Publicidad
General Carlos Prats González: memorias del futuro Opinión

General Carlos Prats González: memorias del futuro

Augusto Varas
Por : Augusto Varas Presidente de la Fundación Equitas
Ver Más

Según Prats, la “Democracia condicionada”, como la llama (condicionada por el débil compromiso democrático de algunos sectores nacionales), podría ser algo más que un “condominio burgués”, si la norma del consenso sustituyera a la fuerza y la negociación a la violencia. Aquí recoge la larga historia doctrinaria de las propias instituciones armadas, pronunciándose por un claro papel del Estado en la vida económica nacional, y un justo equilibrio entre la presencia de la empresa privada y la gestión y propiedad estatal. Su aspiración de que al fin se constituya una efectiva “mayoría nacional”, formada por “una banda que cubra dos tercios del centro del espectro, dejando un sexto a la derecha y un sexto a la izquierda” (p. 559), muestra el contenido de su opción democrática.


El libro póstumo del general Carlos Prats González, Memorias. Testimonio de un soldado (Pehuén Editores, Santiago,1985), editado por sus hijas Sofía, María Angélica y Cecilia Prats Cuthbert publicado en esos difíciles días por el comprometido y valiente editor Jorge Barros, adquiere renovada actualidad en el marco de la conmemoración del cincuentenario del golpe militar, de la renuncia del general Prats a la Comandancia en Jefe del Ejército y al Ministerio de Defensa (23 de agosto, 1973), y de su asesinato el 30 de septiembre de 1974 ordenado por el general Augusto Pinochet, quien fuera su segundo al mando del Ejército. Treinta y seis años después, recién en 2009, el Ejército le rindió un merecido homenaje inaugurando el Campo Militar San Bernardo del General Carlos Prats González.

La breve reseña de este importante testimonio que a continuación transcribo publicada en la Revista Mensaje (Nº 339, junio 1985) a invitación de la mismasolo destaca algunos aspectos de la reconocida honorabilidad de la que, como persona y militar, fue merecedor el general Prats. Su testimonio contiene múltiples y valiosos elementos para conocer desde esta óptica privilegiada el desarrollo de la carrera militar a medida que el país enfrentaba diversas crisis económicas y políticas; su apreciación del daño que “el adoctrinamiento militar norteamericano” generó al poner énfasis en “un centro de gravedad radicado especialmente en el equipamiento antisubversivo y de acción cívica para las tres Instituciones” (pp.562-563); la crisis política de los sesenta y setenta; las fuerzas que idearon, planearon y desencadenaron el golpe; así como sus convicciones sobre el futuro de las instituciones armadas y el destino democrático del país.

Así, en junio de 1985, en la citada reseña de su testimonio señalaba:

“El 2 de febrero recién pasado el general Carlos Prats habría celebrado su septuagésimo cumpleaños. El doble asesinato en Buenos Aires no sólo le quitó a sus hijas —tal como ellas lo indican en la Presentación del libro— ‘la posibilidad de darles ese beso final que todo hijo tiene derecho a dar’, sino que impidió el justo homenaje público al que este gran soldado se hizo merecedor. Por ello, este póstumo regalo de cumpleaños que su familia nos entrega es un presente que todo demócrata debería agradecer.

No podemos evitar una reflexión sobre quien nos entrega sus Memorias, no como soldado, sino como persona, más allá del contenido de las mismas. Se destaca ante el lector la enorme transparencia moral de quien nos escribe. Su rectitud y solvencia personal a toda prueba es uno de los hilos conductores a lo largo de sus reflexiones. Incluso en el momento de sus errores o frente a sus principales colaboradores que lo abandonaron, emerge el hombre íntegro por sobre cualquier otra consideración.

Las Memorias se nos entregan en cinco partes, encabezadas por un Prólogo, en el cual, Prats selecciona los más virulentos comentarios de prensa en su contra, en el período 1969-1974, provenientes de diversos ángulos políticos e ideológicos. Las cierran un Epílogo no narrativo, en el cual nos propone algunas líneas de explicación socio-política a las crisis que ha vivido el país.

