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«El mayor problema de los diplomáticos es la inamovilidad del escalafón»

Fue la primera mayoría en las recientes elecciones gremiales de los profesionales de la Cancillería, nucleados en Adica (Asociación de Diplomáticos de Carrera). Y, a su juicio, una de las soluciones a este verdadero nudo ciego consiste en crear una planta complementaria para los mayores de 65 años que no quieran jubilar y de esta manera abrir espacios para las nuevas generaciones.


Pese a que resultó electo con la primera mayoría en los recientes comicios gremiales de los diplomáticos de carrera, no sabe si será en definitiva el presidente de la asociación que agrupa a esos profesionales de la Cancillería ya que la directiva es designada por los cinco miembros que obtuvieron la mayor cantidad de sufragios. Se trata de Marco Aguayo Tamsec, quien en la actualidad es segundo secretario de la embajada de Chile en México, pero que está de regreso en nuestro país hasta fines de enero.



Aguayo, que luego de cumplir su misión en México será destinado a la Dirección de Ceremonial y Protocolo del Ministerio, obtuvo 125 votos y asumirá su cargo en la directiva de Adica (Asociación de Diplomáticos de Carrera) el 20 de diciembre próximo. De entrada señala que uno de los mayores problemas que tienen los diplomáticos actualmente es la falta de movilidad en el escalafón y se muestra partidario de que exista un escalafón complementario para aquellos que tengan 65 años o más y no deseen acogerse a retiro.



Afirma, no obstante, que no es de los funcionarios que defiende sólo a los diplomáticos de "carrera sin miramientos ni limitaciones, y que piensan que todos los embajadores políticos son, automáticamente, malos». Pero asegura que la gran cantidad de nombramientos de estos últimos no contribuye a profesionalizar la carrera exterior.



"Es innegable que el nombramiento excesivo, y hablo de porcentajes de entre 40 y 50 por ciento de nombramientos políticos en nuestras misiones en el exterior, no apunta, precisamente, a esa anhelada profesionalización. Itamaraty (la Cancillería brasileña), por ejemplo, tiene sólo un embajador político (en Portugal), y Uruguay establece un porcentaje máximo de representantes políticos, que es el 25 %. Me parece que la modernización vía profesionalización debería ser el camino que, como sociedad, deberíamos adoptar", asegura Aguayo.



-Usted obtuvo la primera mayoría en las elecciones de Adica, pero ello no significa que sea el presidente electo. ¿No cree que esa situación debiera modificarse?
-En efecto, obtuve una cómoda ventaja. Ha habido una tradición, una costumbre en la Adica de respetar la primera mayoría, pero ello no convierte tal costumbre en imposición. Los socios eligen a un directorio, y es éste quien designa a un presidente. La mayoría es sana, pero en este caso, no obligatoria. Podría ser posible una modificación, quizás como se hacía en mis tiempos universitarios: se vota por una lista, con cargos ya pre establecidos, o a lo mejor un sistema en que, claramente, sean todos los socios quienes voten por el cargo de presidente, y éste establezca una suerte de "gabinete".



-Uno de los mayores problemas de los diplomáticos es la falta de movilidad del escalafón. ¿Qué propondría para arreglar esa dificultad?
-Ese fue el tema central en mi carta-propuesta, que es atacar el que, probablemente, es el mayor problema del gremio: la inamovilidad del escalafón de mérito del Servicio Exterior. Me parece que una solución integral, completa y eficaz es, sencillamente, muy difícil de alcanzar dada la enormidad de intereses, individuales y colectivos que están involucrados. Por eso hablo de originalidad: escalafón de complemento a partir de los 65 años para quienes no opten por jubilar, de tal modo que quien permanezca en el servicio, pero en el complemento, entregue una plaza al resto de los funcionarios y produzca un ascenso hoy inexistente; así como jubilaciones compensatorias que le permitan al funcionario de 65 años tener una verdadera opción de jubilación digna, tras toda una vida de servicio al país.

¿Otro problema es que ustedes abogan por una jubilación a los 65 años, ¿qué pasa con el escalafón paralelo que quieren efectuar? ¿Sirve de algo o empeora aún más la situación?
-No es que todos estemos, o no, por la jubilación a los 65 años; de alguna forma, es, para muchos, una «exigencia» dada la inamovilidad atroz del escalafón. Me atrevo a decir que no hay unanimidad en este asunto. Sin embargo, me parece que el escalafón de complemento vendría a ayudar en aquel tema. Le repito, se trata de que al funcionario, al cumplir 65 años, se le ofrezca, por lo menos, dos escenarios: o se jubila con una «compensación» económica que le resulte aceptable o se le pasa al complemento, lo que equivaldría a institucionalizar algo que hoy ocurre, pues nadie sale destinado con más de 65 años… al menos, eso es válido -acota- para los diplomáticos de carrera. En ese caso, desocuparía un lugar en lo que podríamos llamar la «planta A del Servicio Exterior» e ingresaría, ese funcionario, mayor de 65 años, a una suerte de «planta B».



