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Informe oficial revela que irradiados ‘legales’ en Celco Nueva Aldea son 34

A los cuatro trabajadores eventualmente desahuciados por su contacto con materiales radiactivos se suma una treintena con niveles de radiación superiores a lo permitido por ley. Accidente se debió, según un informe de la Comisión Chilena de Energía Nuclear, a deficiente capacitación y alta presión por terminar faenas en planta de celulosa que se inaugura a mediados de agosto, entre otros factores.


Fueron tantas las negligencias, errores y consecuencias riesgosas del accidente radiológico del 14 y 15 de diciembre pasados, que la Comisión Chilena de Energía Nuclear (CCHEN) pidió reformar la ley vigente sobre la materia, porque "la empresa Celco, al no operar instalaciones o equipos radiactivos de 1ª categoría, está fuera de la jurisdicción" del organismo. La Comisión sentenció "con absoluta certeza" que el accidente fue ocasionado por el incumplimiento de una serie de disposiciones reglamentarias y de procedimientos de seguridad claramente establecidos, porque "cualquiera de ellas que se hubiera respetado habría evitado, a lo menos, las consecuencias más severas del accidente".



El informe de unas 150 páginas incluye anexos con tablas de mediciones, exámenes médicos, declaraciones y reportes de la Agencia Internacional de Energía Atómica y de la Agencia de Energía Nuclear de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OECD), entre otros documentos. En él se desarrolla en detalle la secuencia de equívocos y absurdos del accidente registrado en la construcción del Complejo Industrial y Forestal Nueva Aldea de Celco, en la comuna de Ranquil, Región del Bío Bío (también conocida como Celco Itata). Este es, a juicio de la autoridad, el "primer accidente radiológico de gravedad" sufrido en Chile, por eso declara interés por "recuperar el prestigio internacional" del país.



En orden creciente, las consecuencias radiomédicas diagnosticadas van desde dolores de cabeza persistentes (cefaleas), mareos, náuseas, vómitos y problemas de insomnio, además de alteraciones psicológicas posteriores, hasta -en los casos de lesiones tipificadas como graves-, dolor bucal y pérdida de dientes, ampollas que no cicatrizan, quemaduras con erosión térmica por contacto directo con la fuente de radiación (los dolores que eso implica) y eventual incapacidad para ejercer trabajo, además de secuelas probables aún no medidas de esterilidad o desarrollo de la enfermedad del cáncer por la exposición aguda a radiación ionizante.



34 irradiados sobre norma máxima permitida



Lo concreto es que hay 34 trabajadores comprobadamente contaminados con radiación. Verificación que se refiere a quienes exceden "lo anualmente permitido por la norma". Es decir, 5 mSm (detectores de radiación metal-semiconductor-metal) para el público y 50 mSm para trabajadores expuestos. Miguel Ángel Fuentes Oyarce, uno de los casos más graves que fue derivado a un hospital de París, fue víctima de una dosis de radiación de 1090 mSm.



Sin embargo, eso no da cuenta de las decenas de trabajadores que quedaron inmediatamente bajo el margen de "lo legal", que no recibieron mayor atención médica y que hoy preparan una ofensiva judicial para obtener indemnizaciones por perjuicios que no son tan obvios como los cuatro casos más conocidos hasta hoy (Miguel Ángel Fuentes, Renato Hinostroza, Juan Carlos Rozas, Francisco Rojas).



Y el universo de contaminados en la firma perteneciente al grupo Angelini se incrementa al considerar el "incidente radiológico" registrado entre el 22 y 26 de marzo de 2004 en la otra planta de celulosa que tiene cerca de Valdivia, en la Región de Los Lagos. Allí se contabilizaron 14 trabajadores con dosis de radiación sobre los límites anuales permitidos. En el caso de Celco Valdivia las dosis fueron recibidas en un período largo. Por eso tiene el mote legal de "incidente" y no de "accidente".



Cabe resaltar que el primer examen de sangre (hemograma), realizado por la Mutual de Seguridad, fue -según el informe- "muy inespecífico", a causa de "un umbral de detección de daños por radiación muy impreciso". Por esto no se detectó a un cuarto "irradiado" grave y tampoco a la treintena de trabajadores con índices superiores a lo permitido.



Erróneamente, otros trabajadores sí registraron índices altos que el examen propio para el caso (dosimetría citogenética) pudo corregir. Superados por la emergencia radiactiva, las autoridades buscaron ayuda de profesionales de instituciones nucleares de Argentina, Brasil y México. Aún así, a ocho meses del accidente está "pendiente el resultado de la dosimetría citogenética de 21 trabajadores", confiesa el informe.



"¿Oye, qué será esto…?"



La secuencia del accidente en Nueva Aldea fue la siguiente. Una cápsula de iridio 192 se desprendió de su blindaje normal desde una torre de vaporización cuando Carlos Arteaga, Francisco Rojas y el operador Sergio Pérez (quien ya traía radiación desde el incidente de Valdivia) manipulaban aparatos grammagráficos (similar al aparato de radiografías dentales, pero de uso en el control de calidad de los equipos, para detectar fisuras). El detector de zona estaba apagado, por eso no hubo alarma por el desprendimiento. Además, el equipo no funcionó porque le faltaba una parte, pero ni los trabajadores ni el operador supieron captar la anomalía.



La falla seguía inadvertida. Aún así, a las 8 de la mañana del 15 de diciembre, "tuvo lugar una charla de seguridad a los pies de estas torres, de unos 45 minutos, después de lo cual se reanudaron los trabajos habituales". Posteriormente, a las 11:20 horas, dos de los trabajadores, Miguel Ángel Fuentes y Juan Carlos Rozas, encontraron la aludida cápsula radiactiva sobre los tablones de un andamio. El primero, movido por la curiosidad, "lo tuvo guardado en el bolsillo trasero izquierdo de su pantalón por unos 10 minutos". Luego compartió el hallazgo con su compañero para saber de qué se trataba. La descripción consigna que "estuvieron examinando el objeto por otros 10 a 15 minutos, lo tomaron con ambas manos y lo miraron de cerca".



Intereses económicos versus respeto por la salud



En el informe derivado al Senado, el investigador Juan Carlos Chávez cuestiona a los supervisores de faenas de Celco y a sus contratistas por su "incapacidad de interpretación, (que) se podría aceptar para un ayudante no capacitado, y con un entrenamiento menor a 6 meses, pero no es aceptable para un operador con 10 años de experiencia".



Chávez dice que la cantidad y gravedad de las faltas detectadas "apuntan a la deficiente formación que tienen en nuestro país los operadores de equipos de grammagrafía, cuya formación se inicia como ayudantes de operador, recibiendo capacitación en terreno en una primera etapa de su formación, que en la práctica transmite y mantiene las malas prácticas de operación".



La Comisión agrega que "condiciones de trabajo inseguras, jornadas que exceden lo legal, falta de capacitación y competencias, se constituyen en elementos que gatillan accidentes como el de Itata". Por este motivo, el organismo hace un llamado para "acrecentar el respeto por la salud y la vida de los trabajadores por sobre intereses económicos y comerciales".



Se estima que la planta de Celco Nueva Aldea entrará en operaciones a mediados de agosto, y cuando lo haga se convertirá, junto a la compañía estadounidense Weyerhauser, en la mayor productora mundial de celulosa, con 2,6 millones de toneladas al año.



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Vea además:



Lea el informe de la Comisión Chilena de Energía Nuclear (Resumen Ejecutivo)



Lea el informe de la Comisión Chilena de Energía Nuclear (Sin anexos)



El Oficio de la Comisión Chilena de Energía Nuclear al Senado

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