Las tres partes centrales son las propiamente referidas a su figuración política nacional. Los llamados ‘Treinta y Seis Años de Introducción’ condensan sus apreciaciones de la historia política, social y económica chilena desde que era cadete del I curso general de la Escuela Militar, momento en el cual cae la dictadura ibañista (26 de julio de 1931). En esta parte nos informa que a fines de los 70 las FF.AA. ya contenían los gérmenes de su futura conducta antidemocrática, producto fundamentalmente de su deteriorada situación económica —equipos y salarios— del Ejército, en particular, y de las FF.AA. en general, y del énfasis del apoyo estadounidense a tareas policiales internas (p. 100). Como testimonio de sus perniciosos efectos queda consignado el estudio del sociólogo estadounidense, Roy Hansen, quien mostró cómo las FF.AA. ya eran en ese momento un deteriorado y frágil pilar de la democracia chilena (p. 104).

El cuerpo medular de sus Memorias está dividido en dos partes. La primera, ‘Veintiocho meses de desorientación militar. Mayo 1968-agosto 1970’ y ‘Tres años de perturbación militar. Septiembre 1970-agosto 1973’ (407 páginas de texto). En ellas observa cómo recién ascendido a general (abril de 1968), se acentúa la crisis disciplinaria institucional, la que culmina con el autoacuartelamiento del general Viaux en el ‘Tacna’ y el posterior intento golpista de su suegro, el coronel (r) Raúl Igualt.

El 27 de octubre asume la Comandancia en Jefe del Ejército su compañero y amigo, general René Schneider. Juntos enfrentan los intentos de desestabilización política que trataron de impedir el ascenso de Allende al poder. Es en este período que, siendo Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, elabora el documento ‘Análisis del momento político nacional’, el que aboga por una solución política y anticipaba a la crisis que se precipitaría si Allende asumía con el apoyo de sólo un tercio del electorado. El asesinato del general Schneider es determinante para entender la posterior evolución política de Prats. Nos relata ‘la pena indescriptible’ (p. 188) que siente cuando ve a su compañero de armas asesinado, y señala las alternativas que en ese momento enfrentan las FF.AA.: ‘La violencia trastocadora o la del sacrificio solidario’ (p. 189). Sus Memorias muestran cómo Prats eligió la segunda alternativa.

A partir de su nombramiento como Comandante en Jefe del Ejército, el general Prats implementa paso a paso su idea del ‘sacrificio solidario’. La circular difundida en noviembre de 1970, ‘Definición Doctrinaria Institucional’, insiste sobre el profesionalismo militar y la no-deliberación, dedicándole a ella una parte sustancial de su desempeño como Comandante en Jefe.

A esta altura del relato quedan claros los principales elementos de la tragedia anunciada, los que en el resto de las Memorias se van entrelazando. Por una parte, Prats anhela ‘el logro de una fórmula genuinamente política, que resolviera democráticamente el trágico dilema chileno y que, a la vez, resguardara tanto el profesionalismo del Ejército, como el derecho de autodeterminación nacional frente a las presiones intervencionistas’ (p. 52). Es por estas razones que opta por el ‘sacrificio solidario’, apoyando la gestión del presidente Allende hasta el momento en el cual, agotado todo su capital político, debe renunciar en medio de fuertes críticas al interior de su propia institución. Por otra parte, este compromiso personal con el proceso democrático constitucional, erosiona las propias bases de sus Definiciones Doctrinarias en la medida que el apoyo institucional del Ejército y del resto de las FF. AA. al gobierno constitucional, toda vez que no se logra la fórmula política anticipada por él, sumerge a las propias instituciones armadas en un amplio proceso de deliberación, abriéndose las compuertas a la intervención foránea y a la conspiración nacional.

La alternativa elegida por el general Prats fue, indudablemente, la más patriótica y honorable respuesta del hombre de armas a la crisis política nacional. Lamentablemente no dependían de él las soluciones a la misma. En esta medida, el riesgo asumido crecía día a día frente a la incapacidad de los partidos políticos por lograr una fórmula de acuerdo. Por estas razones, su opción, siendo la más democrática, fue, al mismo tiempo, la más riesgosa.

