esos años en un trabajo en estos tiempos?–, es decir, desde el inicio de la transición. Todo un récord mundial. El senador egresó del Colegio San Ignacio en el simbólico 1973 y fue presidente designado de la FEUC cuando estudiaba derecho en la PUC, para luego ser parte del Consejo de Estado, organismo que elaboró, a puertas cerradas, la Constitución firmada por Pinochet. Por esos misterios del destino, Coloma presidirá el Senado el año en que se plebiscitará –por segunda vez– una Constitución con participación ciudadana y el año en que se conmemorarán los cincuenta años del golpe cívico-militar del 73. 

Sin duda, Coloma hoy no es el mismo que, durante diecisiete años, defendió la dictadura sin autocrítica y haciendo vista gorda a la falta de libertades públicas, toque de queda permanente, exilio, censura, y las violaciones a los derechos humanos. En ese entonces, el hoy senador era uno de los discípulos más disciplinados de Jaime Guzmán y un acérrimo defensor del legado de Pinochet. Ejercía el liderazgo en la UDI –es uno de sus fundadores– sin contrapeso, junto a los otros integrantes de los llamados “coroneles”: Pablo Longueira –también del colegio católico San Ignacio–, Andrés Chadwick, Jovino Novoa y Evelyn Matthei. Sin embargo, alrededor de los años 2010-2012, Coloma comenzó a moderar, en parte, su relato pro dictadura. De hecho, derrotó en la interna al ala más extrema del gremialismo encabezada por José Antonio Kast, quien luego abandonó la UDI por considerar que el partido estaba girando hacia el centro.

No cabe duda de que Juan Antonio Coloma es un político sagaz, más aún con la experiencia que ha ganado en tres largas décadas en el Congreso. El abogado ha ido evolucionando desde un discurso dogmático y de ultraderecha de la UDI de Jaime Guzmán de los años ochenta y noventa del pasado siglo, y su rigidez en términos valóricos –se opuso al aborto en tres causales–, hasta llegar a las posiciones más de centroderecha que su partido ostenta hoy, de la mano de Javier Macaya. Claro está, hoy los llamados “coroneles” tienen un peso menor dentro de esa colectividad y tres de sus fundadores están bastante fuera de combate, como sucede en los casos de Novoa y Longueira, y en menor medida Chadwick (que, luego de la acusación constitucional, actúa más en las sombras dentro de la colectividad). Matthei es la excepción, hoy incluso precandidata para 2025

De seguro, su rol como parlamentario permanente ha influido en este giro más hacia la centroderecha. En el Congreso, a Coloma le ha tocado negociar todo tipo de proyectos y buscar acuerdos políticos con diversos sectores. Hábil a la hora de acercar posiciones, ha adquirido un sentido del pragmatismo, inimaginable en la década de los ochenta o noventa. 

También es un hecho que el hábito hace al monje en política, más todavía cuando se ocupan altos cargos de responsabilidad. Ya lo sabe de sobra el Presidente Gabriel Boric y varios de sus ministros, los que en su momento pensaban o actuaban de una forma y que, hoy, no les queda más que asumir que hay cosas que se ven y viven distintas estando desde el otro lado del río.

Pero si hay algo que genera un cambio sorprendente en las personas, es ejercer la presidencia de una de las dos Cámaras en Chile. A tal nivel llega el peso y la solemnidad de dirigir el Parlamento, que quienes han ocupado ese sillón han sufrido una transformación irreversible. Pasan a ser hombres y mujeres más moderados, más dialogantes, más creadores de consensos, “ecuánimes”. Sin ir más lejos, el Elizalde que fue presidente del Senado no tiene nada que ver con el Elizalde que ejercía el mismo puesto en el PS. Igual cosa corre para Soto y Mirosevic. Es como que recibieran una especie de espíritu santo, una iluminación que los convierte en “personas de Estado”. 

En ese contexto, Juan Antonio Coloma tiene una tremenda oportunidad gracias a esta jugarreta del destino. No solo para él en lo personal, sino que para un sector que aún tiene deudas pendientes con la historia. Es indudable que una parte de la derecha que participó en la dictadura ha ido haciendo un mea culpa con los años, especialmente en materia de derechos humanos, sin embargo, todavía restan gestos, palabras y hechos concretos que les permitan cerrar y curar las heridas, causadas por omisión o complicidad, lo que les posibilitará pasar a otro estadio para mirar al futuro. 

En la UDI –lo mismo en RN y en particular Evópoli– gran parte de sus dirigentes apenas habían nacido para el golpe de Estado. Por tanto, para este antiguo “coronel”, es una oportunidad porque él sigue siendo un rostro vinculado a esa época oscura de Chile. De esta forma, la derecha chilena tradicional podrá empezar a cerrar una etapa larga en que fueron, al menos, cómplices de muchos dolores, y podrán mirar hacia adelante con más tranquilidad, desligándose de esa otra derecha, la de JAK, que sigue pensando como la UDI de los 80. Vaya paradoja, Coloma en la testera del Senado con una nueva Constitución y guardando un minuto de silencio por los detenidos desaparecidos y para que nunca más se repita en Chile lo que se vivió entre 1973 y 1990.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias