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Edad de jubilación: las ventajas de Chile sobre Francia Opinión

Edad de jubilación: las ventajas de Chile sobre Francia

Elisa Cabezón
Por : Elisa Cabezón Directora de Evidencia de Pivotes.
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Si bien los chilenos pueden voluntariamente postergar su jubilación, beneficiándose con un aumento en su pensión, los datos del mercado laboral muestran que el porcentaje de la población con empleo formal cae considerablemente a partir de la edad legal de retiro. ¿Qué nos indica esto? Que el verdadero desafío para Chile es postergar gradualmente la edad de jubilación, junto a medidas a nivel de empresas y de política pública que faciliten e incentiven la participación de los adultos mayores en el mercado laboral formal.


La atención de los medios ha estado puesta en Francia. Desde enero ha habido diez jornadas de protestas en las calles promovidas por los sindicatos. Las manifestaciones del jueves 23 de marzo terminaron con 457 detenidos y 441 policías heridos en todo el país. ¿La razón? El Gobierno francés aprobó por decreto aumentar la edad legal mínima de jubilación desde los 62 a los 64 años. La pregunta que surge: ¿por qué su presidente, Emmanuel Macron, insiste en esta medida tan impopular? Porque se está haciendo cargo de uno de los grandes desafíos que están enfrentando todos los sistemas de pensiones del mundo: los jubilados cada vez viven por más años.

Gracias a los avances en medicina y en la calidad de vida, las personas vivimos por más tiempo, lo que es una gran noticia. Pero esta mayor longevidad trae un problema no menor: se deben financiar las pensiones por un mayor número de años. ¿Quién asume la carga de este mayor financiamiento? Depende del sistema.

Bajo el sistema de reparto, el mayor gasto en pensiones por el aumento en la expectativa de vida se traspasa a las actuales y futuras generaciones. Francia tiene reparto, en que el envejecimiento de la población ha estresado financieramente el sistema, al punto que se estima que, sin reformas, en 10 años el sistema previsional acumulará un déficit equivalente a 4% del PIB anual. Este déficit caerá sobre las generaciones más jóvenes, ya sea teniendo que pagar más contribuciones sociales para poder financiar el mayor gasto en pensiones y/o a través de recortes en programas públicos (salud, vivienda, educación u otros).

Es por esto que el Gobierno francés insiste en subir la edad legal de jubilación: está implementando una medida incómoda y costosa en el corto plazo, pero necesaria en el largo plazo. ¿Cómo está Chile ante este desafío mundial de la mayor longevidad?

La buena noticia es que, bajo nuestro sistema de capitalización individual, en que cada trabajador ahorra un 10% de su sueldo para su futura jubilación, el mayor gasto en pensiones por el aumento en la expectativa de vida no se traspasa a los actuales trabajadores y futuras generaciones. La mala noticia es que el costo del aumento de expectativa de vida lo asumen los mismos jubilados: el mayor número de años que viven los pensionados exige que el ahorro logrado durante su vida laboral se distribuya por un mayor número de años, lo que disminuye el monto de la pensión autofinanciada.

Por lo tanto, en cualquier sistema de pensiones, el aumento de la expectativa de vida de la población es un problema. La solución: postergar la edad de jubilación, medida impopular y costosa. Pero Chile tiene una ventaja respecto a Francia: bajo nuestro sistema de capitalización individual, el mismo pensionado se beneficia al postergar su jubilación. Si un hombre se jubila a los 66 en vez de a los 65, su pensión autofinanciada aumenta en un 16%. Para el caso de las mujeres, si se jubilan a los 61 en vez de a los 60, su pensión aumenta en un 15%.

Si bien los chilenos pueden voluntariamente postergar su jubilación, beneficiándose con un aumento en su pensión, los datos del mercado laboral muestran que el porcentaje de la población con empleo formal cae considerablemente a partir de la edad legal de retiro. ¿Qué nos indica esto? Que el verdadero desafío para Chile es postergar gradualmente la edad de jubilación, junto a medidas a nivel de empresas y de política pública que faciliten e incentiven la participación de los adultos mayores en el mercado laboral formal.

Los trabajadores, sobre todo los que realizan trabajos que requieren rendimiento físico, probablemente lleguen agotados a la edad de jubilación. Se podría implementar un retiro gradual: por ejemplo, que a partir de los 65 en vez de trabajar los cinco días de la semana, se permita que trabajen dos o tres días. También, se podría recolocar a los trabajadores de mayor edad en trabajos menos demandantes físicamente. Por otro lado, el aumento gradual de la edad legal de retiro entrega un mensaje a las empresas de mantener contratados a sus trabajadores por más tiempo.

El aumento en la expectativa de vida de los jubilados se ha vuelto un desafío para todos los sistemas de pensiones, presionando la postergación en la edad de jubilación. En Chile tenemos la ventaja de que los mismos adultos mayores se benefician al retrasar su retiro, con un aumento en su pensión autofinanciada. Como país debemos colocar medidas que faciliten y acompañen a nuestros adultos mayores en la postergación de su jubilación de forma gradual, cuidando su salud y bienestar.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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