¿Qué opina de la encuesta Adimark que se hizo en septiembre y que arrojó como resultado que los diplomáticos, en general, se muestran descontentos con su situación?

-Dramáticamente real, una pena, una decepción y el motivo central de haberme postulado: no es posible sólo seguir mirando el deterioro del Servicio Exterior. Me parece que en mi carta – propuesta se estampó, o así lo entendió al menos esa mayoría que votó por mi, la enorme frustración que se percibe, digamos, sin ninguna dificultad, que se ve a «simple vista». Ciertamente, no imagino otra estructura de personal, en todo el país, que tenga estos niveles de descontento, impotencia, frustración y malestar. No tengo dudas respecto de que la autoridad está consciente de esta realidad, no podría no estarlo. Tengo la legítima expectativa de que con este nuevo Directorio, en conjunto con la autoridad ministerial, seamos capaces de avanzar en ir buscando paliativos, incentivos y motivaciones. No puedo imaginarme una situación más insostenible que en la que ahora estamos.



Embajadores políticos

-¿Qué piensa de los nombramientos de los embajadores de carrera y políticos por parte del gobierno?
-Ha sido una atribución presidencial, claramente establecida en la Constitución. Sin embargo, creo que este asunto hay que enfocarlo, sin pasiones innecesarias, desde una perspectiva distinta. Debemos, antes que nada, consensuar qué necesita el país, qué espera la sociedad chilena de su servicio exterior. Los diplomáticos chilenos, me parece, realizamos una labor un tanto desconocida para la mayoría. Tengo la convicción que, de elevarse este debate a los medios, se concluirá apoyando la misma tendencia que está primando en los países desarrollados, y ciertamente, en la que es considerada como la mejor diplomacia de América Latina (Itamaraty, la Cancillería brasileña). Esa conclusión, ciertamente, apunta a la modernización, y desde mi punto de vista, no puede haber modernización sin profesionalizar al Servicio Exterior.



-¿Está de acuerdo con la Ley Corta? ¿Qué cambios le haría?
-Cualquier sistema es perfectible. La así llamada Ley Corta apunta a intentar corregir algo de nuestro anquilosado sistema. Sin embargo, hubiera preferido una mayor participación no sólo de la Adica, sino de los directamente involucrados en el contenido de la Ley: nosotros, el Servicio Exterior de Chile. Quiero ser muy claro: celebro iniciativas como la Ley Corta, es un avance, es una muestra de interés de la autoridad por ir allanando soluciones, aunque parciales. Pero hubiera preferido una participación más activa de los realmente involucrados.



-¿Cómo le habría gustado participar?
-El proyecto menciona, por ejemplo, la "concursabilidad" para el cargo de consejero, pero ¿por qué en ese nivel?, ¿por qué no en otro? Se establece, por otra parte, una redistribución de años, que rompe con los actuales cinco años en el exterior y dos en Chile, pero ¿era ése un tema? No recuerdo que nadie cuestionara, seriamente, el actual ciclo de 7 años, ¿por qué introducirlo entonces?, ¿cuál es la finalidad?. Pero más allá de ello, me resulta incómodo que un proyecto de Ley sea, como creo lo es éste, ampliamente desconocido por el gremio al que pretende beneficiar.



Entonces, ¿no está de acuerdo?
-En definitiva, celebro este proyecto porque es parte de una solución, pero no comparto la forma en que fue elaborado (sin la participación del Servicio Exterior). Espero, honestamente, que sea sólo el comienzo de un intento serio de la autoridad por trabajar, en conjunto con la Aica, por mejorar las condiciones del Servicio Exterior.



-¿Cuál es la principal meta que se ha puesto como dirigente de los diplomáticos para los próximos dos años?
-Insisto la mayor frustración es la inamovilidad del Servicio Exterior. Solucionar, aunque ello es arrogante, mejor prefiero decir, intentar paliar la inamovilidad, es un desafío enorme, complejo y en donde ni siquiera hay unanimidad de criterios. Sin embargo, creo que como gremio debemos estar dispuestos a negociar, ceder en algo y ganar en otro lado. Por cierto, debe asistirnos la convicción de que lo que ganemos sea más de lo que estamos dispuestos a ceder, pero hay que intentarlo. El Servicio Exterior chileno, probablemente, se encuentre en una situación límite, con porcentajes inaceptables de frustración, sin mayores opciones, consumido por un sistema de calificaciones que es discrecional y poco transparente, y que ciertamente, no ayuda a crear movilidad.



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