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Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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Ben Brereton cambia de equipo. Deja el Blackburn Rovers para irse al Villarreal. Personalmente creía que el siguiente destino del joven jugador debía ser la Premier. Un equipo de la medianía de tabla, pero que, haciendo buenas campañas, lo puede catapultar a otras esferas. Pero ir a España, donde si bien Villarreal es un equipo que viene haciendo las cosas bien hace rato, implicará un cambio de juego. No es lo mismo ser delantero en Inglaterra que en España.


Nuestros jugadores constantemente deben tomar decisiones y muchas de ellas tienen que ver con el futuro inmediato o dónde pueden proseguir sus carreras.

Muchos de ellos y a lo largo de la historia, han sido más bien desaciertos. En los últimos años, el dinero (que válidamente pueden ganar) le está ganando a los aires de competencia o de grandeza deportiva.

Y factor de los managers o representantes ha sido demasiado clave. Los llevan o impulsan a preferir los dólares, por sobre el desarrollo de una carrera. Llegar a equipos o ligas de tono menor, por sobre el camino largo. Sé que casos excepcionales siempre habrá, como por ejemplo dos tremendos delanteros de la historia, como Iván Zamorano y Marcelo Salas. Fueron haciendo su carrera con los peldaños necesarios, masticando muchas veces la injusticia y dureza de pelear por una camiseta, para luego erigirse como dos jugadores maduros y consolidados.

Hoy todo es inmediato. Los jugadores chilenos no alcanzan a estar más de 20 partidos en el primer equipo y salen a una venta. No están listos ni preparados para salir. En el exterior la competencia es dura y brava. Nadie regala nada. Nadie te golpea la espalda o está la familia para hacerles las comidas preferidas. Afuera es rendimiento. Nada más. Por eso, cuando salen, están inmaduros, en proceso de formación, sin todas las herramientas necesarias para aguantar momentos complejos. Pero vale más la transferencia y el dinero. Así se maneja hoy el fútbol.

Ben Brereton cambia de equipo. Deja el Blackburn Rovers para irse al Villarreal. Personalmente creía que el siguiente destino del joven jugador debía ser la Premier. Un equipo de la medianía de tabla, pero que, haciendo buenas campañas, lo puede catapultar a otras esferas. Pero ir a España, donde si bien Villarreal es un equipo que viene haciendo las cosas bien hace rato, implicará un cambio de juego. No es lo mismo ser delantero en Inglaterra que en España. Ojalá haya sido una buena decisión.

Otros, por ejemplo, como Marcelino Núñez y Diego Valencia, decidieron partir, junto a su equipo de origen y aprovechando la oportunidad del negocio, que debe haber sido bueno para todas las partes. Hoy ambos, deambulan entre la banca y algunas citaciones. No son titulares fijos. Felipe Méndez se fue al CSKA. Si bien juega bastante, uno espera tenga opciones de poder mejorar sus chances en otra liga de mayor peso. Porque estamos hablando de jugadores que en el papel deberían ser los llamados a tomar una camiseta de titular en la selección.

Por eso uno espera que los procesos de jugadores como Darío Osorio, Lucas Assadi o Damián Pizarro, sean concretos y no los vendan a la primera oferta. Necesitan jugar y ganar minutos en cancha en sus equipos. Eso depende de ellos, para que puedan emigrar con más madurez y no tenerlos de vuelta a los seis meses.

Son decisiones importantes y trascendentales en muchos de estos chicos, a quienes sus clubes los ven como producto de venta, que sus familias los ven como salvadores y cuyos representantes ven la forma de ganar dinero a través de ellos. Un círculo complejo y vicioso, muy difícil de poder romper.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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