En la medida que la civilidad democrática va dejando aislado a Prats al interior del Ejército y frente al resto de las FF.AA., este comienza a perder su batalla al interior de las instituciones armadas. Con su Jefe de Estado Mayor, general Pinochet, comenta la falta de apoyo otorgado por el propio Servicio de Inteligencia Militar (SIM) para investigar las diversas corrientes conspirativas (p. 401). Así, la falta de apoyo civil a su gestión castrense le impide una acción enérgica en contra de quienes actuaban con deslealtad entre sus subalternos. No tiene, de esta forma, la libertad de acción como para llamar a retiro a los principales cabecillas de la conspiración, a los que a esa altura del proceso ya tenía suficientemente identificados.

En el Prólogo, Prats se interroga sobre su supuesta ingenuidad política. Creemos que, más que de ingenuidad, cayó víctima de un exceso de confianza en los actores políticos del momento. En las Memorias queda claro cómo desde el centro, la izquierda y la derecha, con distintas características y contenido, se continuaba en la demencial guerra de desgaste político que anticipaba la tragedia. Igualmente, queda clara la presencia conspirativa estadounidense, posteriormente develada por la comisión del Senado de los Estados Unidos bajo la presidencia del extinto senador demócrata, Frank Church.

El Epílogo es una de las partes más ricas en sugerencias sobre el futuro político nacional y el de las FF.AA. en un Estado efectivamente democrático. Según Prats, la ‘Democracia condicionada’, como la llama (condicionada por el débil compromiso democrático de algunos sectores nacionales), podría ser algo más que un ‘condominio burgués’, si la norma del consenso sustituyera a la fuerza y la negociación a la violencia. Aquí recoge la larga historia doctrinaria de las propias instituciones armadas, pronunciándose por un claro papel del Estado en la vida económica nacional, y un justo equilibrio entre la presencia de la empresa privada y la gestión y propiedad estatal. Su aspiración de que al fin se constituya una efectiva ‘mayoría nacional’, formada por ‘una banda que cubra dos tercios del centro del espectro, dejando un sexto a la derecha y un sexto a la izquierda’ (p. 559), muestra el contenido de su opción democrática.

Sus comentarios finales ubican el desarrollo de las instituciones armadas al interior del amplio proceso de militarización del continente (p. 560), en la que la ‘especialización tecnificada de mandos subalternos entregó a los oficiales jóvenes una nueva dimensión de su poder, a través de las acciones locales de comando’ (p. 561). La autonomizacíón castrense no sólo se expresa frente a la sociedad, sino también al interior de las propias FF.AA.

El análisis de Prats del ‘premonitorio’ estudio del cientista político francés Alain Joxe, fustiga a unas ciencias sociales incapaces de siquiera vislumbrar ‘el cataclismo que asoló la Patria’ (p. 597).

Igualmente, destaca la política militar del gobierno de Allende, y preocupado por el futuro de las instituciones armadas, vaticina un ‘vacío intelectual irrecuperable’ entre sus filas de mantenerse la actual situación de dictadura (p. 605).

Cierran estas Memorias sus últimos comentarios sobre la necesidad de una nueva síntesis cívico-militar [sic], capaz de integrar a las FF.AA. al destino del resto del país, sacándolas de su enajenada posición como nuevo compartimento estanco. De acuerdo a sus palabras finales, solamente ‘el sol de la convivencia cívica logrará disipar la espesa niebla que cubre el campamento’. Sólo la plena subordinación de las FF.AA. a un nuevo y más responsable poder civil democrático podrá curar las profundas heridas dejadas por esta tragedia nacional”.

En las páginas finales el general Prats establece los parámetros constitucionales que deben enmarcar a las FF.AA., siendo esta una contribución sustantiva y válida especialmente para el momento constitucional actual: ‘La sujeción de la fuerza pública al poder civil, excluye perentoriamente los sofismas de la presunta autonomía del órgano de fuerza respecto de los poderes constitucionales del Estado, para constituirse en el súper controlador del interés nacional y de los altos destino de la patria, sustituyendo la voluntad soberana del pueblo (p.607).

Estas Memorias han mantenido su plena vigencia por cinco décadas y constituyen una obra de consulta y reflexión fundamental para enfrentar los actuales desafíos que ponen en peligro el futuro de la democracia en el país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias