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Exclusivo: la sorprendente historia de un agente secreto en Argentina

La actividades ocultas de este agente abarcaron desde la infiltración de grupos contrarios al régimen militar en Casa Chile de Buenos Aires, hasta la obtención del pasaporte con el que Augusto Pinochet Hiriart escapó del país a raíz del caso Pinocheques. Según su testimonio, en la actualidad el Ejército le entrega 200 mil pesos mensuales a través de «amigos en común». Lea la declaración completa.


La historia del ex espía de Carlos Narea González, apodado "el tío" o "el abuelo" o José Antonio, tiene todos los ingredientes necesarios para escribir varias novelas del género. Desde la obtención de información militar secreta argentina; pasando por la infiltración de grupos contrarios al régimen militar en Casa Chile de Buenos Aires durante los ochenta; el reclutamiento de un alto funcionario del Servicio de Informaciones del Estado trasandino (SIDE) que vendía documentación a Chile; como también la consecución del pasaporte que sirvió a Augusto Pinochet Hiriart para escapar de Chile, en momentos que se ventilaba el caso Pinocheques.



El Mostrador.cl revela en exclusiva su declaración judicial, que consta en el expediente que lleva el ministro de fuero Juan Guzmán por la "Operación Cóndor" y que fue allegada a este medio por una fuente judicial.



Este documento entrega un revelador antecedente: su regreso a Chile se produjo en enero de 2004 y el Ejército no le permite atenderse en el Hospital Militar. Sin embargo, le entrega una discreta cantidad de dinero para que se mantenga.



"Así nací y así…"



Narea González nació el 18 de junio de 1927, en Antofagasta, y fue alumno de la Escuela Naval Arturo Prat. Aunque nunca ejerció como oficial, residió en Buenos Aires desde el 11 de septiembre de 1959 hasta febrero de 1974, donde desempeñó varias actividades comerciales, "entre las que se pueden mencionar la fabricación de letreros de acrílico, viviendas industriales y la exportación de carnaza, que corresponde a carne de calidad inferior, entre otras. En Buenos Aires, frecuentaba círculos sociales de compatriotas, en su mayoría opositores al gobierno de la Unidad Popular, entre los que me incluía", inicia su testimonio el ex espía.



Según dijo, su regreso a Chile se debió a dificultades comerciales, por lo cual decidió establecerse junto a su familia, "compuesta por mi esposa y tres hijos".



De vuelta, formó una sociedad con "Hernán Gutiérrez, el coronel de Ejército en retiro Luis Gilmoore y Dusan Yaksic, dedicada a la importación y exportación", pero el negocio no funcionó. Siguió en su ruta de la inversión y se asoció nada menos que con Augusto Pinochet Hiriart, "en una empresa dedicada a la reparación y arriendo de maquinaria agrícola en desuso, principalmente de procedencia rusa, que podía utilizar repuestos marca Ford".



El riesgo duró sólo ocho meses hasta que, declara, comenzó a laborar con (Â…), donde realizaba trabajo administrativo. Sin embargo, (Â…) decidió ampliar su negocio y armó la firma (Â…)., dedicada al rubro del cambio de monedas extranjeras, ubicada por estos años en en el centro de Santiago.



Nada de esto tendría particularidad alguna si hasta ese lugar no llegara un sujeto llamado Carlos Frez Ramos a cambiar, cada quince días, remesas de entre 20 mil a 30 mil dólares.



"Establecimos cierto grado de amistad (con Carlos Frez Ramos), sin que él me diera a conocer su ocupación, comentándole sobre mi anterior permanencia en Argentina", relató Narea sobre este episodio clave.



Pues bien, Frez Ramos era nada menos que la identidad operativa de Maximiliano Ferrer Lima, el jefe del Servicio Secreto Exterior del Ejército (SSE). El mismo que aparece vinculado a varios casos de violaciones a los derechos humanos, y que, por así decirlo, tuvo su salto a la fama como cómplice en el proceso por el homicidio del líder sindical Tucapel Jiménez.



Historia de un reclutamiento



"Cierto día, (Â…) me preguntó si estaba dispuesto a volver a trabajar en Buenos Aires con mi familia, en un puesto no alto, pero económicamente conveniente. Contesté afirmativamente y me dio la tarea de escribir la historia política de los últimos 20 años de Argentina. Cumplí la tarea encomendada, escribiendo un ensayo de unas 20 páginas. Posteriormente, (Â…) me confidenció que mi escrito había sido bien considerado y me ofreció trabajo en Argentina, cumpliendo labores para el Servicio Secreto del Ejército. Me explicó que estas labores consistirían en trabajos de reunión de antecedentes y, lo más difícil, confeccionar un informe semanal sobre la situación interna de Argentina. Yo acepté y tuve mi primer contacto directo "Arturo Rodríguez", nombre operativo del segundo jefe del servicio secreto, reuniéndome con él en una oficina que arrendaban en el edificio en que se encuentra el restaurante "Giratorio" de Providencia", inició Narea el relato de su reclutamiento como el agente "residente" del SSE en Buenos Aires.



Frez Ramos le explicó cuál sería su trabajo y le indicó que su sueldo "en negro" sería de mil 400 dólares mensuales. Días más tarde, le fue comunicado que estaba, eufemísticamente, contratado por el SSE.



A los pocos días Narea González comenzó sus estudios, de dos horas diarias, dos veces a la semana, en un departamento de Providencia, donde "Arturo" y "Carlos" le entregaban los elementos necesarios, aunque básicos, sobre inteligencia e intercambio de información.



"Una vez finalizada la instrucción, fui enviado a reconocer el llamado teatro de operaciones, que en lenguaje de inteligencia define el lugar en que me correspondería trabajar. Regresé y di un informe con mis apreciaciones, respecto a que todo se encontraba igual y no había cambios sustanciales de lo que yo conocía. De esta forma, unos 30 días después se produce mi traslado a Buenos Aires con toda mi familia, gastos de pasaje y traslados de enseres, cancelados por el servicio, que comenzó a ser conocido como La Empresa", sigue su relato.



Para lograr "cobertura" en Buenos Aires, Narea alquiló una oficina a un chileno llamado (Â…) , (quien aún reside en el país vecino con la empresa (Â…), en la galería de calle (Â…). Principalmente la labor de Narea consistía en recolectar información de inteligencia relativa a la seguridad externa de Chile, para lo cual redactaba informes mensuales.



"Además, a esta actividad se agregó el tener que recibir un sobre con la información militar que posteriormente entregaba en Montevideo, en una cita previamente establecida con mis agentes de control y jefes directos "Arturo" y "Carlos". La información de inteligencia militar me la proporcionaba un (Â…), a quien conocía con el nombre operativo de "Sergio". Me correspondió realizar la última etapa de captación de este elemento, cuyos detalles me reservo. En consideración a que en mis nuevas actividades, como correo de información militar secreta, arriesgaba una pena de diez años de cárcel, convinieron en subirme el sueldo a dos mil cuatrocientos dólares", explica Narea.



"Captando" a un informante



En inteligencia, la captación de un informante pasa varias etapas que buscan, primero, comprobar la veracidad de la información entregada, pero, sobre todo, indagar si el postulante tiene algún tipo de motivación para colaborar con el adversario natural, en este caso Chile; y si tiene acceso a alguna información sensible y necesaria, lo que deriva en un potencial.



Fue así que Narea conoció durante un período en Argentina, específicamente en los años 80, al abogado penalista Raúl di Carlo, quien se desempeñaba como integrante del Comité Consultivo del Subsecretario del Servicio de Inteligencia del Estado argentino (SIDE), doctor Hugo Anzorreguy, conocido también como "señor 5".



"En una oportunidad le mencioné a "Carlos" antecedentes sobre este amigo del SIDE y recibí la orden de captarlo como informante de nuestra "empresa", lo que Raúl Di Carlo aceptó de inmediato. En una fecha posterior, viajamos a Montevideo y le presenté a Carlos Frez (Ferrer Lima). A partir de esa ocasión, comenzó a trabajar como informante de la "empresa", entendiéndose directamente conmigo. De igual forma, viajábamos juntos a Montevideo y nos reuníamos con "Carlos" por nuestros informes", continúa.



Narea asegura que Di Carlo se transformó en su mejor informante y "cortó" el vínculo con otro llamado "Sergio", mencionado anteriormente, ya que este ultimo proporcionaba "lo que en lenguaje de inteligencia se denomina pescado podrido".



"Este hecho consiste en proporcionar antecedentes verdaderos de menor importancia mezclado otros datos falsos de mayor magnitud, lo que provoca se llegué a conclusiones erróneas. Por este motivo, informé de esta situación a mis superiores, quienes realizaron una investigación sumaria y determinaron "cortar" a "Sergio", con quien nunca más volví a tener contacto".



