
Educación pública: dónde mirar
En un contexto en que la educación pública requiere soluciones urgentes, aprender de experiencias con evidencia no es solo necesario, sino imperativo para garantizar una educación de calidad para todos los estudiantes de Chile.
En Chile, la educación pública se topa con grandes retos: elevado abandono escolar, ausentismo crónico y violencia en las aulas, situaciones que afectan tanto la calidad de la educación, como la igualdad en el acceso al aprendizaje. No obstante, en zonas de gran vulnerabilidad, entidades como las fundaciones Astoreca y Nocedal han conseguido sobresalir por su excepcional rendimiento académico, sobrepasando considerablemente el promedio nacional, incluso a colegios privados con tradición. ¿Qué componentes hacen que estos proyectos sean exitosos y de qué manera pueden funcionar como referente para la educación pública?
Un elemento esencial en ambos modelos es el marcado énfasis en una administración educativa estricta y dedicada. Astoreca y Nocedal optan por equipos directivos de excelencia y profesores altamente preparados, escogidos bajo criterios rigurosos y con acceso a formación continua. Además, estas entidades valoran un seguimiento pedagógico, aspecto que con poca frecuencia se observa en la educación pública. En ambas situaciones, se aprecia un liderazgo que no solo gestiona recursos, sino que también motiva y moviliza a las comunidades educativas, definiendo objetivos precisos y promoviendo un ambiente de elevadas expectativas. Asimismo, ambas instituciones comprenden que el escenario de vulnerabilidad social demanda acciones que superen lo meramente académico. Por esta razón, se centran en el fortalecimiento de competencias socioemocionales y brindan asistencia completa a las familias. De esta forma es importante comprender que los objetivos que se materializan en el aula, requieren de observar las trayectorias educativas en espacios fuera de ella, en los ámbitos de la Familia y el entorno del niño. De allí que es relevante el desarrollo de competencias parentales con una oferta adicional a la escolar, donde programas como PMTO o Familias Unidas han demostrado ser un complemento relevante que potencia la colaboración entre las familias y el Colegio. Este modelo sistémico disminuye la deserción y el ausentismo al generar un ambiente donde los alumnos se sienten apreciados y respaldados.
Cuando hablamos de educación pública, debemos mirar los entornos de vulnerabilidad en que la mayor de las veces, se encuentran los establecimientos. Por lo tanto, si queremos potenciar la educación pública, necesitamos fomentar la capacitación de los profesores y garantizar un seguimiento constante en los establecimientos, así como concederles más autonomía, facilitándoles la gestión eficaz de sus modelos educacionales. Finalmente, es clave replicar un enfoque integral que incluya apoyo socioemocional a estudiantes y familias, para reducir las tasas de deserción y mejorar el ambiente escolar.
En un contexto en que la educación pública requiere soluciones urgentes, aprender de experiencias con evidencia no es solo necesario, sino imperativo para garantizar una educación de calidad para todos los estudiantes de Chile.
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