"El infiltrado y Augustito"



Pero la información militar argentina no era lo único a lo que dedicaba su tiempo Narea en Buenos Aires. También hizo el trabajo de infiltración, precisamente en Casa Chile, "que correspondía a un lugar de encuentro de opositores al gobierno militar, en el que confluían militantes de los partidos Socialista, Comunista, MAPU, MIR y Democracia Cristiana".



"En esta función, llegué a ser elegido presidente del Comité pro Retorno, en representación del Partido Radical". Sobre este episodio, Narea, en todo caso, no profundiza.



Este medio se contactó con quien era una de las cabezas visibles de aquel tiempo en Buenos Aires, el socialista Rolando Calderón, quien aseguró no recordar nada de Carlos Narea. La misma respuesta tuvo la periodista y ex mirista Gladys Díaz. Asimismo, fuentes del Partido Radical de aquella época nada recuerdan.



El salto histórico desde su infiltración en Casa Chile es grande en su testimonio y pasa de inmediato a detalles si bien algo conocidos y revelados en publicaciones anteriores de este medio, aportan precisiones hasta ahora desconocidas.



Cuando se produjo el boinazo a principios de los 90, durante el gobierno de Patricio Aylwin, por el llamado caso Pinocheques, Augusto Pinochet hijo abandonó el país con destino al extranjero y fue precisamente Narea quien ayudó a conseguir la documentación falsa.



Pero se entiende mejor en sus palabras: "Tenía un contacto con un proveedor de nombre (Â…), quien también era conocido por Raúl di Carlo. De acuerdo a lo que sabía, se trataba de una persona conocida por su especialidad de falsificar documentos y controlada por la Policía Federal. De acuerdo a lo que conozco, en la actualidad se encontraría residiendo en (Â…). Con él conseguí documentación falsa para Augusto Pinochet Hiriart, quien llegó a Argentina en 1992, huyendo de la justicia chilena por la investigación de los denominados "Pinocheques", acompañado de un agente chileno de nombre operativo "Mariano", cuya identidad corresponde a Arturo Silva Valdés, de acuerdo a la fotografía que pude reconocer con anterioridad. En esa ocasión, permaneció en Buenos Aires sólo treinta días, luego de lo cual lo acompañé a Iguazú. En este lugar, alojamos en el hotel "Jaracandá", para después abordar un taxi y cruzar la frontera hacia Foz de Iguazú, continuando su viaje a Río de Janeiro. Supe por (Â…) que el pasaporte había sido conseguido en el Consulado de Argentina en Sao Paulo, correspondiendo a un documento original en blanco, encargándose (Â…) de falsificar la escritura en el Registro Nacional de Personal, utilizando el nombre de una persona con existencia legal, pero con la fotografía e impresión dactilar de Augusto Pinochet Hiriart. En Río de Janeiro dio por perdido su pasaporte y consiguió una copia en el consulado con visa para viajar a España, donde se habría reunido con "Carlos", es decir, con Maximiliano Ferrer Lima.



Narea González también fue un nexo para la "operación silencio", realizada desde la más alta jerarquía del Ejército de principios de los 90 para sacar de Chile a los agentes de la CNI vinculados a procesos por violaciones a los derechos humanos.



El epílogo



Narea González, según su testimonio fue evaluado positivamente durante los 20 años que laboró como agente del SSE, pero por los cambios en la política de defensa durante el gobierno de Lagos, dice, le rebajaron el sueldo a 600 dólares y luego a 300.



"Dada mi edad era muy difícil encontrar ocupación remunerada, hasta que finalmente me dijeron que no seguía trabajando para la "empresa", debido a una supuesta falta de presupuesto, que obligaba a suprimirme, en consideración a que el Presidente de la República deseaba terminar con estas actividades. Por lo anterior, mi situación económica pasó a ser deplorable, viéndome obligado a vender mis muebles y enseres para poder vivir, regresando a Chile el 11 de enero de 2004. Todos mis movimientos migratorios fueron con mi nombre verdadero. En la actualidad no realizo ningún tipo de labor remunerada y solamente recibo, a través de amigos en común, una ayuda de doscientos mil pesos provenientes del Ejército", concluye Narea en su testimonio.



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